Los Fueros de Teruel cumple medio siglo: el parque que se levantó sobre una escombrera
La zona verde del barrio del Ensanche se ha convertido con el tiempo en un lugar emblemáticoLos Fueros es por excelencia el parque urbano de la ciudad pero sus orígenes no hacían presagiar que con el tiempo fuera una zona verde tan querida por los turolenses. Cuando se inauguró en 1976 no tenía ni si quiera nombre y aquel parque zoo además fue efímero. Hoy en día muchos turolenses desconocen que el actual parque era hace medio siglo un barranco y escombrera donde fueron a parar los escombros del Centro Histórico, que había sido devastado durante la Guerra Civil.
Con 51.176 metros cuadrados se planteó como la conexión entre el primer Ensanche y la explanada Pinilla donde se construyó el hospital entre 1948 y 1954. Primero, se acondicionó lo que hoy en día es la avenida Ruiz Jarabo para actuar posteriormente en el resto del barranco.
El viaducto Fernando Hué había sido construido en 1929 y por él se podían trasladar estos escombros hasta el barranco para ir rellenando el desnivel con el objetivo de convertirlo en una zona residencial. Con todos los escombros no se pudo colmatar este espacio, a pesar del esfuerzo de los jornaleros que cargaban los camiones. Eran trabajadores de batallones de castigo los que llevaron esa ardua tarea.
En el Itinerario de la naturaleza, dedicado al parque Los Fueros-Ricardo Eced, que acaba de editar el Ayuntamiento de Teruel, se recoge que en 1971 se llevó a cabo la parcelación de la zona del Ensanche entre la actual avenida Aragón, que entonces se llamaba División Azul, y la nueva avenida Ruiz Jarabo y ya se delimitó como zona verde. En ella ya se habían realizado repoblaciones forestales con pinos.
En 1972 el Ayuntamiento mostró su voluntad de levantar en esta zona un parque municipal, encargó el proyecto y comenzó los trámites de expropiación de terrenos particulares. Después de barajar varios proyectos las obras arrancan el 15 de julio de 1975 y se inauguran casi un año después, el 3 de julio de 1976 con un gran acto, que continuó tres días después con la inauguración de la escultura La mujer labradora turolense, de Pablo Serrano. El escultor de Crivillén asistió a la inauguración de esta obra que había sido financiada por la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Zaragoza, Aragón y Rioja, hoy en día Ibercaja, para celebrar su centenario de presencia en Teruel.
Pequeño zoo
Los turolenses que ahora rondan los 50 recordarán que había un pequeño zoo con ciervos y pavos reales y fue para muchos el primer sitio donde pudieron ver esos animales.
Pero aquel flamante parque duró poco. Como recogen Beatriz Carrasquer, Adrián Ponz y José Carrasquer en el Itinerario de la naturaleza dedicado a este parque. En las semanas siguientes a la inauguración la mayoría de las instalaciones sufrieron desperfectos debido al deslizamiento de las laderas y el hundimiento del terreno.
En noviembre de ese año se constituyó una comisión técnica para solucionar los problemas detectados que se debían a la falta de compactación del suelo, la abundancia de sulfatos solubles y la acumulación de aguas pluviales.
En 1982 comenzó la construcción del nuevo parque con Ricardo Eced como alcalde de la ciudad, nombre que desde 2016, tras su fallecimiento, lleva también el parque. Las pasarelas y el auditorio se levantaron entonces. Según aparece en los Itinerario de la naturaleza en 1983 comenzaron los trabajos de reforestación y las plantaciones, con Javier Velasco, como concejal de Parques y Jardines.
La I Muestra de Folclore Internacional, el 29 de junio de 1984, sirvió para su inauguración coincidiendo también con las Fiestas del Ángel pero no sería hasta finales de ese año cuando se decidió que se iba a llamar parque Los Fueros después de descartar otros nombres y que los ciudadanos y los medios de comunicación lo llamaran parque central, parque del Ensanche o central park.
En la actualidad este parque urbano reúne a más de 80 especies vegetales catalogadas en el Itinerario de la Naturaleza, en la cota 913-917, entre ellas el tejo, con ejemplares muy queridos por los niños, o el palmito elevado, que estos días luce nevado, en un estampa insólita para esa planta.