Hoguera del barrio de San Julián donde simbólicamente ardieron el coronavirus y sus variantes. Reportaje gráfico de Bykofoto/Antonio García
El fuego purificador arde de nuevo por San Antón y ‘quema’ al coronavirus
La celebración se salda sin incidencias destacables en la capital
El fuego purificador prendió este sábado en más de un centenar de hogueras que ardieron en la capital turolense con motivo de San Antón. La segunda noche de hogueras ha transcurrido sin incidencias destacables en Teruel. La Policía Local ha estado pendiente de controlar posibles peligros por el fuego, molestias con la música y que se cumpliera el horario establecido así como de que todas las hogueras tuvieran su correspondiente solicitud, con presencia de agentes casi continua en el entorno de Palmira Pla y Centro de Salud del Ensanche. Este domingo por la mañana continúan vigilando los rescoldos de las hogueras por si hay que terminar de apagar o se reaviva alguna y que los servicios de limpieza actúen con la cuba de agua, según ha informado el Ayuntamiento de Teruel.
La figura del virus que provoca covid se quemó en la del barrio de San Julián, así como sus cepas, de alfa a ómicron, que se convirtieron en cenizas. Eso es lo que quiere la humanidad, que este virus desaparezca para siempre.
Si en tiempos este acto era un momento reivindicativo para los vecinos de este barrio, que querían que el antiguo asilo se convirtiera en un centro social, ahora que se ha conseguido toca invocar a la esperanza, aunque sea quemando una figura que la asociación vecinal tenía ya preparada para el año pasado pero no pudo ser, porque no se llegó a celebrar San Antón.
Aunque con restricciones y a pesar de que la situación tras la Navidad era delicada por el elevado número de casos de covid que se estaban dando, este año el Ayuntamiento decidió permitir que se hicieran hogueras con autorización, como otros años, y con horario más limitados para ajustarse al cierre permitido actualmente para los establecimientos de ocio y que son las 2 de la mañana. Así se ha podido controlar las hogueras y se ha evitado que se hicieran sin autorización.
Hasta el viernes se pudo comunicar que se iba a hacer, en una solicitud que tenía que ser presentada por un mayor de 18 años. Finalmente, se autorizaron 113, menos de la mitad de 2020. “Tradicionalmente las hogueras de Teruel se hacen entre amigos y familiares, no son multitudinarias y es una fiesta que se celebra al aire libre, por eso decidimos permitir que se hicieran”, explicó ayer la alcaldesa, Emma Buj, momentos antes de prender la hoguera de San Julián con una traca. Un acto al que también acudieron otros concejales de la corporación municipal, que quisieron acompañar a los vecinos en la vuelta de este tradicional acto.
Esta es la más multitudinaria de las más de 200 que se prendían en Teruel antes de la pandemia, pero ayer se limitó al encendido y no se repartieron los embutidos que se entregaban a los vecinos.
Eso sí, no faltó la comparsa de cabezudos del barrio, que estuvieron acompañados por Esfuria Tronadas y el sorteo de la cesta de productos de la asociación de vecinos. El número premiado fue el 2.237 y el premio se puede recoger en el centro sociocultural San Julián, donde se encuentra la sede de la asociación.
Su presidente, Pepe Polo, explicó que este sorteo se suele hacer tras la bendición de animales, el domingo por la mañana, pero como hoy no se va a hacer porque es un acto que reúne a multitud de personas, se decidió hacerlo el sábado. Polo se refirió también al cambio de ubicación de la hoguera, que ha pasado de la nave de Telefónica, en La Florida, a la explanada entre los viaductos, cerca del centro sociocultural. “Aquí es donde queremos que se haga a partir de ahora”, indicó. El Ayuntamiento ha encargado ya el proyecto para urbanizar la zona, donde habrá un aparcamiento para dar servicio al centro.
Entre los vecinos, muchos era fijos de todos los años. “Vivimos en San Julián y venimos todos los años menos el pasado que no se pudo hacer”, comentaron. “Hay que participar en las actividades que hace el barrio”, consideró África Aranda, “aunque este año no puedan dar comida”. Lo mismo opinó Beatriz López, también de San Julián, que apuntó que este año no iban a hacer hoguera. “Estamos muy sujetos por la situación”, apuntó.
Otras hogueras que tradicionalmente se encienden en los barrios como San León y el Arrabal, ayer no se hicieron y tampoco en las pedanías, aunque a nivel particular sí que hubo grupos que lo solicitaron.
De los 113 fuegos que se permitieron para este fin de semana, solo nueve se autorizaron para el viernes y el resto de hogueras estaba previsto que se encendieran ayer. La explanada del Ensanche del Ensanche, junto al centro de salud, fue de nuevo, como los años anteriores a la pandemia, el lugar donde se prendieron la mayoría de los fuegos, alrededor de los cuales se concentraron sobre todo grupos de gente joven pero también otros de turolenses que llevan 15 años acudiendo al mismo sitio. Así lo explicó Tomás Civera, que a las siete de la tarde había encendido una gran hoguera con palets y madera de pino. “Siempre nos ponemos en el mismo sitio”, dijo. Por la mañana habían ido a buscar la leña, y a partir de las seis de la tarde, la hora autorizada, la prendieron. Cuando se hicieron las brasas sobre ellas pusieron las parrillas con ternasco y embutidos para unas diez personas, “menos que otros años”, reconoció.
Justo a ellos otro grupo tenían ya preparadas las pilas para las hogueras y también mesas y sillas para una veintena de personas. Muchas, pero aún así “menos que otros años”.
Entre los grupos de los más jóvenes, los había que iban por primera vez a esta explanada en vez de hacer la hoguera en su barrio como otros años, “porque aquí es donde está el ambiente”, aunque mirando al resto se dieron cuenta que habían hecho corto de leña.
Estos grupos cambiaron las parrillas por bocadillos hechos de casa y neveras con bebida. Aunque no hacía falta. A las nueve de la noche ya había cero grados. Ni frío ni calor, junto a la hoguera.
La figura del virus que provoca covid se quemó en la del barrio de San Julián, así como sus cepas, de alfa a ómicron, que se convirtieron en cenizas. Eso es lo que quiere la humanidad, que este virus desaparezca para siempre.
Si en tiempos este acto era un momento reivindicativo para los vecinos de este barrio, que querían que el antiguo asilo se convirtiera en un centro social, ahora que se ha conseguido toca invocar a la esperanza, aunque sea quemando una figura que la asociación vecinal tenía ya preparada para el año pasado pero no pudo ser, porque no se llegó a celebrar San Antón.
Aunque con restricciones y a pesar de que la situación tras la Navidad era delicada por el elevado número de casos de covid que se estaban dando, este año el Ayuntamiento decidió permitir que se hicieran hogueras con autorización, como otros años, y con horario más limitados para ajustarse al cierre permitido actualmente para los establecimientos de ocio y que son las 2 de la mañana. Así se ha podido controlar las hogueras y se ha evitado que se hicieran sin autorización.
Hasta el viernes se pudo comunicar que se iba a hacer, en una solicitud que tenía que ser presentada por un mayor de 18 años. Finalmente, se autorizaron 113, menos de la mitad de 2020. “Tradicionalmente las hogueras de Teruel se hacen entre amigos y familiares, no son multitudinarias y es una fiesta que se celebra al aire libre, por eso decidimos permitir que se hicieran”, explicó ayer la alcaldesa, Emma Buj, momentos antes de prender la hoguera de San Julián con una traca. Un acto al que también acudieron otros concejales de la corporación municipal, que quisieron acompañar a los vecinos en la vuelta de este tradicional acto.
Esta es la más multitudinaria de las más de 200 que se prendían en Teruel antes de la pandemia, pero ayer se limitó al encendido y no se repartieron los embutidos que se entregaban a los vecinos.
Eso sí, no faltó la comparsa de cabezudos del barrio, que estuvieron acompañados por Esfuria Tronadas y el sorteo de la cesta de productos de la asociación de vecinos. El número premiado fue el 2.237 y el premio se puede recoger en el centro sociocultural San Julián, donde se encuentra la sede de la asociación.
Su presidente, Pepe Polo, explicó que este sorteo se suele hacer tras la bendición de animales, el domingo por la mañana, pero como hoy no se va a hacer porque es un acto que reúne a multitud de personas, se decidió hacerlo el sábado. Polo se refirió también al cambio de ubicación de la hoguera, que ha pasado de la nave de Telefónica, en La Florida, a la explanada entre los viaductos, cerca del centro sociocultural. “Aquí es donde queremos que se haga a partir de ahora”, indicó. El Ayuntamiento ha encargado ya el proyecto para urbanizar la zona, donde habrá un aparcamiento para dar servicio al centro.
Entre los vecinos, muchos era fijos de todos los años. “Vivimos en San Julián y venimos todos los años menos el pasado que no se pudo hacer”, comentaron. “Hay que participar en las actividades que hace el barrio”, consideró África Aranda, “aunque este año no puedan dar comida”. Lo mismo opinó Beatriz López, también de San Julián, que apuntó que este año no iban a hacer hoguera. “Estamos muy sujetos por la situación”, apuntó.
Otras hogueras que tradicionalmente se encienden en los barrios como San León y el Arrabal, ayer no se hicieron y tampoco en las pedanías, aunque a nivel particular sí que hubo grupos que lo solicitaron.
Ensanche del Ensanche
De los 113 fuegos que se permitieron para este fin de semana, solo nueve se autorizaron para el viernes y el resto de hogueras estaba previsto que se encendieran ayer. La explanada del Ensanche del Ensanche, junto al centro de salud, fue de nuevo, como los años anteriores a la pandemia, el lugar donde se prendieron la mayoría de los fuegos, alrededor de los cuales se concentraron sobre todo grupos de gente joven pero también otros de turolenses que llevan 15 años acudiendo al mismo sitio. Así lo explicó Tomás Civera, que a las siete de la tarde había encendido una gran hoguera con palets y madera de pino. “Siempre nos ponemos en el mismo sitio”, dijo. Por la mañana habían ido a buscar la leña, y a partir de las seis de la tarde, la hora autorizada, la prendieron. Cuando se hicieron las brasas sobre ellas pusieron las parrillas con ternasco y embutidos para unas diez personas, “menos que otros años”, reconoció.
Justo a ellos otro grupo tenían ya preparadas las pilas para las hogueras y también mesas y sillas para una veintena de personas. Muchas, pero aún así “menos que otros años”.
Entre los grupos de los más jóvenes, los había que iban por primera vez a esta explanada en vez de hacer la hoguera en su barrio como otros años, “porque aquí es donde está el ambiente”, aunque mirando al resto se dieron cuenta que habían hecho corto de leña.
Estos grupos cambiaron las parrillas por bocadillos hechos de casa y neveras con bebida. Aunque no hacía falta. A las nueve de la noche ya había cero grados. Ni frío ni calor, junto a la hoguera.
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