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Un Fernando Adrián arrebatado extasía al tendido turolense cortando dos orejas a su primero Un Fernando Adrián arrebatado extasía al tendido turolense cortando dos orejas a su primero
Puerta grande para Castella y Fernando Adrián. Antonio García/Bykofoto

Un Fernando Adrián arrebatado extasía al tendido turolense cortando dos orejas a su primero

Al torero madrileño lo acompañó, a hombros, el francés Sebastián Castella, que corto una oreja a cada toro
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Con un minuto de silencio en honor a don Carlos Esteban, quien fue vicepresidente de UTATE y asesor artístico de la plaza de toros de Teruel comenzó la corrida de toros del viernes, en la que los diestros Sebastian Castella, José María Manzanares y Fernando Adrián, quien entraba en puesto de Morante de la Puebla. Protestas ante la poca cara que traía el primero de la tarde, de José Vázquez. Meció el capote con suavidad Castella, a pesar de lo cual el toro sufrió una fuerte voltereta. Galleando por chicuelinas lo metió en el caballo, para que el de Vázquez recibiese un puyazo muy escueto, debido a la poca fuerza del animal. Con dos pares de banderillas se cambió el tercio, dos pares sin ninguna pasada en falso, lo que despertó una ligera protesta del tendido turolense. Fue dándole su tiempo el torero francés a un astado que hizo notoria su falta de fuerza desde el comienzo, espaciando en el tiempo las tandas, templadas ante la brusquedad del animal, que embestía con las manos por delante, y dando cabezazos. Estuvo dispuesto Castella, dejando una buena tanda por la izquierda, toreando muy en redondo, que levantó la plaza. Unas manoletinas y un pase del desprecio fueron la antesala de la suerte suprema. Se perfiló el francés, y dejó una estocada caída que hirió al animal de muerte, doblando en el burladero de matadores. Con una oreja se resolvió la faena. Silbidos en el arrastre al animal, castigando el público turolense la falta de trapío del toro de José Vázquez .

Echo por delante José María Manzanares el toro de Domingo Hernández, que de nuevo suscitó las protestas del público turolense, escuchándose, incluso aplausos pidiendo el cambio, y algún grito de “toro, toro”. Trapío, pedía el tendido, y no les faltaba razón. Con suavidad llevó en los vuelos del capote a su contrincante el alicantino. Se dejó crudo al de Hernández el picador, que solo puso un puyazo en todo lo alto, pero que no castigó prácticamente al animal. No molestarían ninguno de los tres pares que puso a cuadrilla de Manzanares, que dejaron los seis palos en la paletilla del astado. Buscó el de alicante cuidar la embestida del toro, tratando de hacerle las cosas desde el inicio bien, toreando despacio y largo, arrancando, desde el comienzo, los oles de la plaza de toros de Teruel. Desbordó por el pitón derecho calidad el de Hernández, dejando dos buenas tandas antes de coger la muleta con la mano izquierda. A pesar de tener buen son también por ese pitón, Manzanares pronto comprendió que la faena estaba sobre la derecha, por donde remató la lidia antes de dejar una estocada trasera pero efectiva. Oreja y petición, excesiva pero alta, de la segunda, que el presidente acierta en no conocer.

Adrián, triunfo seguro

Cinco faroles de rodillas recibieron al de José Vázquez, buscando meterse en el bolsillo, desde el comienzo, al tendido turolense Fernando Adrián. Se encontró con el caballo el toro, y simplemente ese fue el castigo que se llevó. Brindó en los medios Adrián la faena, encontrando el cariño del público. De rodillas en los medios, le dio un cambiado por la espalda, dos, tres… y la plaza restañó, entre olés, en un aplauso caliente. Entregado, el madrileño comenzó, con la mano derecha, dando una serie templada, encajada, de las que transmiten emoción. Dándole el tiempo necesario para que el animal recuperara, pero el justo para que no se desengañara, Adrián agarró la izquierda, y ahí, el toro se vino abajo, rajado, manseando, buscando irse de la pelea. Adrián no desistió y, sin dudar, atacó al toro, sin dejar que se fuese de los vuelos de la muleta. Teruel estaba viendo lo que pasaba en el albero, y le rindió honores, dándole calor y cariño. Volvió a la mano derecha, con una gran serie en redondo, acabando por pasárselo por la espalda, momento en el que se encendó el tendido, que ya andaba arrebatado con el madrileño. La estocada fue trasera, y un poco desprendida, y no consiguió su objetivo. Hubo de ir a por el descabello Adrián, acertando de un efectivo golpe. Tocó pelo, con dos orejas que abrieron la primera puerta grande de la feria.

Desparramando la vista salió el cuarto, de Domingo Hernández, para encontrarse con Sebastián Castella, que lo fue, poco a poco, fijando en el capote. Se arrancó pronto al caballo de picar, pegando derrotes debajo del peto, pero sin empujar de verdad. Volvió a pedir el cambio de tercio con dos pares Castella, pero, esta vez, el presidente se puso en su sitio, negándole la petición. Vertical y por alto se encontró al matador el astado. Toreándolo muy quieto, sin despegar los pies del suelo en la primera tanda, y rematando con un gran trincherazo la serie. Tuvo transmisión y humillación el de Hernández. Estuvo firme y poderoso el de Béziers, toreando muy por abajo, y muy quieto. Remató una buena faena demostrando que está sobrado de valor, quedando, entre muletazos, en la cara del toro. Llegó la suerte suprema, en la que Castella dejó una gran estocada, con el tendido celebrando el 2-1 de España. Una oreja concedió el presidente, ante una fuerte petición de segunda, a la que no atendió. Segunda puerta grande de la feria, la del francés.

El cuarto volvió a ser protestado por su trapío. Apretadito de pitones el de José Vázquez, el público pidió un toro digno para esta plaza desde el tendido. Volvió la música de viento en el tercio de varas, como protesta al puyazo trasero que colocó el banderillero. En este toro sí, Manzanares cogió pronto la mano izquierda, su fuerte, pero el toro tenía menos transmisión que el resto del encierro, y las protestas que iban saltando por el tendido hacia el animal, tampoco ayudaban. Se le fue agotando la movilidad al de Vázquez, y Manzanares acabó pronto con una faena que no tuvo mayor trascendencia. Con tres cuartos del acero, puestos en su sitio, fue suficiente para acabar con el toro, que cayó rodado. Minoritaria petición de oreja.

Por delantales muy toreros paró al de Domingo Hernández Fernando Adrán. Se llevó una pitada el picador por pisar el tercio, antes de dejar un leve puyazo. Por contra, fue ovacionado el subalterno Marcos Prieto, que puso dos buenos pares de banderillas. Parecía que tenía los pies clavados al suelo, porque ni un ápice los movió Adrián en el inicio de la faena con la muleta. El toro estuvo falto de transmisión, pero el torero no aflojó, tratando de estar firme con otro toro que se rajó, y rehuyó la pelea. Pero no pudo ser. Acortó Adrian la faena, evitando el tedio, pinchando y metiendo, a la segunda, una estocada tendida que tumbó a su oponente. Aún tuvo fuerzas el animal para levantarse y darle un susto al puntillero antes de rematarlo. Silencio a un Adrian que tenía la puerta grande asegurada con la mejor faena, hasta el momento. La del tercero de la tarde, que dejó a los tendidos plenos de emoción y torería. Silbidos para el cierraplaza de Hernández en el arrastre. En resumen, una buena tarde de toros en los que, de nuevo, volvió a faltar algo de materia prima para ser rotunda.