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Como una reina Como una reina

Como una reina

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Raquel Fuertes
No soy monárquica. Ni republicana. Igual que no me alineo con las posturas de ningún partido político (por supuesto, tengo mis líneas rojas en los extremos) y cada vez he de pensar mi voto, no creo que elegir tatuarme una u otra forma de gobierno sea necesario.

Dicho esto, viendo lo que le está cayendo y viendo cómo es su actitud pública, por ahora, sí, soy letizista. ¿Por qué? Pues porque a esta señora no le cambio ni un minuto de su vida. De nada valen privilegios, sueldos públicos (muchas puertas giratorias rentan más), palacios anticuados ni joyas de pasar cuando no se tiene lo más esencial: libertad. Aquí llegarán la recua de republicanos irredentos para decir que nadie la ha elegido que es una institución arcaica en tiempos modernos… Olvidamos que en la Constitución se votó “monarquía parlamentaria” y que esta mujer era una periodista que conoció a un hombre, que resulta que era príncipe y así, por cosas del corazón (no elucubro si hubo alguna intención alejada de lo que es puro amor) se vio convertida en reina.

Expuesta a que te critiquen si vas de Zara. Si vas de Carolina Herrera. Si te tiñes. Si no te tiñes. Si repites traje. Si gastas mucho en ropa. Si estás delgada. Si te has operado la nariz. Si no te llevas bien con tu suegra. Si con tu cuñado has tenido una relación más estrecha de la cuenta. Si haces mala cara. Si te ríes demasiado. Si te sientas muy cerca de los Gomaespuma. Si eres una estirada. Si le das sopa de acelgas a las niñas. Si te has vuelto muy exquisita. Si rompes el protocolo y le haces carantoñas a un niño. Si no aciertas con el traje. Si detestas a tu familia política. Si lloras por la muerte de tu hermana. Si ya no vas ni a la boda de tu prima. Si vas al tanatorio, pero no al entierro. Si eres perfeccionista. Si te vas de vacaciones. Si no te vas. Si haces mucho deporte. Si te preocupas por la salud mental o por las enfermedades raras. Si vas a misa. Si vas al cine. Si no te gusta Mallorca. Si proteges a tus hijas. Si apareces descuidada. Si te obsesiona tu imagen… Y sin poderte defender.

Nadie (nadie) soportaría ese escrutinio. Y muy pocos serían capaces de salir a hablar como lo hizo la reina en el cierre del acto sobre las enfermedades raras: con conocimiento, cercanía, profesionalidad, con una sonrisa y sin papeles. Ojalá, perdida la libertad, le hubieran dejado en Zarzuela, al menos, la naturalidad.