Los niños y niñas se entretienen con los carretones pero echan en falta a los becerros
La vaquilla ensogada infantil realizada desde 1979 se suprime para cumplir con la normativaPor primera vez desde 1979, las vaquillas infantiles ensogadas no recorrieron las calles del Centro Histórico de Teruel el lunes de la Vaquilla para cumplir con la normativa autonómica sobre festejos taurinos, que no autoriza la participación de menores de 16 años en este tipo de actos. En su lugar, se emplearon carretones y, aunque los niños y niñas estuvieron entretenidos, echaron en falta la emoción de correr delante de un animal vivo.
Jorge Martín, componente de la Soga y la Baga, señaló que se sentían “perjudicados” por la normativa autonómica, pero que se veían obligados a ceñirse a la misma. De hecho, previamente habían recibido denuncias de plataformas antitaurinas que reivindicaban el cumplimiento de la legislación, argumentó.
Martín confió en que el Ejecutivo autónomo, tal y como aseguró el pasado viernes en su visita a Teruel el presidente de Aragón, Javier Lambán, modifique próximamente la legislación para “facilitar” la celebración de los festejos taurinos en la Comunidad con medidas como permitir el acceso de los menores de 16 años a estos eventos “con el cumplimiento de “las mayores garantías de seguridad”.
En este sentido, recordó que en otras comunidades autónomas sí se permite la participación de menores con algunos criterios, como la edad del animal o que vayan acompañados. “Es necesario un cambio normativo para que sea adecuado y coherente”, señaló este componente de la Soga y Baga.
Desde la plaza del Torico y justo antes de comenzar la exhibición de los toros de carretilla, dijo que la supresión de las vaquillas infantiles había suscitado más quejas entre los abuelos que entre los niños y niñas.
“Los becerros y becerras que sacábamos ensogadas el lunes de la Vaquilla tenían menos de un año y no tenían ni cuernos. Estaban enfocadas a los niños y niñas pero, como no pueden participar, hemos tenido que buscar alternativas y el Ayuntamiento de Teruel ha colaborado para facilitarnos una actuación que se ajustara a la legalidad”, explicó. Así que en su lugar, sacaron a un toro de carretilla de Espectáculos Daniel, que ensogaron delante de un nutrido grupo de niños y niñas. Fueron estos pequeños los que después tiraron de la cuerda por la plaza del Torico, el Tozal y la calle San Juan.
“No sé lo que pasará al año que viene, aunque espero que el Gobierno de Aragón nos permita recuperar este festejo”, concluyó.
Paco Gómez, autor del libro La Vaquilla del Ángel y que también formó parte de la Soga y la Baga durante 35 años, opinó que la supresión de las vaquillas infantiles ensogadas “es una desgracia para la fiesta por culpa de los políticos de izquierdas”.
Sostuvo que es “una pena” que haya desaparecido “un acto con tanto arraigo, que venía celebrándose desde 1979”. “Las vaquillas ensogadas servían para crear afición y esto es un simulacro”, añadió.
Gómez explicó que “de ahí salían los futuros sogueros” y que la tradición “cambiará por obligación, pero no por devoción”. Además, no ve “lógico” el cambio en la normativa “porque son becerros y becerras que solo corren, ni siquiera embisten”.
A su lado, una mujer entre el público afirmaba: “El cambio no le ha gustado a nadie, y menos a los chiquillos”.
Menos público
También entre quienes paseaban este lunes al mediodía por la plaza del Torico después de acompañar a su hijo David a la vaquilla infantil se encontraba Miguel Ángel Repullés, quien argumentó que aunque los carretones son entretenidos para los niños y niñas, no generan el mismo interés que las vaquillas.
“Se lo están pasando bien, pero se pierden la emoción que se siente al correr delante de un animal vivo. Y sobre todo, hay mucha menos gente viéndolos”, comentó.
De hecho, la plaza del Torico no se fue animando hasta bien entrado el mediodía, mientras la chavalería corría el toro de carretilla y los adultos buscaban una sombra sobre la que cobijarse del intenso calor.
Entre los niños participantes, se encontraban los hermanos Brandon y Lenny Jiménez Sua, de 6 y 7 años de edad. El primero tiene claro que lo que más le gusta de la Vaquilla y de cualquier fiesta es la charanga, mientras que el segundo defiende su afición por los toros.
Lenny, pertrechado con su capote, dijo que los toros que más le gustan son los de fuego pero que ninguno le da miedo y aseguró que de mayor le encantaría llevar la soga. Él fue uno de quienes dijo, tras sudar de lo lindo con el de carretilla, que le hubiera gustado más uno de verdad.
A su madre, Yuli Paola Sua, también le parece “fatal” que se suprima una tradición “porque además los becerritos del lunes no tenían ni cuernos”.