Hasta ahora era el cumpleaños de mi cuñada y poco más. Sin embargo, aunque me muevo entre la baja probabilidad o si es una fake news, es la fecha que baraja la NASA para el impacto de un asteroide que produciría una extinción masiva. Y, ¿saben lo que les digo? Que tal y como pinta el futuro y con los dos años de porca miseria que venimos arrastrando, casi que provoca alivio ante tanta desazón.
Algo inevitable que nos permita vivir estas semanas como presagiaban aquellos ilusos que hablaban sobre que saldríamos mejores y otras pamplinas. “Los felices 20”. Ja. Ahora que ya nos conformaríamos hasta con el regulinchi seguimos sumando contrariedades en formato de momento histórico y, vuelvo a la frase de mi abuela, esto ya se va pareciendo a “la fin del mundo”.
De momento, y cito aquí a mi madre, el “guerrazo” ya lo tenemos a 20 km de territorio OTAN y ni siquiera los buenos presagios de Juan Roig sobre que no pasaremos hambre nos consuela cuando nos llegan memes de que vamos a acabar comprando albóndigas en Ikea y estanterías en Mercadona (el aceite convertido en el papel higiénico de 2022).
Cuando leía entre risas (nerviosas) que 2022 estaba quedando como el mejor de la trilogía aún no nos había caído la plaga de langostas. Todo se andará. De momento, marzo nos regala cielos tristes y opacos que se mueven entre un tétrico gris y un apocalíptico naranja que nunca esperamos ver fuera del cine.
Sigue (y repunta) la pandemia, Putin no tiene miedo a acercarse a la frontera de Polonia, la OTAN responderá ante cualquier provocación y mientras, todos cruzamos los dedos para que China haga cuentas y vea que hacemos más gasto los de este bloque que los supuestos amigos de Putin.
Y los pobres ucranianos huyendo como pueden de sus vidas para iniciar un camino de desarraigo en quién sabe dónde. Y los pobres rusos sin saber cómo se la está jugando su idolatrado presidente. Y los pobres humanos esperando a ver si nos va a dar tiempo de ver la invasión alienígena (lo último que falta en esta loca programación) o si nos vamos a tener que conformar con una amarga escalada química o nuclear.
De verdad, hay raticos en los que la posibilidad del apocalipsis del 6 de mayo casi consuela. Por cierto, cae en viernes.