Los dos toros ‘soñadores’ enamoran a los vaquilleros y ennoblecen los ensogados con carreras de vértigo
La capa antideslizante que se probó no funciona al patinar las pezuñas de los astados, aunque los corredores notan más agarre y se revisaráLos dos toros soñadores de la Vaquilla de este año, Sueño y Soñador, enamoraron este lunes a los vaquilleros y ennoblecieron los ensogados con carreras de vértigo, tanto por la tarde en la plaza del Torico como por la mañana durante su traslado desde la plaza de toros hasta la Nevera, que recorrieron en un tiempo récord. Lo que no funcionó, al menos para los animales, fue la capa antideslizante colocada al inicio de la plaza, donde los astados resbalaban.
Era una de las novedades de este año y al igual que no funcionaron por la mañana con las vaquillas ensogadas para los más pequeños, tampoco lo hicieron por la tarde con toros de alrededor de 500 kilos. Los animales parecían incluso eludir pasar sobre la parte tratada con este antideslizante, pero acababan resbalando con sus pezuñas cuando la pisaban.
Los corredores sí notaron más fijación en sus zapatillas al pasar sobre esta zona, y las opiniones sobre el resultado que habían dado fueron dispares. Pero esa solo fue la anécdota de una jornada vaquillera que tuvo dos nombres propios, Sueño y Soñador, dos de los cuatro toros de la ganadería de Teodoro Adell que se corrieron y que enamoraron a los aficionados y a los miembros de la Soga y Baga, que se refirieron a ellos como “extraordinarios” y entre los mejores de los últimos años.
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Desde por la mañana dejaron claro que iban a ser los protagonistas del día al hacer uno de los traslados más rápidos que se recuerdan desde la plaza de toros hasta la Nevera, que hicieron en menos de diez minutos y prácticamente sin dejar de correr.
El primero de los toros, tanto de la mañana como de la tarde, Canastero, que durante la exhibición del domingo en la Merienda transmitió buenas sensaciones, no funcionó. Por la mañana no corrió y pasado el Viaducto hubo que meterlo en el cajón para llevarlo hasta los toriles. Por la tarde volvió a salir el primero y pasó lo mismo, hasta el punto de que al retirarlo hubo que meterlo también en el cajón porque no había forma de moverlo a mitad del Tozal. Tras el descanso para comerse el regañao no volvió a salir.
El tercer toro, un colorao de nombre Jienense, dio menos juego de lo que había prometido por la mañana, mientras que los dos últimos, Sueño y Soñador, hicieron las delicias de los aficionados por las corridas que realizaron en una plaza con poco público al principio pero que fue llenándose poco a poco.
No hubo incidentes destacados ni por la mañana ni por la tarde, aunque sí los habituales sustos y los oportunos quites que realizan los miembros de la Soga y Baga, que se emplearon a fondo durante el traslado matinal para aguantar las carreras de los tres últimos toros, sobre todo de los soñadores.
Por la mañana sí que hubo una cogida a la altura de la estación de autobuses con el toro colorao, aunque fue leve. El hombre fue trasladado al Hospital Obispo Polanco de Teruel para ser atendido con un herida por asta de toro en la región anal y un traumatismo facial, si bien el Salud informó de que no era grave.
Durante el traslado de la mañana acudió muchísima gente. Acompañó también que la noche fue bastante cálida. Tanto dentro como fuera de la plaza de toros se concentraron los vaquilleros cuando todavía era noche cerrada pasadas las cinco y media de la madrugada. Pero al no dar juego el primero de los astados, Castanero, y eternizarse el recorrido hasta la Nevera, la gente se fue retirando y no esperó a los tres siguientes, que fueron espectaculares.
El segundo, Jienense, costó seguirlo pero aún hubo posibilidad de hacerlo al pararse al paso de la peña El Ajo. Por la tarde en cambio no respondió de igual forma.
En lo que coincidió la gente es en lo espectaculares que fueron los dos últimos, de la misma sangre y con nombres evocadores de ensueño, Sueño y Soñador. Solo los más resistentes fueron capaces de seguir su ritmo durante el traslado porque enfilaron la avenida Sagunto tras colocarles la baga en la plaza de toros y prácticamente no pararon. Y como se esperaba, por la tarde dieron el mismo buen juego con carreras limpias por el Torico y la calle San Juan. Tras el descanso solo se sacaron el toro colorao, que hizo el mismo recorrido, y los dos hermanos soñadores, que fueron llevados por la plaza de la Catedral, Torico, Yagüe de Salas, Amantes y calle San Juan con carreras limpias.
Carlos Méndez y Rubén López, de la Soga y Baga, coincidieron en destacar la nobleza que habían mostrado los dos últimos toros y las carreras que protagonizaron. Méndez comentó que con el primer toro lo más sensato había sido utilizar el cajón para no cansar al animal, mientras que con el segundo, aunque fue bien al principio, reconoció que esperaban más de él pero se volvió “reservón” por la tarde. Sobre la actuación de los dos últimos destacó en particular el cuarto al haber sido a su juicio el mejor. Rubén López destacó sobre todo el tercero al haber sido “un sueño como su nombre indica”.
Sobre el antideslizante, López consideró que no había funcionado con los toros al resbalar más que frenar y opinó que habría que probar con otra marca o dejarlo estar porque no es lo que se esperaba. Méndez opinó que para loa vaquilleros y la Soga y Baga sí había funcionado, pero para el toro “no tanto”. Consideró que había que mejorarlo y ver qué hacer el año que viene.
Luis Cortada, veterano de la Soga y Baga ya retirado, comparó a los dos soñadores con Cartageno, el ensogado que fue indultado. Quien volvió a asistir al toro de soga después de más de veinte años fue el matenedor, Manuel Bellido, que dijo que estaba siendo una experiencia “fenomenal” y “maravillosa”, incluso “mucho mejor” de lo que esperaba”. Comentó que de joven le había gustado correr los toros aunque no se había destacado por su “atrevimiento”, y que estos días habían sido para el “recuerdo” y reencontrarse con amigos que hacía tiempo que no veía.