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Eso no es así Eso no es así
EFE/ Mariscal

Eso no es así

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Raquel Fuertes

Llevo unos días (con sus noches) sufriendo los efectos perniciosos de los desarreglos termostáticos asociados a la menopausia. Mi columna iba a ir de esto después de constatar que da igual el gélido Berlín de febrero que la primavera adelantada del Mediterráneo español: una menopáusica es capaz de sofocarse independientemente de la temperatura exterior y de los preparados de origen natural que tome.

Sé que a muchos de ustedes esto les aburre (yo creo que es un asunto de salud pública dejado de lado que requiere un abordaje en profundidad), pero no ha sido ese el motivo para cambiar mi texto.

Lo visto el martes en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros parece sacado del guion malo de una de esas series que pasan desapercibidas en las plataformas digitales. A nadie en su sano juicio se le ocurriría el esperpento de sentar a dos ministras (una de ellas, además, vicepresidenta) de un mismo Gobierno para, en teoría, anunciar una medida estrella y que las dos acaben contradiciéndose y diciéndose por lo bajini (con micro abierto) “eso no es así”, desautorizando a la que en ese momento intervenía.

No entiendo cómo en un órgano colegiado por el que pasan las decisiones más importantes sobre el futuro de nuestro país se hablen las cosas a medias. No sé si algunos dicen medias verdades o si es que otros se han dormido (como suelo hacer yo) en mitad de la peli y cuando salen a contarla no se han enterado de lo transcurrido en unos minutos decisivos para interpretar correctamente la trama.

La subida del SMI ha utilizado como herramienta de propaganda estos años. Quizás sin tener en cuenta a las empresas, como muchos aducen, pero tampoco a las necesidades reales de los trabajadores, los que deberían ser los principales beneficiarios de una medida que ha subido más del 50% este salario mínimo en apenas seis años y que, en realidad, como todos, han visto disminuir su poder adquisitivo. No es baladí que tengan que pagar o no IRPF: si han de pagar, la mayor parte de la subida la absorberá el impuesto, cargando a los empresarios con más costes sin que el empleado vea apenas la diferencia. Una vez más, gana la banca. Aunque aquí se llame Estado. Eso no es así.