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Pablo Cirujeda, médico y sacerdote descendiente de Teruel y afincado en Ciudad de México: “La población más vulnerable de México 
se ha visto arrastrada 
a la precariedad” Pablo Cirujeda, médico y sacerdote descendiente de Teruel y afincado en Ciudad de México: “La población más vulnerable de México 
se ha visto arrastrada 
a la precariedad”
Pablo Cirujeda con un cartel sobre el Covid en Ciudad deMéxico

Pablo Cirujeda, médico y sacerdote descendiente de Teruel y afincado en Ciudad de México: “La población más vulnerable de México se ha visto arrastrada a la precariedad”

Coordina un proyecto solidario desde su parroquia de la capital
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Pablo Cirujeda reside en Ciudad de México desde 2007, un mundo muy particular y diferente de España, y por supuesto de Teruel donde el Covid-19 ha golpeado muy fuerte. Sus raíces están en la provincia de Teruel. Su abuelo paterno era de Huesa del Común, y su abuela paterna de Fonfría. Ambos emigraron a Barcelona; él por ser el hijo menor de su familia y quedar desheredado y ella por haberse criado como huérfana a consecuencia de la gripe del 18 con unos tíos en Salcedillo. Su padre ya nació en Barcelona, y Pablo también, pero el pueblo del abuelo siempre fue un referente de identidad, en el que pasó muchos veranos y vacaciones de su infancia y adolescencia, y “donde aprendí a estimar las historias y los valores de la familia turolense, bregados en la adversidad y el realismo de la vida rural”, asegura.

Médico de familia, sacerdote católico y con una maestría en psicología clínica, lleva muchos años dedicado al acompañamiento de personas vulnerables, primero casi diez años en Kenia, y en la actualidad en Ciudad de México.

-En Ciudad de México se han producido más de 2.000 muertes por coronavirus y muchas familias con niños, mayores dependientes o enfermos crónicos, se están quedando sin trabajo y sin recursos ¿cómo está actualmente la situación en su parroquia y cuáles son las principales necesidades a cubrir?

-Las cifras son aproximadas, pues en este país se ha tomado la decisión política de no practicar pruebas más que las indispensables, de manera que muchos estudios estiman que son más elevadas. Mas allá de los datos estadísticos, la realidad es que en este país, de 127 millones de habitantes, la mitad de la población vive en situación de pobreza y precariedad. Desde que a mediados de marzo pasado el gobierno estableciera medidas de distancia social, cerrando escuelas y establecimientos considerados “no esenciales”, una buena parte de la población más vulnerable de México, especialmente en las grandes ciudades, se ha visto arrastrada a la precariedad económica al no disponer de ahorros ni de ayuda social con los que poder enfrentar esta situación. El hambre se está haciendo más y más presente, y la carestía no permite que las familias puedan adquirir productos básicos como ropa, medicinas o pagar los alquileres de los cuartos en los que viven. Todo ello está generando mucha ansiedad e impide que las personas permanezcan en sus hogares, como han pedido las autoridades, pues se ven obligados a salir para procurarse de alguna forma sus necesidades.

-Usted ha organizado un centro de acopio y reparto de despensas de artículos no perecederos y de limpieza básica, ¿cómo ha respondido la ciudadanía?

-Estoy siendo testigo de muchas iniciativas solidarias, aunque poco estructuradas. Hay buena voluntad por parte de muchas personas con mayor capacidad económica, pero el tejido social aquí es muy deficiente. A diferencia de España, donde abundan las asociaciones vecinales, deportivas, ONGs, etc., aquí, por motivos históricos, estas brillan por su ausencia, de manera que las parroquias como la mía tenemos el privilegio de canalizar ayuda en estos momentos de necesidad, ya que las personas reconocen que estamos insertados en la realidad social y disponemos de voluntarios para que la ayuda le llegue a quien más la necesita.

-¿Se puede decir que el pueblo mexicano es solidario ante esta situación?

-Sin duda. México es un país noble y solidario, tanto por su conocida hospitalidad con los pueblos necesitados, desde la acogida que brindaron a los españoles refugiados de la guerra civil hasta a las víctimas del terremoto de Haití, como también con las víctimas internas como lo pude vivir tras el último terremoto de 2017. También hoy la sociedad mexicana se está moviendo para socorrer y aliviar en la medida de lo posible el sufrimiento de las personas que se están quedando sin recursos debido a la parálisis económica que se ha producido, aunque como he mencionado la red de instituciones de la sociedad civil que puedan canalizar esa ayuda es muy precaria.

-¿Está habiendo responsabilidad por parte de los mexicanos cumpliendo con las medidas impuestas por el gobierno para frenar la expansión de la enfermedad?

-En este aspecto hay que subrayar que el gobierno no ha “impuesto”, sino que ha “propuesto” dichas medidas. El discurso político aquí se ha centrado en un llamamiento a la responsabilidad ciudadana, pero sin imponer medidas coercitivas, de manera que el cumplimiento de las mismas ha sido muy desigual. En los barrios (o colonias, como se llaman aquí) de mayor nivel socioeconómico ha habido un seguimiento mucho mas estricto; en las colonias “populares”, sin embargo, la población ha seguido saliendo a la calle para intentar procurarse su sustento, en medio de una gran incredulidad, pues mucha gente opina que la pandemia no es real, sino que se trata de una maquinación política.

-Los niños están sufriendo de forma más acuciada las consecuencias sociales de esta crisis. Usted trabaja con ellos en el centro comunitario de desarrollo infantil San José Ajusco ¿qué tareas desempeñan con ellos?

-Este proyecto comunitario, con el que colaboro desde hace años, quiere brindar una oportunidad de desarrollo y educación a los niños y niñas en edad preescolar (en este curso tenemos 122 alumnos) de una colonia periférica y marginal de la gran urbe que es la Ciudad de México. Debido a la contingencia sanitaria hemos tenido que suspender desde marzo todas las actividades presenciales; sin embargo, seguimos ofreciendo apoyo alimentario a las familias de los niños mediante la entrega de despensas quincenales para garantizar su alimentación equilibrada durante esta situación extraordinaria.

- ¿Se adaptan los más pequeños mejor a esta situación que los adultos?

-Así es, los niños tienen la capacidad maravillosa de convertir cualquier situación de la vida en un juego y de adaptarse a la misma. Mientras los adultos están viviendo altos niveles de ansiedad ante la incertidumbre que ha generado la pandemia, los niños desarrollan sus habilidades para crear juegos, representar personajes, elaborar manualidades o disfrutar de la lectura de un cuento. Ellos saben vivir y saborear el presente de forma más consciente, mientras los adultos nos ahogamos en un futuro que no sabemos cómo se manifestará.

-¿Qué otros proyectos solidarios lleva ahora en marcha para ayudar en la pandemia?

-Como cura en otra colonia igualmente popular de la ciudad, tengo la oportunidad de coordinar un proyecto de ayuda solidaria desde mi parroquia, que contiene dos vertientes: canalizamos donativos en especie y en efectivo con los que preparamos bolsas con despensas y artículos de higiene para apoyar a unas 100 familias de forma semanal y hemos creado un banco de medicinas para ofrecerlas a personas que ahora tienen dificultades para acceder a las mismas y que beneficia a unos 60 pacientes por semana.

-¿Cuál es la relación con la Centro Aragonés en México y cómo les están apoyando en estos proyectos?

-Conocí hace años a miembros de la directiva del Centro Aragonés en México, que me invitaron a participar de sus actividades. De esta relación nació una amistad que ha fructificado en años anteriores en acciones solidarias con los niños y niñas del Ajusco. En la coyuntura actual, se han volcado en procurar donativos de comida y artículos de higiene para las acciones que he mencionado, y que están resultando de gran ayuda para socorrer a muchas familias que están llegando al límite de sus recursos. Tenemos que tener en cuenta que la pandemia aquí está todavía por desarrollarse, y que sus consecuencias se van a sentir de forma muy dolorosa entre la gente más vulnerable durante los próximos meses o incluso años.

-Usted tiene raíces en Teruel. ¿Cuántos años lleva fuera de su tierra? ¿Viene a menudo?

-Son mis abuelos paternos los que nacieron y se criaron en la provincia de Teruel, hasta que la necesidad los impulsó a emigrar a Barcelona. Sin embargo, el vínculo ha permanecido vivo y sigo visitando cada año el pueblo de mi abuelo, aunque este año debido a la pandemia he tenido que cancelar mi viaje a España para poder dar respuesta a las necesidades de la gente desde mi parroquia.

Una colecta solidaria para llegar a las familias necesitadas

El Centro Aragonés de México ha lanzado una colecta solidaria para no olvidarse de aquellos que en la cuarentena se están quedando sin recursos y colaboran con el padre Pablo Cirujeda a través de su parroquia y de la asociación Abriendo Nuevos Caminos en lo que pueden. Esta asociación surge en 2003 preocupada por el bienestar integral de los niños de comunidades con carencias.  Ofrecen atención personalizada a menores de 1 a 6 años en su educación preescolar y al mismo tiempo contribuyen con su alimentación. Durante la crisis sanitaria el aprendizaje  se ha trasladado a sus casas.

El padre Pablo ha organizando un centro de acopio y reparto  de productos no perecederos y de limpieza básica para repartir entre los más vulnerables.

Todo lo que se recoge se distribuye entre las familias necesitadas que acuden a la parroquia Nuestra Señora del Rosario, que está situada en medio de barrios complicados y más en esta situación de pandemia. 

También se colabora con el Centro Comunitario de Desarrollo Infantil San José Ajusco, que gestiona la asociación en una de las zonas de la Ciudad de México donde la pobreza extrema es más notoria. 

Desde el Centro Aragonés de México ya habían participado en anteriores actividades que hacían con los niños y sus familias pero ahora consideran que es más necesario que nunca contribuir con esta organización.