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La directriz La directriz

La directriz

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Raquel Fuertes
Esta columna se iba a llamar La consigna. Pero esta vez no he querido que se dispersara el significado entre juegos de polisemia. Directriz es directo: algo que dirige. Y que, en la situación de la que quiero hablar, se transforma en la ristra de palabras clave que nos van deslizando nuestros políticos para que, como corderitos analfabetos sin criterio asimilemos cada jornada su mantra en nuestro pensamiento y presida nuestras tertulias informales no remuneradas.

Es realmente vergonzoso (no soporto que me tomen por tonta sin siquiera conocerme) repasar cómo la ristra de ministros y portavoces en diferentes y dispares foros repiten cada día la consigna de la jornada: tranquilidad, sorpresa (a veces son antitéticas), confianza, fango… Repasen un poco y podrán recuperar alguna de estas joyitas que siguen el mecanismo de la propaganda: palabras fáciles de retentiva y repetición que generen sentimiento de pertenencia a un grupo, ambiente de crispación y odio al otro. Porque siempre hay otro. Ahí está la clave.

Imagino a nuestros representantes públicos lavándose los dientes por la mañana, con el teléfono apoyado en el lavabo, recibiendo el mensaje con las dos palabras clave que, pregunten lo que le pregunten, va a tener que contestar durante la jornada. Porque la opinión del Gobierno, al menos por bandos, es una, grande y libre (total, si ya me van a meter en la fachosfera, que se retraten aquí los que siguen maniobras propias de totalitarismos y populismos).

¿Y al otro lado de este paupérrimo ring? Pues en vez de aprovechar para ser creativos, mostrar opiniones fundamentadas y espíritu crítico (o sentarse a ver pasar el cadáver político del rival, al estilo de Rajoy) la oposición hac seguidismo y se apuntan también a lo de la voz única. Ni siquiera buscan el sinónimo. Unos y otros, para que los necios votantes que deben considerar que somos, repiten las mismas palabras sin margen para la interpretación. No sea que nos dé por pensar y nos percatemos de que, hoy por hoy, parece que no hay nadie al volante. A ningún lado.