Viaje alucinante a los mares primigenios. Las reconstrucciones del Mar Jurásico se han hecho a partir de registros fósiles
Recorrer el nuevo espacio de Dinópolis es descubrir la historia de la vidaMar Jurásico, el nuevo recorrido de Dinópolis que abrió sus puertas al público el pasado jueves, es espectacular. Es como realizar un viaje alucinante a lo más profundo de los mares primigenios, el caldo de cultivo de la vida en este planeta y en el que nosotros, los humanos, también tenemos nuestros orígenes a partir de los primeros vertebrados que empezaron a moverse por esos mares. Es lo que muestra esta nueva exposición museográfica en la que detrás de la espectacularidad de sus espacios y recreaciones audiovisuales hay divulgación del conocimiento, a pesar de que el mundo acelerado en el que vivimos invite tal vez al visitante a hacer un recorrido rápido por estas nuevas instalaciones.
El que se pare descubrirá un mundo fascinante poblado por seres fantásticos que no son fruto de la imaginación sino de la investigación científica. Para poner en marcha Mar Jurásico, los paleontólogos de la Fundación Dinópolis y los técnicos de las empresas adjudicatarias de los contenidos audiovisuales han echado horas para conseguir que, además de bonito, sean fieles a la historia de la vida.
Recorrer Mar Jurásico con los paleontólogos de la Fundación, que este año cumple su veinticinco aniversario, es descubrir la historia de la vida y comprender lo que se muestra en este nuevo contenido, en el que las cifras son espectaculares, tanto de inversión (9,2 millones) como de especies que se han reconstruido, y de la tecnología que se ha empleado.
Mar Jurásico muestra parte de la historia de la vida en donde nació, en el caldo primigenio de los océanos, y lo de hace de manera universal, pero es un viaje de va de lo global a lo local, y de lo local a lo global. El recorrido está sapilcado de referencias y la presencia de especies descubiertas en Teruel, y si se toma el tiempo necesario, uno vuelve a tomar conciencia de que la provincia es uno de los lugares más ricos del mundo en recursos paleontológicos.
Se constata nada más entrar en este recorrido museístico donde los fósiles están pero no se ven, sino que lo que se muestra es lo que los mismos fueron en vida. Es la labor de los paleontólogos, interpretar cómo eran e inferir hasta los comportamientos que tenían los animales extintos. Por eso al final del recorrido se muestra uno de los dinosaurios más impresionantes que han existido, Spinosaurus, en una sala que se abre a todas las interpretaciones y al debate científico candente que hay hoy en día sobre el comportamiento de estos colosos.
Hacer el recorrido con el paleontólogo de la Fundación Dinópolis, Eduardo Espílez, y con el director gerente de la institución científica, Alberto Cobos, es abrir los ojos a lo oculto, a lo que hay detrás de tanta tecnología. La misma se ha usado para mostrar cómo serían esos fósiles en vida, siempre con la premisa de que la ciencia está en continua evolución y lo que hoy se infiere puede cambiar más adelante por el uso de nuevas técnicas de estudio o de nuevas evidencias.
Cobos se refiere a ello con Spinosaurus ante la discusión científica que hay hoy entre los paleontólogos. Los científicos de la Fundación no se decantan ni por una ni por otra hipótesis, sino que muestran ambas.
Gigantes
Estos gigantescos dinosaurios carnívoros que vivieron en el Cretácico y cuya cabeza era como la de los cocodrilos, además de estar dotados de una aleta dorsal en forma de vela, alcanzaron tamaños de hasta 12 metros de largo, como el esqueleto que se ha reconstruido en Mar Jurásico.
Solo hay otras dos reconstrucciones de este esqueleto en el mundo, más pequeñas, porque la de Teruel se ajusta a las últimas novedades que apuntan que su tamaño pudo alcanzar esas proporciones. En la misma sala, a través de la realidad inmersiva, el visitante puede conocer las dos hipótesis en discusión que hay abiertas hoy, la de que tuviese hábitos acuáticos como los cocodrilos, o que más bien fuesen terrestres en ambientes costeros y lacustres.
En el centro de la sala se exhibe el esqueleto con su cola adaptada para moverse en el agua como si fuese un cocodrilo, y a través de recreaciones audiovisuales que se proyectan sobre las paredes se le puede ver nadando y cazando bajo el agua en un lado, mientras que en otro, en la superficie, se comporta como si fuese una garza.
Es un ejemplo muy singular de lo que se ha hecho en Mar Jurásico. El otro detalle es la profusión con la que explica Eduardo Espílez cómo se ha trabajado en las reconstrucciones de todos los animales que aparecen en los distintos espacios en los que se divide este recorrido.
Directrices científicas
Comenta que las directrices científicas a las empresas de las subcontratas que se han dedicado a hacer la reconstrucciones ha sido constante. Horas de trabajo en las que se pulía y pulía la reconstrucción para que la misma se ajustase no a la creatividad del artista virtual, sino al rigor científico, a lo que cuentan de verdad los fósiles.
Nada más acceder al recorrido, uno se topa con seres aluciantes, como Hallucigenia o Wiwaxia, un molusco antecesor de los gasterópodos que se mueve en las ventanas que dan a los océanos de Mar Jurásico con un realismo increíble.
Mar Jurásico es solo el nombre comercial de este nuevo espacio de Dinópolis, porque en realidad el visitante se sumerge en un mundo acuático que arranca hace 541 millones de años y llega hasta hace 95 millones, que es cuando vivió Spinosaurus, el dinosaurio que cierra el recorrido.
Por eso la visita comienza en plena Explosión Cámbrica, en el Paleozoico. Espílez, que es un apasionado de los fósiles de esta era desde niño y los veía en sus salidas al campo, cuenta cómo en el Cámbrico se produce un gran desarrollo de la vida en los océanos, lo que no quiere decir que antes no lo hubiese. Lo que pasó es que los animales marinos empezaron a desarrollar caparazones que por su dureza han podido fosilizar muy bien.
Yacimiento de Murero
Prueba de ello es el yacimiento de Brugess Shale en Canadá, uno de los más importantes del mundo y en cuyos fósiles se han inspirado las recreaciones que alberga Mar Jurásico. Pero también está representado el afloramiento de Murero, en la provincia de Zaragoza.
En esos fósiles se han basado las reconstrucciones de los animales al darles vida a través de la recreación virtual. “Eso es importante, porque si no, con la información que tenemos hacemos otro animal”, advierte. Hasta tal punto llegó el rigor, que durante la fase de reconstrucción surgieron preguntas como si los ictiosaurios tenían párpados, cuando no hay nada escrito sobre ello en la literatura científica, ni tampoco los especialistas se pronuncian con contundencia.
Este reptil marino es uno de los que se muestran en el Acuario como si estuviese vivo, en concreto una especie llamada Ophthalmosaurus. Los especialistas no se mojan sobre esta cuestión porque “no han llegado a ese grado de detalle”, cuenta Espílez, por lo que al final decidieron darle una rugosidad en los ojos “que le da vida, y si quieres pensar que tenía párpados lo ves, y si no, pues no lo ves”.
La anécdota ilustra cómo ha sido el grado de detalle y de trabajo en las reconstrucciones que se han hecho. “Han sido muchas horas de debate con cada bicho”, cuenta. Y no valían las recreaciones que a veces se hacen en las películas.
Mejores reconstrucciones
“Con algunos animales hemos conseguido hacer las mejores reconstrucciones que hay ahora mismo”, afirma orgulloso. Es el caso de Oppabinia o de Naraoia, un trilobite también aparecido en Murero que el visitante puede seguir con sus pisadas por una charca e interactuar con él en la recreación que se ha hecho, porque es otro de los objetivos que se tenían, construir una realidad inmersiva pero sujeta a criterios científicos.
Es así como irrumpen a lo largo de todo el recorrido, en las pantallas interactivas o en las recreaciones, fósiles turolenses como los de Bueña, las icnitas de Iberosauripus grandis, en la zona del recorrido donde se han recreado dos dinosaurios carnívoros del género Torvosaurus enfrentándose, uno de los cuales acaba devorado por un reptil marino que ataca por sorpresa.
La tortuga del Jurásico Riodevemys, hallada en Riodeva, es otro de los especímenes que se recrean en el acuario, o al final del recorrido, anunciando ya la próxima ampliación dedicada a los espacios aéreos, el reptil volador Iberodactylus andreui, nuevo género descrito en Obón, en el mismo espacio de la costa y ribera que comparte con Spinosaurus. Cobos recuerda que parientes de los espinosaurios también hubo en Teruel, puesto que se han hallado fósiles de barionicinos. Incluso Camarillasaurus, el terópodo descubierto en Camarillas , sería un barionicino. Así es como el viaje alucinante de Mar Jurásico sumerge al visitante en un mundo sin fin, el de la fascinante historia de la evolución de la vida en el planeta por tierra, mar y aire.
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