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Un libro recopila los textos de Francisco Montero, el que fuera director de Lucha en los años sesenta Un libro recopila los textos de Francisco Montero, el que fuera director de Lucha en los años sesenta
Presentación del libro

Un libro recopila los textos de Francisco Montero, el que fuera director de Lucha en los años sesenta

“Buen sitio éste del Torico para oírle a Teruel el corazón”, escribió
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Escribió sobre pueblos, desde Aguaviva a Valderrobres. Sobre acueductos, torres, catedrales, fuentes y coplas. Dedicó un texto al Torico, la nieve y la estrella y hasta a las truchas de Guadalaviar. Francisco Montero estuvo algo menos de un año al frente del periódico Lucha en los años sesenta, mucho antes de convertirse en DIARIO DE TERUEL. Y de todo ello dio fe a través de sus textos. Un gaditano descubriendo para sí mismo y para los turolenses, a través de esta visión del viajero reflexivo, abierto a las maravillas escondidas, una provincia dormida en muchos aspectos. Hablamos de los años sesenta con una realidad que atenazaba ya el futuro de los pueblos que veían cómo los jóvenes emigraban a otros lugares. En ese contexto Montero decidió contar su particular visión de Teruel y sus pueblos desde la sección Mirador turolense del periódico, y ahora un libro que los recopila permite dibujar un singular retrato de aquel tiempo.

 “Habría que contarlo todo. Sin prisas. Las prisas en Teruel, por gracia y fortuna, poco tienen que contar. Cosa seria de centuplicar los sentidos para hacer la alabanza de lo mucho bueno que tiene la ciudad. En lo que anda mal no entra mi pluma. Que otros lo adeceren. Mi pluma quiere echarle sus alas a lo bueno y crepitador, a lo que tiene nobleza de sangre y linaje. Para eso digo yo que hace falta muy largo cántico, y es tierra Teruel que precisarla el donaire de millones de plumas alabadoras”. Así comienza el artículo del Torreón de los Ambeles que se recoge en el libro  Teruel la provincia dorada, y que, según leemos al principio del artículo, está dedicado a otro que fuera también director del rotativo, Carlos Hernández, que sueña un Teruel mejor aún que soñado. No es el único texto que incluye dedicatoria. Son artículos no muy extensos que así, recopilados en un libro, permiten tener una visión conjunta de Teruel de la que no se percataron quienes pudieron leerlos en las ediciones del periódico hace cincuenta años.

Cuando se cumplen dos décadas de la muerte de Montero, su hija Puri ha impulsado la publicación de este libro a través de la fundación que lleva el nombre de este polifacético escritor, novelista, poeta y periodista. 

Francisco Montero nació en San Fernando, en Cádiz, pero aterrizó en Teruel para dirigir Lucha de mayo de 1967 a abril de 1968. No llegó a un año al frente del rotativo, pero fu tiempo suficiente para que recorriera la provincia y diera cuenta de las sensaciones que extrajo de aquellas visitas. Las plasmó en una sección llamada Mirador Turolense, donde reflexionaba sobre cualquier asunto de la ciudad y de la provincia: su día a día.

Esta publicación recoge 40 de aquellos artículos dedicados en algunos casos a personas conocidas de la provincia, a turolenses ilustres y a muchas localidades y al quehacer diario de esta provincia.  “Este libro es un empeño personal de Puri, la hija del autor, que por fin ve la luz y que gentilmente nos ha cedido para darle difusión a través de su reparto en las 50 bibliotecas municipales que desde hoy ya cuentan con un ejemplar de este libro”, dice del libro el presidente de la institución provincial Ramón Millán.

En la presentación de la publicación la hija del autor y presidenta de la Fundación Francisco Montero Galvache, Purificación Montero, recordaba el “amor” de su padre por Teruel. “Creo que fue un verdadero enamoramiento entre mi padre y Teruel, que he vivido y que yo siento de igual modo”, decía Purificación Montero. 

La publicación ha contado con la colaboración de la Diputación de Teruel y de DIARIO DE TERUEL. Para el presidente de la institución provincial se trata de “una obra muy cuidada en su selección; reveladora de una realidad que no deberíamos olvidar como parte de nuestro pasado y muy objetiva y reflexiva de una persona llegada de fuera pero que quiso a Teruel como si fuera su tierra natal”.  

Memoria viva

Un libro que el director de DIARIO DE TERUEL, Chema López Juderías, dice en el prólogo hay que leer “intentando ponernos “dentro de los zapatos” de la sociedad turolense”. Destaca que los escritos son “memoria viva de Teruel y de su periódico” y mostraba su deseo de que algún día se pueda recuperar en otras publicaciones “la memoria histórica de la gente que ha escrito en el diario turolense desde su fundación”.

La hija del autor explicaba que los textos recopilados en el libro son solo una parte de los que Montero escribió durante los once meses que dirigió Lucha. “Hay material de sobra para hacer una segunda parte” así que no descarta que sea un proyecto para el futuro.

En los artículos encontramos sus reflexiones de muchos pueblos de la provincia, de su belleza patrimonial o sus recursos naturales o gastronómicos. También de la ciudad de Teruel y de las tradiciones y termina recogiendo discursos y pregones que ofreció durante su estancia, en Teruel, Albarracín, Aliaga, Alcañiz o Híjar, entre otros.

Es fácil tropezarse en cualquiera de ellos con cuidadas frases formadas con palabras escogidas para poner la belleza al servicio de la descripción de la realidad, con el filtro y la prosa propia de aquellos tiempos. 

Y como muestra, el texto Torico de la alegría que dedica a Alejandro Benedi, en el que habla del símbolo que preside la plaza pero también de esos cielos que nos deja este Teruel en los que poco reparamos: “Buen sitio éste del Torico para oírle a Teruel el corazón. Porque viéndole de las afueras adentro, sí se lo ve con la anchura de sus auroras y ponientes, tan lentos como los de Granada desde el alto aquel del moro Boabdil, el de las blandas llanteras. Muchas veces he pensado quién sería, o habría sido capaz de escribir las lumbres groellas, las naranjas increíbles de Teruel, rompiente su alba o cuando la luz se le queda como dormida en la salas miradas de sus torres” y añade unas líneas más abajo “Es un tema, no crean que no, y lo que me resulta extraño es que todavía no le hayan brotado a Teruel prosistas y poetas de, como ahora se dice, plena dedicación. De veras que sí. Convendría ir pensando en sosegar un poco los libracos tremebundos, que pocos leen, y agregar a su mérito museal el libro, a muchas manos, que Teruel necesita”.

Un viaje en kilómetros pero también de cinco décadas

La hija del que fuera director del periódico recordaba, durante su estancia en Teruel para la presentación del libro, cómo fue su primer contacto con la ciudad. “Evidentemente Teruel no tiene nada que ver con el de entonces, porque han pasado cincuenta años”, decía Purificación pero, de algún modo, explicaba que reconocía los parajes de su infancia “porque la esencia no la ha perdido”.

Aquella niña de apenas diez años que llegó a Teruel hace medio siglo iba andando sola desde el hotel Reina Cristina, donde estuvieron alojados entonces durante su estancia en la ciudad, hasta la redacción del periódico donde trabajaba su padre, “algo que era impensable” para una niña de 10 años en el Madrid del que venían.  

Ese particular viaje en el tiempo culminó tras la presentación del libro con un reencuentro con el que fuera su antiguo maestro, Jesús Cuesta. “Mis hermanos iban a La Salle pero yo no iba al colegio porque iba un curso adelantada”, explicó Montero. “Sin embargo Jesús Cuesta venía todos los días y me daba clases particulares. Yo entonces lo veía como un señor mayor”.