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Diez o doce mil Diez o doce mil

Diez o doce mil

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Raquel Fuertes
Por lo visto dos mil personas pueden ser la diferencia a la hora de tomar decisiones importantes. No en su vida particular, entiéndanme, sino en cuestiones de calado para la ciudadanía (esta palabra ya me suena siempre a asignatura -pendiente-…). En Palma, una de las ciudades españolas (y cada vez son más) tomadas por el turismo, se manifestaron 10.000 personas hartas de que los pisos turísticos se adueñen de las ciudades propiciando que haya zonas prácticamente desiertas que se llenan por oleadas discontinuas. Entretanto, las personas que intentan continuar su vida en las ciudades (no todos podemos vivir en los pueblos habitualmente) pelean cada día por encontrar un alojamiento (hoy, sinónimo de habitación) en el que poder descansar entre trabajo y trabajo con cierta dignidad.

Por supuesto, no estoy en contra del turismo, pero quizás deberíamos replantearnos el modelo y buscar opciones que proporcionen trabajo y riqueza y no que condenen a nuestros hijos a marcharse fuera de España porque aquí cada vez se les agoten más las opciones de independizarse. Aunque consigan un trabajo con (sobre el papel) un sueldo decente, su capacidad adquisitiva real es tan baja que ni soñar con un alquiler pueden en cada vez más zonas de España.

Y este el descuelgue inmobiliario no sólo llega a los jóvenes emancipados. Las familias o adultos solos con (en teoría) un buen trabajo cada vez lo tienen más difícil para vivir con cierta tranquilidad inmobiliaria.

¿Y por qué 2.000 ciudadanos manifestándose pueden ser la diferencia? Pues porque 12.000 personas en la puerta de Ferraz (Madrid, más de 3 millones de habitantes y aportación de autobuses de provincias varias) fueron suficientes para que Pedro Sánchez tomará la crucial decisión de seguir adelante al frente del Ejecutivo de este fangoso país tras sus cinco días de reflexión. En cambio, 10.000 en Palma (unos 400.000 habitantes, y es sólo un ejemplo) no son suficientes para que gobiernos municipales, autonómicos y central se pongan de acuerdo para resolver uno de los problemas reales de la gente (mira que acabar parafraseando a Rajoy… qué mal está la cosa): la vivienda.

Que no sólo la tensiona el turismo descontrolado, pero por algún sitio hay que empezar antes de que se nos acabe de ir de las manos.