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Demagogia Demagogia
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Raquel Fuertes
Al final todo es marketing. Quieren hacerse con nuestro favor, nuestro voto, nuestra adhesión o nuestra fe ciega. Y para ello no dudan en decirnos justo eso que queremos escuchar para sentirnos reafirmados en nuestras creencias. Así, nos sentimos dentro del grupo, partícipes, integrados y, normalmente, enfadados con los otros. Pero con nuestros oídos regalados por esa música celestial que son los eslóganes que nos hacen sentir adalides de nuestra particular lucha. Desde luego, encontrar un propósito siempre ayuda en aquello de darle sentido a una existencia que, si nos descuidamos un poco, puede pasar a convertirnos en meros recursos productores. Así, nos aferramos a esas ideas convertidas en ideología, encuadradas en un ideario político, en una religión o en unos estatutos. Mientras los líderes consiguen rentabilizar la demagogia reforzando con taimadas estrategias de fidelización nosotros vamos perdiendo nuestra identidad para ir integrándonos en grupos cada vez más digitales y de menos provecho.

Leía esta semana todas las barbaridades alrededor de la fianza de Alves (un tipo por el que nunca he tenido simpatía y al que sólo le faltaba cometer un delito tan repugnante como este) y me daba cuenta de cómo nos manipulan a su antojo apoyándose en nuestra ignorancia.

“Con pasta puedes violar y salir de rositas”, “Violar es posible si eres rico”… Como la mayoría no dominamos el Derecho Penal no se tiene en cuenta la parte de pena cumplida en prisión preventiva o que, precisamente, si sale de prisión bajo fianza de un millón es porque tiene un patrimonio con el que se puede permitir esa cantidad. Otro hombre en análogas circunstancias y menor patrimonio saldría igualmente de prisión (si su abogado así lo solicitase), pero con una fianza más baja. Pero no, esto no lo vamos a contar. Tampoco contaremos los meses de prisión que ha ahorrado con la aplicación de la nueva ley (sí es sí o no es no, como gusten). Un tipo antipático, encima futbolista y forrado, viene muy bien para un discurso que se vende como feminista y de izquierdas y con el que, en realidad, insultan a las personas feministas y de izquierdas no expertas en temas legales. No tengo espacio para ejemplos del otro lado, pero, si mi columna sobrevive a la Semana Santa, los buscaré. Nos toman por tontos.