Me reía con ganas esta mañana. No me acuerdo del motivo, pero sé que no era algo especialmente desternillante. Tal vez ni siquiera divertido. Pero un día que había empezado regular se había ido arreglando y todo con pequeñas cosas. Entre las que no ha faltado la tristeza.
Una visita a una residencia de la tercera edad es un tremendo bofetón de realidad. Un viaje a ese futuro que queremos obviar, pero que se acerca implacable. Algún día seremos los que hoy vamos a visitar. ¿Y por qué me reía después? Pues porque hoy tenían muchas visitas, porque tendrán que contar que han ido a verles y se habrán sentido un poco menos solos. Entre tanta gente, no se puede evitar respirar la soledad. Y sienta bien ser por ese rato conversación y motivo de alegría.
He recordado aquellas palabras de un gurú de la motivación: “Nunca vas a estar mejor que ahora”. Entre los ejercicios de procrastinación no falta dejar para más tarde ese viaje, ese capricho, ese disfrutar, ese ponerse el mundo por montera… Todo lo bueno es después y ahora sólo nos queda surfear entre obligaciones y buscar una ola de respiro entre uno y otro deber. Error. Empecemos por lo fácil: por reírnos. También de nosotros mismos. Oxigenemos nuestra mente con una risa que nos permita olvidar esas sensaciones a las que nos vamos abandonando. Que el estrés estaba ahí para salvarnos la vida y ahora se ha convertido en un veneno de liberación lenta que acabará llevándosenos por delante. Una cosa tras otra. Con criterio, con sentido común. Y para adelante.
Pero sin olvidar el ahora, que es lo único que realmente existe. Y, ¿saben una cosa?, si se ríen, es mejor. Empezamos año, proyectos, propósitos de enmienda, ilusiones… No los perdamos antes de empezar febrero y aprendamos a agarrar con fuerza este día, este instante, porque nuestras únicas posesiones no son una casa (hipotecada), una cuenta (remunerada) o un coche (comprado a plazos). Son estos instantes, en soledad o en buena compañía, que, no se olviden, son la esencia de la vida. Esa que pasamos haciendo planes. Por un 2025 lleno de ilusión, salud, personas, grandes momentos, familia, amores y amigos. Y risas.Me reía con ganas esta mañana. No me acuerdo del motivo, pero sé que no era algo especialmente desternillante. Tal vez ni siquiera divertido. Pero un día que había empezado regular se había ido arreglando y todo con pequeñas cosas. Entre las que no ha faltado la tristeza.
Una visita a una residencia de la tercera edad es un tremendo bofetón de realidad. Un viaje a ese futuro que queremos obviar, pero que se acerca implacable. Algún día seremos los que hoy vamos a visitar. ¿Y por qué me reía después? Pues porque hoy tenían muchas visitas, porque tendrán que contar que han ido a verles y se habrán sentido un poco menos solos. Entre tanta gente, no se puede evitar respirar la soledad. Y sienta bien ser por ese rato conversación y motivo de alegría.
He recordado aquellas palabras de un gurú de la motivación: “Nunca vas a estar mejor que ahora”. Entre los ejercicios de procrastinación no falta dejar para más tarde ese viaje, ese capricho, ese disfrutar, ese ponerse el mundo por montera… Todo lo bueno es después y ahora sólo nos queda surfear entre obligaciones y buscar una ola de respiro entre uno y otro deber. Error. Empecemos por lo fácil: por reírnos. También de nosotros mismos. Oxigenemos nuestra mente con una risa que nos permita olvidar esas sensaciones a las que nos vamos abandonando.
Que el estrés estaba ahí para salvarnos la vida y ahora se ha convertido en un veneno de liberación lenta que acabará llevándosenos por delante. Una cosa tras otra. Con criterio, con sentido común. Y para adelante. Pero sin olvidar el ahora, que es lo único que realmente existe. Y, ¿saben una cosa?, si se ríen, es mejor. Empezamos año, proyectos, propósitos de enmienda, ilusiones… No los perdamos antes de empezar febrero y aprendamos a agarrar con fuerza este día, este instante, porque nuestras únicas posesiones no son una casa (hipotecada), una cuenta (remunerada) o un coche (comprado a plazos). Son estos instantes, en soledad o en buena compañía, que, no se olviden, son la esencia de la vida. Esa que pasamos haciendo planes.
Por un 2025 lleno de ilusión, salud, personas, grandes momentos, familia, amores y amigos. Y risas.
Una visita a una residencia de la tercera edad es un tremendo bofetón de realidad. Un viaje a ese futuro que queremos obviar, pero que se acerca implacable. Algún día seremos los que hoy vamos a visitar. ¿Y por qué me reía después? Pues porque hoy tenían muchas visitas, porque tendrán que contar que han ido a verles y se habrán sentido un poco menos solos. Entre tanta gente, no se puede evitar respirar la soledad. Y sienta bien ser por ese rato conversación y motivo de alegría.
He recordado aquellas palabras de un gurú de la motivación: “Nunca vas a estar mejor que ahora”. Entre los ejercicios de procrastinación no falta dejar para más tarde ese viaje, ese capricho, ese disfrutar, ese ponerse el mundo por montera… Todo lo bueno es después y ahora sólo nos queda surfear entre obligaciones y buscar una ola de respiro entre uno y otro deber. Error. Empecemos por lo fácil: por reírnos. También de nosotros mismos. Oxigenemos nuestra mente con una risa que nos permita olvidar esas sensaciones a las que nos vamos abandonando. Que el estrés estaba ahí para salvarnos la vida y ahora se ha convertido en un veneno de liberación lenta que acabará llevándosenos por delante. Una cosa tras otra. Con criterio, con sentido común. Y para adelante.
Pero sin olvidar el ahora, que es lo único que realmente existe. Y, ¿saben una cosa?, si se ríen, es mejor. Empezamos año, proyectos, propósitos de enmienda, ilusiones… No los perdamos antes de empezar febrero y aprendamos a agarrar con fuerza este día, este instante, porque nuestras únicas posesiones no son una casa (hipotecada), una cuenta (remunerada) o un coche (comprado a plazos). Son estos instantes, en soledad o en buena compañía, que, no se olviden, son la esencia de la vida. Esa que pasamos haciendo planes. Por un 2025 lleno de ilusión, salud, personas, grandes momentos, familia, amores y amigos. Y risas.Me reía con ganas esta mañana. No me acuerdo del motivo, pero sé que no era algo especialmente desternillante. Tal vez ni siquiera divertido. Pero un día que había empezado regular se había ido arreglando y todo con pequeñas cosas. Entre las que no ha faltado la tristeza.
Una visita a una residencia de la tercera edad es un tremendo bofetón de realidad. Un viaje a ese futuro que queremos obviar, pero que se acerca implacable. Algún día seremos los que hoy vamos a visitar. ¿Y por qué me reía después? Pues porque hoy tenían muchas visitas, porque tendrán que contar que han ido a verles y se habrán sentido un poco menos solos. Entre tanta gente, no se puede evitar respirar la soledad. Y sienta bien ser por ese rato conversación y motivo de alegría.
He recordado aquellas palabras de un gurú de la motivación: “Nunca vas a estar mejor que ahora”. Entre los ejercicios de procrastinación no falta dejar para más tarde ese viaje, ese capricho, ese disfrutar, ese ponerse el mundo por montera… Todo lo bueno es después y ahora sólo nos queda surfear entre obligaciones y buscar una ola de respiro entre uno y otro deber. Error. Empecemos por lo fácil: por reírnos. También de nosotros mismos. Oxigenemos nuestra mente con una risa que nos permita olvidar esas sensaciones a las que nos vamos abandonando.
Que el estrés estaba ahí para salvarnos la vida y ahora se ha convertido en un veneno de liberación lenta que acabará llevándosenos por delante. Una cosa tras otra. Con criterio, con sentido común. Y para adelante. Pero sin olvidar el ahora, que es lo único que realmente existe. Y, ¿saben una cosa?, si se ríen, es mejor. Empezamos año, proyectos, propósitos de enmienda, ilusiones… No los perdamos antes de empezar febrero y aprendamos a agarrar con fuerza este día, este instante, porque nuestras únicas posesiones no son una casa (hipotecada), una cuenta (remunerada) o un coche (comprado a plazos). Son estos instantes, en soledad o en buena compañía, que, no se olviden, son la esencia de la vida. Esa que pasamos haciendo planes.
Por un 2025 lleno de ilusión, salud, personas, grandes momentos, familia, amores y amigos. Y risas.