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Un programa de prevención de drogas desarrollado en Teruel muestra su eficacia Un programa de prevención de drogas desarrollado en Teruel muestra su eficacia
El profesor de Psicología del Campus de Teruel Víctor Villanueva acaba de terminar su tesis sobre prevención de drogas

Un programa de prevención de drogas desarrollado en Teruel muestra su eficacia

La tesis de Víctor Villanueva explica cómo trabajar a través de las habilidades para la vida
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Víctor Villanueva, profesor del grado de Psicología de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas del Campus de Teruel, ha terminado su doctorado con la tesis Diseño y evaluación de la eficacia de un programa de habilidades para la vida en la prevención de consumo de sustancias en adolescentes, un proyecto que se desarrolló en tres institutos turolenses y que demostró científicamente su utilidad, sobre todo para reducir el consumo de alcohol en los chicos de entre 12 y 14 años.

La investigación, dirigida por  el catedrático de la Universidad de Santiago de Compostela Elisardo Becoña Iglesias, que es referente a nivel nacional en temas de prevención, incluyó un completo análisis de las políticas y la legislación en materia de prevención y también profundizó en las características de los programas eficaces demostrados científicamente.

Tras esta tarea, se diseñó un programa preventivo para primero y segundo de Educación Secundaria que se aplicó con cerca de 900 jóvenes turolenses en los institutos Santa Emerenciana, Vega del Turia y Francés de Aranda y que se evaluó para comprobar su eficacia. La actividad se desarrolló en los cursos 2012-2013, 2013-2014 y 2014-2015, aunque el programa se ha mantenido en los cursos 2016-17 y en este 2017-2018 en los IES Santa Emerenciana y Vega del Turia, a petición de los propios centros educativos.

“Los objetivos eran fomentar el desarrollo de las habilidades generales para la vida y mejorar el ajuste psicosocial y con ello disminuir el uso de drogas, así como de conductas agresivas y conductas discriminatorias de género. Aunque la tesis se centró exclusivamente en el tema de disminuir el consumo de drogas”, explicó Víctor Villanueva.

La propuesta se estructuró en diez sesiones de 50 minutos para primero de la ESO y siete para segundo. En primero de la ESO se trabajaron habilidades de comunicación, emociones, empatía, asertividad -comparándola también con la conducta pasiva agresiva-, habilidades para la cooperación y a partir de ahí trabajaron todo en grupos y prevención del uso de alcohol y tabaco. Tras abordar esos contenidos se dedicaron tres sesiones a trabajar habilidades de resistencia hacia la presión del uso de estas dos drogas, a partir de unas dinámicas interactivas basadas en formatos cómic y un audiovisual y en la última sesión se hizo un repaso de estos componentes. 

En segundo de la ESO, lo que se hizo fue trabajar transversalmente estos componentes sobre problemáticas específicas. Así se abordaron cuestiones como los estereotipos de género, el acoso escolar, se hizo un refuerzo de alcohol, tabaco y se introdujo el tema del cannabis, se trabajó la autoestima. Además durante tres sesiones se desarrolló un proyecto de promoción de la conducta prosocial y salud.

En total el estudio se realizó con 893 jóvenes, hubo un grupo experimental de unos 600 adolescentes a los que se aplicó el programa y otros 300 como grupo control (que no recibieron la acción preventiva, si bien una vez terminado la investigación sí que lo hicieron). Se trató pues de un estudio cuasiexperimental controlado, con un grupo de control y grupo experimental no aleatorio longitudinal en tres tiempos de medida. 

Se analizó el consumo de  alcohol, las borracheras, el tabaco y el cannabis. Se hizo una evaluación de la edad de inicio y de la frecuencia del consumo (en los últimos doce meses y en los últimos 30 días). Se preguntó a los adolescentes antes de realizar e programa, al terminarlo y a los seis meses. De esta forma se pudo evaluar la efectividad del programa.

Villanueva explicó que “hay que hacer una diferenciación de lo que es evaluación de la satisfacción de la eficacia. Una cosa es que un programa guste, parezca divertido, las familias el profesorado o el alumnado sienta que ha sido útil... eso es una percepción pero eso no es una evaluación de resultados”. Para eso, señaló el experto hay que hacer diseños experimentales con pre, post y seguimiento en el que se compruebe cuál es el nivel de información, las actitudes pero también la conducta de consumo. “Tiene que haber cambios de actitud y sobre todo comportamentales, si no se traduce en un comportamiento que es consumir menos o no consumir pues entonces no es eficaz”, insistió.  

Así, la evaluación que se realizó del modelo diseñado por Villanueva y aplicado en Teruel mostró que su mayor eficacia fue en el consumo de alcohol. Se logró retrasar en torno a un mes la edad de inicio en el consumo de alcohol y en torno a un mes y medio las intoxicaciones etílicas. Sin embargo, apenas se encontraron efectos positivos con el uso del tabaco, aunque sí que se moderó un poco la frecuencia en los últimos 30 días. En el caso de cannabis no hubo mejoría, aunque la relevancia de su consumo era muy baja y por tanto era más difícil encontrar algún cambio.

En el seguimiento a los seis meses después de aplicar el programa, en algunos casos los efectos preventivos se mantenían pero disminuidos y en otros casos desaparecía. “Esto está en concordancia con lo que nos dice la evidencia científica que es que hace falta hacer sesiones de refuerzo porque si no las hacemos se va perdiendo el efecto preventivo”, explicó el profesor del grado de Psicología de Teruel. 

Este estudio permitió observar que la edad de inicio es inferior a la que muestran las encuestas Estudes del Plan Nacional sobre Drogas, uno de los motivos es que la edad media de este programa era de 12,7 años y la encuesta se pasa a jóvenes de 14 a 18 pero a pesar de ello, esta tesis mostró que el 45% de los chicos había consumido alcohol alguna vez, por eso, Villanueva señaló la necesidad de intervenir cada vez a edades más tempranas.

 

El papel de la familia, clave

La tesis de Víctor Villanueva ofrece también un modelo explicativo del consumo de drogas en la adolescencia. El programa tenía efectos predictivos en relación al consumo de alcohol, tabaco y cannabis pero de manera moderada porque había otras variables que también influían. Uno de los predictores más potentes era si sus padres consumían.

“Lo que nos está dando a entender este modelo es el papel importantísimo que tienen las familias y por tanto la importancia que tiene trabajar con ellas”, destacó el investigador. 

El programa preventivo aplicado en los institutos tenía un papel muy limitado -a pesar de que se había aplicado de forma rigurosa y se había evaluado- porque el consumo de drogas tiene una característica multicausal son múltiples los factores intervinientes. “No es suficiente con intervenir únicamente con los adolescentes desde el ámbito escolar con un programa de estas características con esto conseguimos un pequeño efecto preventivo pero luego hay que trabajarlo desde el ámbito familiar, desde el ámbito comunitario, es decir, desde otros ámbitos hay que ir trabajando todo ello para complementar”, indicó Villanueva que advirtió de la nula efectividad de acciones puntuales en materia de prevención o programas que no se evalúan científicamente.