"La pobreza energética afecta directa e indirectamente a la salud de las personas"
Mónica Picazo aboga por mantener el bono social y las ayudas directas a consumidores vulnerablesLa coordinadora de proyectos de la Asociación de Ciencias Ambientales (ACA) e ingeniera ambiental, Mónica Picazo, fue una de las ponentes del taller sobre claves para el ahorro y la eficiencia energética en hogares vulnerables celebrado este miércoles en Teruel organizado por la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social en el Estado Español (EAPN-ES), Endesa y ACA.
-¿Qué se entiende por pobreza y vulnerabilidad energética?
-Lo primero a tener en cuenta cuando se habla de pobreza energética es que es diferente cuando nos referimos a países desarrollados o en vías de desarrollo. En estos últimos, va más asociado a que no tienen acceso a la energía, directamente. Los últimos datos de la Agenda 2030 nos dicen que unos 600 millones de personas todavía no lo tienen. Sin embargo, en los países desarrollados como España, la problemática es que las personas no pueden ver cumplidas sus necesidades básicas de energía debido a los bajos ingresos en el hogar, lo que va muy ligado a la calidad ineficiente de las viviendas.
-¿A qué nos referimos cuando hablamos de vulnerabilidad energética?
-Según la Estrategia Nacional de Pobreza Energética, se define al consumidor vulnerable como aquel que cumple los requisitos para tener el bono social o percibir ayudas. Sin embargo, hay consumidores vulnerables que se quedan fuera por diversos factores. Puede ocurrir porque no tienen los papeles necesarios, porque tienen pasaporte y no NIE, por ejemplo. Esos consumidores vulnerables resultan invisibles.
-¿Cuáles son las causas de la pobreza energética?
-Hay tres causas principales. Además de los bajos ingresos en el hogar y de esas viviendas que son ineficientes, estaría también los precios de la energía elevados, obviamente. Estos tres son los factores de origen para que un hogar este en situación de pobreza energética. Además, no tienen porqué estar los tres a la vez; simplemente con que esté uno ligado a otras situaciones personales de cada hogar puede haber pobreza energética. Siempre hay que tener en cuenta en qué hogares se da alguno de ellos para valorar la situación.
-¿De qué forma se relaciona la pobreza energética con la salud?
-Al final, que en un hogar no se cumplen unas condiciones adecuadas para vivir, afecta no sólo a la salud, directa o indirectamente, sino también a la vida social. Uno de los casos más comunes que nos encontramos en el trabajo es el de bebés que generan asmas crónicos porque viven en hogares con humedades derivadas de que la casa no tiene la temperatura adecuada y no es eficiente. En adolescentes, por ejemplo, va más ligado a problemas de salud mental; aumenta el absentismo escolar y los problemas de ansiedad y depresión. Y en los casos más extremos, cuando hay cortes de suministro o sectores de algunas ciudades en los que se corta de vez en cuando, en invierno no tienen luz ni para estudiar ni para enchufar un ordenador. En general, agrava cualquier enfermedad que se tenga y, en personas mayores, aumenta el riesgo de muertes prematuras.
-¿Y cómo afecta a la salud de forma indirecta?
-Puede afectar a las dietas por el dilema entre comer o calentarnos. Si nos llega una factura muy alta de repente, las personas quieren pagar esa factura porque no quieren tener deudas. Entonces, dejan de pagar otras cosas, como una buena alimentación. Esto puede generar desnutrición u obesidad si compran alimentos procesados. Y también, de forma indirecta, a la vida social. Hay personas a las que les cuesta encontrar trabajo por su aseo personal, porque se están enfermando o porque no están dedicando esos ingresos al transporte necesario para buscar trabajo. Incluso hay gente que siente vergüenza de invitar a familiares o amigos a su casa porque se encuentra en esa situación.
-Además de calentar las viviendas, el cambio climático nos lleva a pensar en la necesidad de refrescarlas...
-Por supuesto. Un indicador de pobreza energética es si puedes mantener la vivienda a una temperatura adecuada en invierno, pero no hay un indicador para verano. Eso es una cosa que se cambiará en un futuro, que se sigue hablando y pidiendo a las administraciones, porque es un problema bastante grave. No todo el mundo tiene aire acondicionado.
Combate
-¿Cómo se puede combatir la pobreza energética?
-Es complicado dar soluciones pero, en cuanto a los bajos ingresos en el hogar, se puede subir el salario mínimo y mantener el bono social. Sería interesante que el bono social se aplicara directamente, como hacen en Portugal y Francia, porque un 21 % de la población no sabe lo que es y la mitad de la población no conoce la diferencia entre mercado libre y regulado, según los datos de la CNMC. También habría que adecuar los requisitos para incluir a más personas que lo necesitan y ampliar las ayudas directas al pago de suministros, que a veces se dan desde los servicios sociales o de algunas entidades. Pero, sobre todo, hay que proteger al consumidor vulnerable del corte de suministro.
-El Gobierno mantiene la prohibición de cortar los suministros básicos de luz, agua y gas a los consumidores vulnerables en caso de impago...
-Las personas que tienen el bono social y el consumidor vulnerable en riesgo de exclusión están protegidas frente a ese corte hasta junio de 2024. Seguramente se prorrogará, pero todavía no se sabe.
-¿Qué se puede hacer para reducir la factura eléctrica?
-Cuando queremos reducir el consumo y optimizar la factura para pagar menos, es necesario un cambio de hábitos y mejorar la eficiencia energética. Habría que mejorar el parque de vivienda porque en España la mayoría de los edificios y casas se construyeron hace más de 50 años, antes de que hubiera leyes que regulasen la eficiencia energética de los hogares. Esto hace que el 84% de las viviendas tengan calificación energética E, F, o G, las más bajas. En estos casos, sin hacer una gran inversión, se pueden poner burletes debajo de las puertas y en las ventanas. En estas, si son de cristal simple, se pueden pegar unas láminas que crean una película de aire. También podemos poner paneles reflectantes detrás de los radiadores e instalar persianas y toldos.
-¿Y qué hábitos de ahorro podemos adquirir?
-Por ejemplo, en invierno es importante mantener la temperatura estable entre 18 y 21 grados y no esperar a que haga mucho frío un día para poner la calefacción. En invierno, no hay que ventilar por la mañana sino al mediodía, y hacerlo cuando se genere humedad. También puede ayudar poner alfombras y cortinas porque los objetos absorben el calor. En verano, hay que ventilar en las horas más frescas y tener plantas porque, al regarlas, la evaporación da frescor. Un truco sencillo, bastante curioso y que funciona para refrescar, es pulverizar agua en las cortinas a la hora de ventilar.
-¿Cómo podemos reducir el consumo de energía de los electrodomésticos?
-Debemos comprar los más eficientes en la medida de lo posible y, sobre todo, controlar su consumo, para lo que hay varios sistemas. En este sentido, también hay que tener cuidado con el consumo fantasma, el stand-by, que de media es el responsable de un 11 % de consumo en un hogar, que no es poco. Por oto lado, un ventilador consume muy poco, como una bombilla, mientras que el aire acondicionado es el aparato que más consume en una casa cuando expulsa frío.