Sandra Sánchez, psicóloga y profesora en el Campus de Teruel: “Cuando abusamos del teléfono móvil estamos a unos pequeños pasos de la adicción”
La profesional, del Espacio Ítaca, afirma que es importante con el teletrabajo “marcar el horario y el autocuidado”Con la pandemia y el confinamiento todos estamos echando mano del móvil mucho más de lo que ya hacíamos antes, y eso que los tiempos que le dedicábamos ya eran elevados. La psicóloga Sandra Sánchez, del centro Espacio Ítaca de Zaragoza y profesora asociada de la Universidad en el Campus de Teruel, asegura que no hay que dejar llevarse por el móvil, al igual que se deben “marcar horarios y el autocuidado personal” con el teletrabajo. “Cuando abusamos del teléfono móvil estamos a unos pequeños pasos de la adicción”, advierte.
-Nos estamos enganchando más al móvil y a las tecnologías digitales con el confinamiento, ¿eso es bueno o malo?
-Sí que es cierto que actualmente estamos más conectados y enganchados a través de las vías que nos permiten este confinamiento y una de ellas es el móvil, debido a que en él tenemos muchas de las aplicaciones del ordenador. La diferencia fundamental es entre el uso o el abuso, y luego del abuso podemos pasar a la adicción. Realmente antes ya había gente que abusaba de las tecnologías, pero el problema ahora es que ese abuso se convierta en adicción constante. Cuando ya se convierte en una adicción pues es cuando ya tenemos un problema, al pasar de ese abuso a esa adicción.
-¿Es un buen momento, ahora que estamos confinados, para intentar combatir esa dependencia y darle el uso necesario y adecuado, o tal como estamos es mejor dejarnos llevar?
-Yo creo que ahora mi recomendación, aunque sea un poco paradójica, es que tenemos que salir dignamente de esta situación. Ahora poder hacer menos uso del telefono nos va a ser muy complicado. Creo que de algún modo sería algo muy positivo que redujésemos el uso del teléfono, pero a la par es difícil porque estamos confinados en casa.
-¿Cuál sería ese uso adecuado y necesario, qué recomendaciones podría darnos?
-Tenemos que reducir el uso del teléfono a franjas horarias. Por ejemplo podemos mirarlo a lo mejor por la mañana y luego comprometernos a dejar el teléfono un par de horas o tres sin uso. Y a lo mejor si tenemos que teletrabajar usar el ordenador y no tanto el teléfono, usar el papel, o hacer otras cosas que no También es cierto que tenemos que ver todas aquellas cosas que nos conectan, porque el teléfono puede servir para el trabajo, la información, el ocio y la conexión con los demás. Si es para trabajar lo podemos sustituir por otras herramientas y si es para conectarnos con las personas, pues usar unas franjas horarias, a lo mejor decidir hablar con los amigos a partir de las ocho de la tarde o con la familia, pero elegir una franja y no estar todo el rato con el teléfono disponible. Si es para ocio creo que hay otras maneras de ocio mucho mejores que el teléfono, la lectura, actividades manuales, bricolaje, etc. Y si es para información, yo creo que tenemos que dosificarla, y para ello yo recomendaría leer una vez al día la información. Si es para conocer las noticias del coronavirus, pues con tal de que estemos informados de qué ha ocurrido en el día nos basta con hacerlo una vez, no estar todo el rato moviéndonos en el uso constante del teléfono.
- ¿Qué síntomas deberían alertarnos de que hemos atravesado ya el umbral de lo normal y somos adictos al móvil?
-Sería como en cualquier adicción, cuando esa persona tiene una necesidad imperiosa o impulsiva de obtener el uso del teléfono, es decir, de obtener como si fuera una sustancia, pero en este caso la sustancia es un objeto y no puede contemplar no estar sin poder mirar el teléfono un tiempo determinado, o cada vez que suena tiene que ir corriendo a ver qué ha ocurrido o qué le ha llegado. Es decir, cuando esa persona tiene una necesidad impulsiva, y eso le lleva a una compulsión, que es tener que mirar ese whatsapp o tener que escribir al momento. También se nota mucho en esas personas a las que les llega un mensaje y tienen que contestar al momento. Recomiendo que se quite el doble check de azul, porque muchas veces la gente se siente impulsiva al pensar que el otro pueda pensar que no va a contestar porque no quiere. Eso genera muchísima obsesión, que es una de las cosas que la gente adicta al teléfono tiene por estar todo el rato conectados. En otras redes también hay que ponerse franjas horarias, porque ahora hay un aluvión y un boom de directos. Y así una persona adicta es que no puede parar de estar con el teléfono, se lo lleva a todos los sitios de la casa, no lo puede dejar en una habitación que sea separada, no puede estar a lo mejor cuatro horas sin mirarlo. Es como si fuera la misma adicción que una sustancia, porque hasta cuando estás durmiendo lo tienes al lado para mirar la hora que es y de paso si te despiertas miras a ver si te ha llegado algún mensaje.
-Eso es una dependencia total.
-Estamos llegando a niveles muy pronunciados y eso tiene mucha correlación con el tema del sueño. Actualmente tenemos un sueño desfasado todo el mundo, porque nuestro cerebro está en un estado de alerta que nunca habíamos experimentado. Llevamos cuarenta días así y el cerebro está hiperactivo, y si a eso le sumamos que tengo el teléfono al lado de la mesilla, me despierto, pongo la pantalla cerca de la vista, pues a través de la vista hay una zona cerebral que es la zona pituitaria, que es la que hace que de alguna manera nos despertemos o nos durmamos. Todo aquello que tiene que ver con las pantallas del teléfono móvil hacen que esta zona cerebral no se pueda relajar. Entonces usar el móvil también de forma constante para irnos a dormir hacen que no podamos conciliar el sueño
-¿No es conveniente entonces ver el móvil antes de acostarnos?
-Sería fundamental no hacerlo porque la gente se conecta y mira el teléfono antes de acostarse, y yo recomiendo además tener despertador convencional en vez del teléfono móvil. Tenemos que alejarnos del teléfono porque además hay un montón de sintomatologías que las notará la gente: vista cansada, tendinitis, problemas por ejemplo en el dedo pulgar y en el codo también. Ahora actualmente en fisioterapia se trabaja un montón todo el tema de la mano porque estamos todo el rato con los teléfonos. Y lo mismo pasa con la vista, dolores musculares también cervicales y luego cefaleas, que vienen en muchas ocasiones por eso, por el tema de la vista porque es que estamos todo el rato viendo, y la vista tiene mucha correlación con una parte cerebral frontal, que es la zona más rumiativa y de pensar.
-Si somos conscientes de que tenemos adicción, ¿cómo podemos desengancharnos? Y si vemos a alguien próximo que tiene ese problema, ¿cómo podemos ayudarle?
-Lo mejor es hacer un poco de psicología inversa a las personas que no se dan cuenta de esa dependencia que tienen, y es bueno proponerles hacer algo incompatible con usar el teléfono sin decírselo directamente. Por ejemplo decirle qué te parece que hablemos un rato, o que veamos una serie, y comentarle que hemos dejado el teléfono lejos para que no moleste. En vez de decir a la persona directamente deja tu teléfono, es mejor decirle dejo el teléfono aquí para estar concentrado en la serie y poder hablar contigo.
-Engañarle, ¿no?, para que no se sienta mal.
-Sí, eso, no prohibir y plantearlo en positivo porque si no es cuando te dicen esa frase de que usas mucho el teléfono, y entonces es que parece que esa prohibición molesta e incluso hace que la persona aún quiera usar más el teléfono. Otra cosa que yo le recomendaría a la gente es que es bueno el uso auditivo del teléfono. Qué quiere decir esto, pues que en vez de mirar redes sociales, escuchemos podcasts, que no es lo mismo que usar todo el rato la pantalla. Un podcast me parece mucho más interesante y así cuidamos más a nuestro cerebro. O si por ejemplo una persona quiere hacer una meditación, pues también me parece muy interesante. Para mí el uso abusivo del teléfono tiene que ver mucho con el uso visual y táctil más que el auditivo. Si es auditivo y con los ojos cerrados me parece también una buena técnica intermedia entre no usarlo y usarlo excesivamente.
-¿Y con los niños y los jóvenes, que tienen menos capacidad crítica para discernir lo normal de lo anormal, cómo se puede actuar?
-Creo que hay que poner medidas y los hijos e hijas son espejos y esponjas de los padres con el uso del teléfono. Esto quiere decir que realmente se van a fijar en el uso que hagan los padres y madres, y esto tiene mucha correlación. Y una de las cosas que va a pasar es que al final nos van a imitar. Tenemos que intentar que el uso del móvil que hagamos nosotros sea adecuado. Qué nos sucede ahora, que estamos hiperconectados, yo la primera, y lo que tenemos que hacer es explicar muy bien cuándo estamos teletrabajando. Una cosa es usar el teléfono porque lo necesitan para el cole y otra cosa para el ocio. Yo intento trabajar pero intento el ocio buscarlo fuera del teléfono y esto hay que explicárselo a los niños y niñas, y ser muy claros cuando es algo necesario y cuando es algo que podemos suplir con otra medida que sea menos invasiva. Y luego también poner franjas horarias para que a partir de determinadas horas no se puedan usar tecnologías, y esto trasladado no solo al teléfono sino a tablets, ordenadores y otros dispositivos.
- ¿Y cuando se trata de teletrabajo? No estamos diferenciando horarios.
-Es muy importante con el teletrabajo el horario, el autocuidado personal, en el sentido de pensar qué es lo que yo necesito. Yo por ejemplo también tengo que teletrabajar, pero estoy marcando mucho los horarios, sé cuándo soy más productiva y cuándo menos. El teletrabajo también nos permite esa flexibilidad.
-Sí, el consejo es bueno, ¿pero cómo conseguir hacer eso?
-Yo tengo tres verbos que me ayudan mucho que son querer, poder y deber. Entonces ante esta situación yo muchas veces en lo que pienso es en lo que debo hacer, porque por poder podría hacer infinito. Cuando nos metemos en este rol del yo puedo, pues es como decir, sí, puedo hacer una llamada más, puedo atender una cosa más, puedo hacer un artículo más, puedo, puedo... No, hay que ver qué puedo hacer hoy, y es la pregunta que nos tenemos que hacer todos, ¿qué debo hacer hoy? Hoy debo hacer esto, y también qué quiero hacer hoy, porque hay que ver un poquillo el placer ante el confinamiento y tener en cuenta qué es lo que queremos. Y después de todo eso, qué puedo hacer, porque si no, con el puedo, nos autoexplotamos. Claro, ahora ya no tenemos que ir hasta el puesto de trabajo, te duchas, te vistes y a trabajar en casa.
-Eso es importante, ¿no?, nada de teletrabajar en bata.
-Yo recomiendo muchísimo seguir la rutina de un día normal. Levantarte, desayunar, madrugar y hacer lo mismo que hacíamos. Porque claro, es que ahora es muy cómodo, te pones frente al ordenador y te pones a trabajar y ahí se te pueden pasar las horas. El autocuidado es fundamental, poner franjas horarias, también dentro de la flexibilidad, que te puede permitir que un día puedas dormir más.
-¿Insisto, en la práctica esto cómo podemos conseguirlo?
-Tenemos que poner nuestro cerebro en cuarentena porque nuestro cuerpo está en cuarentena. Hay que hacer un símil con el teléfono, y la mente la tenemos que poner en modo avión y dejar de estar conectado durante un rato, porque si no, el aluvión de noticias que nos llegan no es soportable. Yo hay ratos que me pongo el teléfono incluso en modo avión porque necesito estar desconectada.
También hay que tener empatía hacia las otras personas y respetar a los demás en cuanto a horarios. Hay gente que es muy impulsiva, que quiere aquí, ahora y ya, y ahora los ritmos van diferentes y el cuerpo lo nota, y cada vez lo vamos a ir notando más. De esto la gente también tiene que se consciente en su relación con los demás. Pasadas tres semanas el confinamiento empieza a ser más duro, más difícil claro.
-¿Todo esto nos terminará pasando factura, o cuando pase el confinamiento y regresemos a la normalidad volverá todo a su curso?
-Yo creo que la gente está mucho con la idea de que cuando volvamos a la normalidad lo haremos siendo otras personas, cambiadas, que valoraremos más estar con nuestros amigos, y yo soy de la opinión que no va a ocurrir eso. Es decir, los malos hábitos se nos quedan. Si antes ya existía esta dependencia, cuando volvamos a la normalidad seguirá existiendo. Y además esta vuelta a la normalidad va a ser tan gradual que tampoco vamos a tener un cambio drástico, por lo tanto tampoco lo habrá en nuestros hábitos y comportamientos. Esto va a seguir existiendo en nosotros e incluso creo que más.
-Siempre nos han dicho que las tecnologías no son malas, que nos ayudan, que lo malo es el uso incorrecto que pueda hacerse de ellas. ¿Nos falta formación para darles ese uso adecuado?
-Sí, la clave está en el uso y no en el abuso, porque cuando abusamos del móvil, de ahí a la adicción hay unos pequeños pasos. Eso se produce cuando tú ya te das cuenta incluso de que eso te está sentando mal, e incluso te duele la cabeza, pero no puedes parar. Te estás dando cuenta que puede ser que te provoque hasta mareos, y cuando no puedes dejarlo es cuando comienza el problema. La solución es aprender a hacer un uso adecuado de una herramienta, porque al final tiene que ser eso, no tiene que ser una dependencia, esa es la clave.
-Sí, pero es que es la herramienta que usamos a todas horas, no ya para el ocio sino para el trabajo, que empieza a ser el gran problema.
-Un móvil es una herramienta para otro fin, no tiene que ser el fin mismo el teléfono, que es el problema que se da en las personas. Tiene que ser una herramienta para conectarnos, para trabajar. Al final la gente dependiente sigue usando el teléfono por el síndrome de abstinencia, es decir, al final te produce más malestar que bien pero no puedes dejarlo, y ahí es cuando te das cuenta del problema, cuando te das cuenta de que lo estás usando porque no usarlo te genera mucho sufrimiento. Es como una persona adicta a sustancias, que no consume porque le dé placer la droga, sino que consume porque no consumir le provoca mucho mono.
Y otra característica es que al final, a medida que te vuelves más adicto es como una sustancia que tú cada vez necesitas más rato eso. Ya no te vale a lo mejor estar una hora o dos horas, sino que lo necesitas cada vez más, eso también es un síntoma o una característica para darte cuenta de que en realidad ya estás empezando a tener una dependencia.
-¿Qué deberíamos aprender, a nivel individual y como sociedad, de esto que estamos viviendo? En lo que es al uso de la tecnología, me refiero.
-Yo creo que tenemos que sacar la lección de que son una herramienta y que no tiene que ser un fin último, y que tenemos que saber usarlas, esto es importante. No podemos dejar tampoco de lado las tecnologías, porque la gente debe ser consciente de que el mundo que se nos avecina es tecnológico. Igual que existió la revolución industrial ahora está la tecnológica y si no te montas en el carro de esa nueva revolución no vas a poder avanzar.
Tenemos que aprender a usarla de forma adecuada sin una autoexplotación, porque si no, también nos puede conllevar al otro extremo. No es bueno no usarlas ni hacerlo en exceso, sino que tenemos que conseguir un equilibrio y también ver para qué las estamos usando en cada momento. Esa lección es muy importante también, preguntarse esto, porque muchas veces si buscas el para qué de las cosas te va a dar una solución muy buena.