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La III Escuela Vecinal comparte experiencias para impulsar la revitalización de los pueblos La III Escuela Vecinal comparte experiencias para impulsar la revitalización de los pueblos
La III Escuela Vecinal se celebró en el centro sociocultural de San Julián. Bykofoto/Antonio García

La III Escuela Vecinal comparte experiencias para impulsar la revitalización de los pueblos

La Federación agrupa ya a 42 asociaciones de toda la provincia que suman 13.000 socios
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La III Escuela Vecinal organizada por la Federación de Asociaciones Vecinales y Culturales San Fernando de Teruel compartió experiencias para impulsar la revitalización de los pueblos, un fenómeno en alza que viene observándose en los últimos años con el crecimiento del movimiento asociativo. La Federación agrupa actualmente a 42 asociaciones de toda la provincia que suman más de 13.000 socios, y se pudieron conocer iniciativas como las que se están desarrollando en El Castellar, Cabra de Mora, Bueña u Oliete, entre otros lugares, que se han erigido en modelos a seguir por el impacto positivo que están teniendo para la vida de los pueblos.

Más de medio centenar de personas participaron en este foro que se desarrolló en el centro social de San Julián tras la celebración de la XXXIV Asamblea de la Federación Vecinal, que contó con la asistencia tanto de asociaciones veteranas como de otras más recientes que apenas acaban de constituirse como la Asociación de Rudilla.

Todas ellas tienen un objetivo claro, la necesidad de revitalizar los pueblos con actividades culturales y sociales para hacerlos atractivos a las nuevas generaciones de descendientes que han nacido y viven en las ciudades para que no pierdan los vínculos con el territorio de sus antepasados aunque sea los fines de semana.

La actividad de estas asociaciones está contribuyendo en algunos casos a hacer frente al fenómeno de la despoblación, si bien como aclaró Bernardo Abad, de la Asociación Cultural Abad Zapater de Cabra de Mora, cualquier esfuerzo que se haga es fruto de la colaboración entre todos, desde el Ayuntamiento a los vecinos que viven de continuo en el pueblo y a aquellos que tienen segunda residencia porque descienden de él.

El caso de Cabra de Mora es un ejemplo de colaboración entre las instituciones y entidades locales desde la unidad y el empeño, según reconoció Abad, que incidió en que la única forma de revertir la despoblación es esa con la implicación de todos.

En la III Escuela Vecinal se pudieron conocer también el trabajo de la Asociación El Castellar-Pueblo en Acción, A-Bueñízate de Bueña, Apadrina un olivo de Oliete, Amigos de los trinquetes de Teruel, la Asociación de Vecinos de Beceite y la Asociación de Vecinos La Unión de Villaspesa, además de la experiencia Acompañando-T de la Federación de Asociaciones Vecinales y Culturales de Teruel.

El presidente de la Federación, Pepe Polo, explicó que una vez que se ha salido de la pandemia la intención con la escuela vecinal es mostrar las experiencias que se están desarrollando en distintos lugares “para que se conozcan y poder trasladarlas después a otros pueblos”.

“El objetivo es ilusionar y que la gente vea que podemos hacer muchas cosas en nuestros pueblos”, comentó Polo, desde la custodia de espacios o la recuperación del patrimonio como pueden ser los olivos en Oliete, a potenciar juegos como el de pelota a mano a través de la Asociación de los trinquetes.

Para el representante vecinal se vive un momento de “revitalización del asociacionismo como nunca antes en la historia”. Aseguró que en pueblos pequeños en los que apenas vive una treintena de personas hay asociaciones que aglutinan a más de trescientos socios porque atraen a los descendientes que viven en las ciudades y que se relacionan así con sus orígenes.

Es el ejemplo, explicó, de la Asociación A-bueñízate de Bueña, que a través de las nuevas tecnologías está fomentando el vínculo de los socios con el pueblo, o de la Asociación El Castellar-Pueblo en Acción con experiencias como la que se contó, en la que los niños compartieron las vivencias con un pastor pasando toda una jornada con él en el campo. Eso permitió que descubrieran un mundo totalmente desconocido para ellos.

Pervivencia del territorio

Atraer a los niños y a los jóvenes hacia este tipo de actividades es fundamental para la revitalización del asociacionismo, comentó Polo, quien insistió en que estos movimientos son un “aporte prioritario” para la pervivencia del territorio.

A la III Escuela Vecinal asistieron más de medio centenar de personas que pudieron conocer cómo funcionan entre ellas, compartir experiencias y estrechar relaciones puesto que la actividad finalizó con una comida de hermandad.

Entre los asistentes acudieron también representantes de la Asociación de Rudilla, un barrio pedáneo de Huesa del Común, que solo lleva tres meses creada y que cuenta con cerca de 70 socios cuando en la pedanía prácticamente no vive nadie de continuo durante todo el año, solo algunos jubilados.

Beatriz Rodrigo y Óscar Berges explicaron que esta pequeña localidad es representativa de lo que ha ocurrido en muchas partes de la provincia por la emigración a las grandes ciudades. “Queremos mantener el pueblo”, comentó Rodrigo, que aseguró que la asociación se creó “para movilizar el pueblo y que no quede abandonado”.

“Nuestras vidas las tenemos en Zaragoza y otras ciudades, pero si el fin de semana subimos gente se mantiene algo la actividad”, indicó una de las socias que participó en la Escuela Vecinal. Argumentó que con las actividades culturales se fomenta que los más jóvenes y los niños conozcan el pasado y la historia del lugar.

Óscar Berges valoró las ventajas de mantener vivos de alguna manera estos pueblos, que en tiempos pasados estuvieron muy poblados antes de que se produjera la emigración. “Es bueno que la gente sepa lo que es y que no se pierda nuestra historia en el olvido”, indicó.

A través de la asociación se forjan vínculos y se atrae a la gente a Rudilla, dijo Berges, quien estimó que “la vida en los pueblos es más sana” y la gente tiene ganas de volver a ellos, al menos pensando en la jubilación porque la vida es más tranquila.

Un momento oportuno para rentabilizar el movimiento vecinal para contribuir a dar un impulso al territorio

“Las asociaciones vecinales son un aporte prioritario y vital para lo que sería la revitalización de los pueblos”, comentó el presidente de la Federación Vecinal de Teruel, Pepe Polo, quien argumentó que cuando se va a los pueblos lo que se busca es que haya un “ambiente de vida, cultural y de actividad donde tus hijos puedan disfrutar” como una forma de vincular al territorio a quienes descienden del mismo pero no han nacido en ellos ni han vivido de forma habitual.

Polo valoró que la Federación siga creciendo en la provincia atrayendo a pequeñas asociaciones que en número de socios no son tan pequeñas, para que puedan entrar a formar parte de una red, estar informados y poder acceder a las actividades que se organizan. Apoyar el asociacionismo de la Federación es uno de los retos que se han marcado, según pudo verse ayer en la asamblea. Polo constató que la situación del asociacionismo se está viviendo de forma muy diferente en unos y otros casos, ya que hay asociaciones que han recuperado su actividad previa a la pandemia mientras que hay otras que van más despacio. El objetivo es apoyar a todas las asociaciones para que dinamicen su actividad, así como crear un vivero de personas que trabajan en diferentes ámbitos para poder ofertarlas para exposiciones o charlas.  En la asamblea, a la que asistieron más de 40 personas, se aprobó el informe de gestión, cuyo presupuesto este año ha sido de 83.000 euros.