Un estudio de la Politécnica de Madrid plantea afrontar la despoblación apostando por las cabeceras comarcales
Los autores abogan por "identificar lo que hay que hacer" y alertan sobre las renovablesEl mundo académico empieza a aportar literatura científica sobre el problema de la despoblación y cómo afrontarlo desde la base empírica y realista frente al discurso político más complaciente. Dos profesores de la Universidad Politécnica de Madrid acaban de publicar un estudio sobre cómo abordar la despoblación rural extrema en España, en el que abogan claramente por reconducir este proceso apostando por las cabeceras comarcales y los pueblos viables a partir de los recursos que poseen.
Advierten también que hay que identificar lo que no hay que hacer, y en este sentido alertan de la “amenaza” que supone la implantación de parques eólicos y fotovoltaicos en estos territorios, puesto que van en su detrimento.
El estudio se titula Despoblación rural extrema en España: enfoque territorial del problema y de la forma de afrontarlo, y ha sido publicado en el número 210 de la revista Ciudad y territorio. Estudios territoriales, que edita el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana.
Los autores son María Teresa Gómez-Villarino, profesora de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica, Alimentaria y de Biosistemas de la Universidad Politécnica de Madrid, y el catedrático del mismo centro universitario, Domingo Gómez-Orea, que es un referente en planificación territorial y ordenación del territorio.
Vertebración
Ambos expertos analizan la situación a la que ha llegado en España el problema de la despoblación rural extrema y plantean cómo afrontarlo. En este sentido, abogan por “reconducir el proceso de declive hacia uno de progreso, basado en la vertebración sobre cabeceras comarcales y pueblos viables y una economía apoyada en la naturaleza, el aprovechamiento de bosques, la ganadería extensiva y en las oportunidades de diversificación favorecidas por las TIC’s”, las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.
Los profesores de la Universidad Politécnica de Madrid analizan tres escenarios posibles y consideran que el denominado de concertación es el más deseable, pese a ser el menos aceptado por la ciudadanía puesto que ese modelo “asume la inviabilidad demográfica de numerosos pueblos y apuesta por los de mayor tamaño”, no siendo aceptado por la población.
Se trata de un escenario que según los investigadores tiene que surgir desde el acuerdo de los agentes socioeconómicos, y que debe sustentarse sobre las siguientes medidas: la creación de riqueza y empleo, el prestigio del mundo rural, el estímulo de un sistema de gobernanza multinivel y de liderazgo local, la mejora de la conexión física, la dotación de infraestructuras, equipamientos y servicios sociales eficaces y eficientes, y vivienda digna.
Rechazo a las renovables
Además, señalan que hay que “evitar lo que no hay que hacer”, y sobre esto son claros con el problema que está habiendo de rechazo a la implantación de macroproyectos de energías renovables en los territorios rurales. Argumentan al respecto que “para conseguir un sistema territorial armónico, funcional y atractivo, tan importante es definir qué es lo que hay que hacer como identificar lo que no hay que hacer”.
En este sentido, alertan de la “amenaza que supone la implantación de parques eólicos y fotovoltaicos, cuyo enfoque extractivista, basado en concentrar la producción en descomunales instalaciones en el campo para exportarla a alejados centros de consumo, apenas genera desarrollo en el medio rural, pero produce fuertes impactos en el paisaje y en el carácter de su entorno”.
Los autores consideran que se trata de “una forma de aprovechamiento concentrado inadecuado para un recurso difuso que sugiere por tanto un aprovechamiento también difuso”. Argumentan que los planes de desarrollo territorial “deben regular el uso del suelo para controlar la ubicación y el comportamiento de este tipo de aprovechamientos”.
Declive del sistema territorial
En sus conclusiones los expertos consideran que “la despoblación rural extrema es la manifestación de un largo, complejo e inconcluso proceso de declive del sistema territorial del mundo rural profundo, en beneficio del urbano, que se inicia en la década de los años 50 del pasado siglo y continúa imparable en la actualidad”.
Argumentan que “no admite soluciones, sino afrontarlo con medidas complementarias y sinérgicas que se insertan en otro proceso cuyos resultados solo se manifestarán a largo plazo”.
Los investigadores señalan que en la sociedad se percibe una dicotomía entre quienes consideran la despoblación extrema reversible y quienes la dan por perdida, pero concluyen que “es irreversible si por tal se entiende la posibilidad de alcanzar la situación demográfica y del sistema de pueblos de los años 50, así como la forma de aprovechamiento en aquella época; y también indeseable”.
No obstante, consideran reversible “reconducir la evolución del proceso de declive del mundo rural hacia otro de progreso orientado a alcanzar un nuevo sistema territorial de asentamientos eficaz, eficiente, competitivo y atractivo”.
Un modelo que en principio debería ser vertebrado “sobre las cabeceras comarcales y sobre los pueblos con viabilidad de futuro; sostenido por una población bien capacitada, orgullosa de su hábitat y con actitud emprendedora y proactiva de progreso; gestionado por una gobernanza multinivel basada en la colaboración leal público privada”.
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