La inmigración es uno de los principales antídotos para la lucha contra la despoblación
Un informe de la Caixa constata el valor de favorecer el asentamiento de personas de otros países en zonas ruralesLa inmigración es uno de los principales antídotos en la lucha contra la despoblación y el envejecimiento de las zonas rurales. Así lo constata un reciente informa del Observatorio Social de la Caixa en el que sus autores, Luis Camarero y Rosario Sampedro, aseguran que la inmigración no solo rejuvenece el medio rural sino que lo dinamiza por las actividades económicas que conlleva la llegada de nuevos pobladores. El fenómeno se observó ya en la provincia de Teruel a finales del siglo pasado y comienzos del XXI, hasta que la crisis económica de 2008 dio al traste con esa tendencia. Ahora se empieza a observar otro repunte de población inmigrante en la provincia, que es la que está empezando a revertir de nuevo el problema demográfico, aunque los expertos advierten de que la llegada de estos nuevos pobladores debe ir acompañada de políticas públicas que favorezcan su asentamiento y arraigo.
Esta semana se conoció que tras once años de pérdidas continuas de población, la provincia de Teruel ha logrado revertir en 2019 esa tendencia al ganar un puñado de habitantes. La cifra es muy pequeña, podría pensarse que es un dato irrelevante, pero lo que llama la atención según los datos facilitados por el Instituto Nacional de Estadística, es que ese crecimiento no se ha debido a la población española sino a la extranjera que ha llegado a la provincia.
De hecho, según informaba este mismo periódico a mediados de esta semana, los datos de las Cifras de Población definitivas a 1 de enero de 2020 indican que las 1.435 personas llegadas a la provincia procedentes del extranjero son las que han permitido dar un giro demográfico a Teruel, puesto que siguen siendo negativos tanto el saldo vegetativo (diferencia entre nacidos y fallecidos) como el saldo migratorio entre provincias. Este fenómeno se vivió ya a finales de la década de los 90 del pasado siglo y en la primera década del siglo XXI, hasta que la crisis de 2008 dio al traste con esa tendencia al tener que marcharse buena parte de la población inmigrante. Fue entonces cuando la provincia empezó a perder de nuevo población durante los últimos once años.
Este fenómeno en el conjunto de España ha sido analizado por los profesores Luis Camarero, de la Uned, y Rosario Sampedro, a de la Universidad de Valladolid, en un estudio titulado La inmigración dinamiza la España rural, que fue publicado a principios de este mes de diciembre y presentado por el Observatorio Social de la Caixa en CaixaForum Madrid, dentro de un debate monográfico sobre los retos y oportunidades de la inmigración.
El trabajo concluye que la llegada de población extranjera es clave para la sostenibilidad y la renovación generacional de la España despoblada en provincias como la turolense, pero también advierte que eso debe ir acompañado de políticas públicas que atiendan las necesidades de este colectivo.
Esencial para el campo
En el informe se asegura que la población de origen extranjero es el “principal antídoto contra el envejecimiento y resulta esencial para la preservación de la actividad en el España rural”. Lo corrobora la tendencia que hubo en estas zonas durante la primera década de este siglo hasta que estalló la crisis de 2008, puesto que dos tercios del saldo migratorio hacia las zonas rurales era de población extranjera.
Uno de los autores del trabajo, Luis Camarero, ha asegurado en declaraciones a este periódico que “el tema de la despoblación o el despoblamiento no es una cuestión de número, de ser más o de ser menos, sino que es una cuestión de equilibrio sobre todo entre las distintas generaciones”.
Camarero apunta en este sentido que hoy día en el ámbito rural más del diez por ciento de la población tiene más de 80 años. Una consulta sobre las cifras de población residente en la web del INE muestra que en el conjunto de la provincia, a 1 de enero de este año, el 9,6% de sus habitantes era mayor de 80 años. Pero Camarero aclara que si se analiza ese dato en las zonas más envejecidas, ese porcentaje se dispara al veinte o el veinticinco por ciento, “un sobreenvejecimiento que es una carga importante” para los equilibrios demográficos.
En este sentido, el experto de la Uned, que lleva investigando desde los años 90 el fenómeno de los éxodos migratorios y desde comienzos de este siglo abordándolo en las áreas rurales a través de varios proyectos de investigación del Ministerio de Ciencia, comenta que “el tema de la población o el despoblamiento no es una cuestión de número, de ser más o de ser menos, sino que es una cuestión de equilibro demográfico, sobre todo entre las distintas generaciones”.
En ese contexto demográfico, lo que aporta la población inmigrante “es sobre todo un reequilibrio generacional, puesto que es población joven de edades intermedias que vienen además con familia, reagrupan a los cónyuges y a los hijos, y además tienen más hijos las madres que nacieron en el extranjero que las madres que han nacido en España, con lo cual hay un aporte pero sobre todo un reequilibrio generacional”. El investigador reconoce que son pocos en estas zonas rurales, “pero sí tienen su efecto sobre todo por ese relleno del hojaldre generacional”.
Rejuvenecimiento
El informe elaborado por estos dos investigadores para el Observatorio Social de la Caixa concluye que uno de cada cinco nuevos habitantes de las zonas rurales tiene origen extranjero, y que esta proporción se incrementa en aquellas localidades que están por debajo de los mil habitantes, ya que en las mismas una cuarta parte de los menores es de origen foráneo. También constata que estas familias procedentes de otros países están rejuveneciendo el medio rural, como demuestra que el 10% de su población haya nacido en el extranjero.
Camarero considera que existen muchos arquetipos sobre estas personas y que realmente vienen a desarrollar un proyecto de vida, por lo que si encuentran esa oportunidad en las áreas rurales se quedan. Opina que para ello deben encontrar lo que en algunos sitios se ha denominado “comunidades acogedoras”, que son programas encargados no solo de recibir a estas personas que tienen interés en asentarse y ayudarles a conseguir vivienda, “sino también preparar a las propias comunidades receptoras como acogedoras, para que realmente entiendan, comprendan y valoren sobre todo esa diversidad que ahora mismo está atravesando el medio rural, que tiene incluso un tinte cosmopolita, pero que sin embargo está negada; no hay un reconocimiento que es un valor fundamental que tienen las áreas rurales hoy en día”.
Ese fenómeno se dio con la anterior crisis y podría repetirse con esta, porque según Camarero, este tipo de recesiones económicas “donde más daño hacen es en las áreas rurales, a pesar de que la gente tiene una imagen contraria porque piensa que en los pueblos se puede uno defender mejor, pero los datos han demostrado que cada vez que hay una crisis quien pierda más son estos sitios y no solo por una reducción de oportunidades laborales”.
Pone como ejemplo la crisis de 2008, que tuvo un efecto en el recorte de servicios en las áreas rurales, algo que “condiciona sobre todo el desarrollo de la vida cotidiana”. Por eso el experto asegura que estos territorios necesitan una mayor atención en políticas activas que garanticen los servicios, y que se rediseñen aquellas políticas que piensan “en la rentabilidad desde las economías urbanas y no se adaptan en la misma medida a zonas de baja densidad, cuando no se pueden utilizar los mismos criterios y hay que rediseñar algunas de estas políticas”.
Garantizar los servicios
Camarero sostiene que es fundamental garantizar los servicios sanitarios y educativos en igualdad de condiciones que en las zonas urbanas, porque hay un predominio de población envejecida en los pueblos que requiere esas prestaciones o en caso contrario se irá a las ciudades y cabeceras de comarca, mientras que si no hay acceso al sistema educativo el inmigrante no acudirá a estos sitios.
La economía de cuidados para asistir a los mayores en los pueblos está atrayendo a la población inmigrante que, a su vez, arrastra a su familia y con la llegada de niños genera nuevas expectativas para estas áreas rurales.
El experto lamenta que por desgracia “hemos aprendido poco” de experiencias anteriores, además de tratarse de un fenómeno “que no se ha querido darle visibilidad, se ha hablado mucho de despoblación, pero se ha hablado muy poco de las personas que estaban entrando y de la importancia que tenían y de lo que estaban haciendo”.
En opinión de Camarero, “tenemos que pensar no solo en proyectos de desarrollo porque llevamos bastantes años invirtiendo y con éxito en muchas zonas en proyectos de desarrollo rural, recibiendo fondos de la UE a través de los programas Leader, que han renovado la actividad de vida de las áreas rurales, pero a pesar de esa mejora las personas siguen abandonando estas áreas, y especialmente por esa falta o menor prestación de servicios”.
En eso el informe del Observatorio Social de la Caixa es contundente sobre la oportunidad que ofrecen las personas que llegan procedentes del extranjero que quieren desarrollar un proyecto de vida nuevo, porque en definitiva lo que hacen es dinamizar y revitalizar la España rural despoblada contribuyendo de forma muy significativa a la renovación generacional.
Un fenómeno que ya se dio en los años 90 en Teruel y que vuelve a manifestarse
La tendencia que empieza a observar de nuevo la provincia con ese pequeño repunte de habitantes que tuvo en 2019, según los últimos datos definitivos facilitados por el INE, indican que el fenómeno de la inmigración con la llegada de personas extranjeras es fundamental para revertir el receso demográfico. Ya sucedió antes de la crisis de 2008 y ahora vuelve a darse, con el riesgo de que la situación provocada por la Covid lo trunque.
Los pueblos adquieren cosmopolitismo con su diversidad
El informe del Observatorio Social de la Caixa La inmigración dinamiza la España rural considera que los efectos tanto a medio como a largo plazo de la nueva composición poblacional que están teniendo los pueblos de la España despoblada son y serán sustanciales en términos culturales y sociológicos.
Para los autores del trabajo, los nuevos pobladores que están llegando a estos territorios suponen un capital social que “sin duda transformará la España rural” porque “constituyen un conjunto de personas de diversos orígenes y culturas que hay que escuchar y tener en cuenta en cualquier política pública o iniciativa privada de desarrollo rural”. A tener en cuenta, además, cuando se trate de “repensar y fomentar la innovación social, así como las estrategias educativas y de formación en estos territorios”.
Recalca en este sentido el estudio que esta población de origen extranjero está todavía ausente del imaginario social sobre el medio rural, porque de hecho no se habla de él cuando se discute sobre la realidad de las zonas despobladas o se plantean soluciones. Pero en cambio, los expertos sostienen que “seguro que ganarán protagonismo porque es, hoy por hoy, un elemento clave en la sostenibilidad de la España rural”.
Previsión de un nuevo frenazo debido a la pandemia
La pandemia del coronavirus está creando incertidumbre en todos los ámbitos, y según los autores del trabajo que ha publicado el Observatorio Social de la Caixa, existe preocupación de que esta crisis provoque un nuevo frenazo a esa recuperación que empezaba a observase otra vez con la llegada de población extranjera a las zonas despobladas.
La crisis de 2008, recuerdan, ya congeló ese impulso que había y su efecto en la revitalización del medio rural, y ha tenido que pasar una larga década hasta que volvió a recuperarse esa tendencia. Pero consideran que dados los antecedentes que existen, “es probable que la pandemia de 2020 implique un nuevo frenazo a los procesos de arraigo y de reagrupación familiar e incidirá nuevamente en la pérdida de capital social”. Para evitarlo, los expertos inciden en la importancia de construir comunidades acogedoras para enfrentar el declive rural.