La Fundación Amigó desarrolla un programa de atención a alumnos expulsados de sus centros
Ya se ha intervenido con 27 jóvenes en el colegio San Nicolás de Bari de la capital turolenseFundación Amigó, la ONG de los Terciarios Capuchinos, que tiene su sede en Teruel en el colegio San Nicolás de Bari, ha dado un paso más en su labor de apoyo a la integración de los jóvenes con dificultades en la capital turolense. Este curso ha echado a andar el Proyecto Prisma de ofrece apoyo socioeducativo a los alumnos de enseñanzas medias que son expulsados temporalmente de sus centros escolares.
La iniciativa, que cuenta con una subvención del Ayuntamiento de Teruel, así como el respaldo del Servicio Provincial de Educación y los colegios e institutos ha intervenido ya desde noviembre con 27 jóvenes con los que se ha hecho refuerzo educativo y talleres y dinámicas para mejorar su conducta, trabajando habilidades sociales y gestión de emociones y los resultados están siendo muy positivos.
El responsable de Fundación Amigó en Teruel, José María Simón, explicó que contactaron con los responsables de Menores, con la Fiscalía de Menores y los Servicios Sociales municipales para conocer qué acciones podía llevar a cabo esta entidad para colaborar en la atención a los jóvenes y se vio que existía la necesidad de este tipo de recurso. Se siguió el modelo que la Fundación ya lleva desarrollando desde hace siete años en Castellón.
Gracias a la subvención del Ayuntamiento de Teruel, se empezó a organizar el programa desde el pasado septiembre, se contrató y se formó a una integradora social, Mariam Asensio, y en noviembre ya se realizaron las primeras intervenciones con los estudiantes.
“Vimos que cuando se expulsaba temporalmente de los centros a los chicos no recibían atención y pensamos que necesitarían apoyo, es una medida voluntaria que es muy positiva”, destacó Simón.
El delegado territorial de Fundación Amigó para Castellón y Teruel, Ferran Blanch, que visitó este martes Teruel para conocer los avances del programa, señaló que el objetivo es que los jóvenes que son expulsados dispongan de una estructura, unos espacios a los que acudan cuando no van a los institutos para poder trabajar con ellos. En Castellón, llevan ya siete años de trayectoria, lo que ofrece una visión amplia de esta problemática. “Después de muchos años, este proyecto nos da un conocimiento de la realidad de estos jóvenes. Si no hay instituciones que se dediquen a paliar esas situaciones, cuando hay una expulsión se acrecienta la situación de calle y hemos visto que frenamos este impacto”, advirtió Blanch quien resaltó también la necesidad de colaborar con otros recursos para este colectivo.
“Trabajamos en red con otros recursos que van desde la prevención de drogodependencias, la violencia filioparental o los centros de acogida, ponemos en contacto todos los recursos para tratar de ayudar”, explicó el responsable de la ONG.
La intervención
La integradora social que se encarga del Proyecto Prisma en Teruel, Mariam Asensio, explicó que a primera hora se trabaja refuerzo escolar para que no pierdan y se puedan reenganchar en el aula cuando finalice la expulsión. Luego se aborda con diferentes talleres la problemática o el motivo de la derivación. “Trabajamos control de impulsos, empatía, respeto, reconocimiento de emociones... todas aquellas cosas que desde los colegios nos dicen”, explicó Asensio.
La integradora social hace reflexionar a cada chico sobre cuáles son sus objetivos: si quieren estudiar o no y que puedan ir sacando conclusiones de los pasos a seguir, asimismo, se trabaja sobre los motivos de la expulsión.
“Algo que suelo hacer siempre es que apunten en un papel las normas de clase, han llegado a la expulsión porque no las han cumplido. Les pregunto cuáles son las que más les cuesta cumplir y cuando las ven escritas se dan cuenta de que no es para tanto, que no es tanto esfuerzo cumplirlas”, explicó la Mariam Asensio.
También se interviene con las familias, éste es un recurso voluntario y para que los estudiantes puedan participar necesitan la autorización paterna. Al inicio del proceso o en el momento más idóneo en cada caso se hace una entrevista con los progenitores. “En general, las familias lo acogen bien, ven que es un recurso que necesitaban sus hijos para cambiar el chip”, afirmó José María Simón.
La integradora social se mostró satisfecha con los resultados porque en la mayoría de los alumnos se produce un cambio y soóo ha habido dos casos de segundas expulsiones. La aceptación en los centros educativos ha sido alta, lo ven un recurso útil.
José María Simón explicó que para el próximo curso se ha renovado el acuerdo, pero incidió en que debería haber más apoyo para tener más recursos y se está intentado ampliar. El responsable turolense de la Fundación Amigó resaltó la excelente acogida, con 27 intervenciones que comparó con las 54 de Castellón, con mucha más población y siete años de trayectoria.