La lluvia no puede en Calanda con la devoción a su patrona, la Virgen del Pilar
Hubo que trasladar la ofrenda floral al interior del temploCentenares de calandinos honraron a la Virgen del Pilar ayer en su templo, adonde debido a la lluvia hubo que trasladar la tradicional ofrenda de flores que se hace cada 12 de octubre en la plaza de España. Miles de claveles blancos y rojos fueron el tributo de una localidad devota que pidió a su patrona que le siga protegiendo.
Los fieles abarrotaron la iglesia un año más, gran cantidad de ellos ataviados con el traje regional que cada vez tiene más tirón. La ceremonia fue oficiada por tres sacerdotes y con las reinas de las fiestas en primera fila. Igual que el alcalde de la localidad, Alberto Herrero, que estuvo acompañado de mandos de la Guardia Civil; la mantenedora de las fiestas, Cruz Vallés; y el secretario de la mesa de las Cortes de Aragón, el también calandino Ramón Celma. No se quiso perder la eucaristía el novillero aragonés Aarón Palacios, que por la tarde participó en la corrida de toros mixta.
Tras la misa se celebró la tradicional ofrenda de flores a la Pilarica. No pudo ser en la habitual plataforma de la plaza de España debido a las inclemencias meteorológicas, aunque los agricultores agradecieron la lluvia que cayó ayer en un año marcado por la intensa sequía en la cuenca del Guadalope que sitúa el embalse de Calanda al 20 por ciento de su capacidad.
Al ritmo que marcó la rondalla de la Asociación Cultural Peña el Cachirulo, los oferentes entregaron sus claveles blancos y rojos a los voluntarios después de pasarlos por el altar de la Virgen del Pilar y, en la mayoría de los casos, besar su manto. Amarillas y rojas, a modo de bandera de España en el día de la Hispanidad, fueron las flores que aportó el Ayuntamiento de Calanda y algunas reinas.
Tradición intergeneracional
Familias enteras abrazaron la tradición. Fue el caso de Carmen Fraga, quien explicó que sale desde que era niña. “Mi madre, cuando empezó a hacerse la ofrenda en los años 60, ya nos hizo trajes y empezamos a salir. Lo hemos hecho siempre, luego con nuestros hijos y más tarde con algún nieto”, dijo mirando a los más pequeños del grupo.
La oferente lamentó que la lluvia aguara la fiesta porque “teníamos todo preparado: los trajes y las flores, pero han pregonado que se hacía en el templo y aquí estamos; otro año saldrá mejor”, concluyó Fraga.
Por su parte, la joven Nerea Lamiel explicó que acude con su familia también desde pequeña, pues “esto es una tradición que todos los años el 12 de octubre tenemos que cumplir obligatoriamente todos los calandinos y calandinas”. Al no poder vivir el momento en la plaza “el sentimiento es raro, pero las flores hay que llevárselas siempre; es el acto más importante y familiar, donde nos reunimos todos los calandinos a darle un cariño a la virgen”.
“La alternativa ha sido el Pilar, que es el templo de los días especiales. Estamos muy contentos un año más por volver a pasar por la virgen, ofrecerle todo lo mejor y, sobre todo, pedirle que nos siga protegiendo en el futuro. Como municipio estamos siempre muy agradecidos a ella”, explicó el alcalde.
Un milagro que dinamiza
Herrero explicó que, junto al viernes santo, el 12 de octubre “es el otro día especial que tenemos todos los calandinos; más allá de las creencias o no, somos muy devotos de la virgen del Pilar y Calanda es lo que es por hechos tan significativos como los que ocurrieron en el municipio”.
Se refería el regidor al Milagro de Calanda protagonizado por Miguel Pellicer, que la noche del jueves 29 de marzo de 1640 habría visto restituida su pierna derecha, amputada tras un accidente con un carro cuatro años antes en Castellón de la Plana. El episodio fue oficializado por el arzobispo de Zaragoza de la época, Pedro Apaolaza, el 5 de junio de 1640 tras asesoramiento de nueve teólogos y canonistas y la comparecencia de 25 testigos. El milagro se divulgó rápidamente por la corte, hasta el punto de que Pellicer fue recibido en Madrid por el rey Felipe IV. Hasta el Papa Urbano VIII tuvo constancia.
A raíz de este célebre acontecimiento se empezó a construir, contigua a la casa de Miguel Pellicer, una ermita bajo la advocación de Nuestra Señora del Pilar. Este primer edificio fue ampliado y agrandado tras la cesión de la casa de Pellicer. En la iglesia se ubica hoy la capilla del Milagro, sobre el lugar concreto en que estaba el aposento de Miguel Pellicer cuando se obró el milagro mejor documentado de la historia del cristianismo.
A día de hoy, el consistorio calandino ha logrado que la página web de la Ruta Mariana dedique un apartado al templo del Pilar. Este itinerario de fe y cultura une el Pilar de Zaragoza, Torreciudad (Huesca), Montserrat (Barcelona), Lourdes (Francia) y Meritxell (Principado de Andorra), atrayendo a multitud de visitantes. “Cada vez son más los fieles que visitan Calanda y pronto tendremos nuevos datos para evaluar lo que significa para la localidad este turismo religioso, que era uno de los objetivos que nos marcamos. Estoy comprometido en respetar, defender y potenciar algo tan singular como es la Virgen del Pilar”, concluyó Herrero.