Llevo perdida más de media hora de mi vida intentando que la información de mi viejo (léase viejo en metraje electrónico y no humano) teléfono pase al nuevo asignado por la empresa. Mi recuerdo de las últimas veces era algo bien sencillo: ibas pulsando “siguiente” compulsivamente con los dos teléfonos cerca, aceptando probablemente la venta de mi alma al diablo en cada pliego de condiciones sin revisar, cambio de SIM de uno a otro terminal y listo.
Pero hoy, aunque el cambio era entre diferentes generaciones del mismo móvil (y no eran de los de la manzanita) la cosa se ha enquistado. De hecho, iban pasando los minutos y me iba tensionando al ver que esta columna estaba sin escribir y que la operación de clonado no iba ni para adelante ni para atrás. Un estancamiento imprevisto puesto que me las prometía muy felices al inicio del proceso.
Confieso que ha llegado un momento en el que he decidido tirar la toalla. Sin excusas. He empezado a clicar sobre la flecha de ir atrás para intentar llegar al principio, a esa pantalla donde te saludan en toda clase de idiomas y alfabetos en un claro momento Escarlata de procrastinación (“ya lo pensaré mañana”). Pero he debido asustar al nuevo dispositivo porque a mitad de desandar el camino se ha puesto a transferir datos.
Y así, a lo tonto, me he ido a ese limbo en el que ahora vivo: con mi teléfono de cuatro (como mucho) años liberándose de la carga de los datos acumulados en estos pocos años que en digital equivalen a una eternidad contada en gigas y con mi nuevo teléfono con el aspecto del viejo (incluido mi fondo de pantalla de una senda de La Virgen de la Vega), pero con unos sombreados extraños que me advierten de que, en realidad, no puedo usar nada. Ni en el uno ni en el otro.
Pasaré pues lo que queda de tarde manteniendo la proximidad entre ambos para que se haga amiguicos, como decía mi abuela, y nos prepararemos digitalmente para acometer con cautela la segunda semana del año, primera de rebajas y de la gran cuesta con la que amenaza este enero en el que nos desayunaremos a diario con la sección de sucesos y tribunales. Nada nuevo bajo el sol. Excepto mi dispositivo.