La frutería de ‘La Topetona’ echa la persiana tras más de 80 años dando servicio en el centro de Teruel
Ha sido un ejemplo de comercio de proximidad y de atención personalizadaEl pasado 30 de diciembre la frutería La Topetona echó la persiana para siempre después de más de 80 años de atención a los turolesnses. Sus propietarios se han jubilado y han dejado atrás un negocio que venía de sus abuelos. Ahora no hay relevo generacional y se ha cerrado definitivamente uno de los comercios con más solera del Centro Histórico de la capital turolense.
Detrás han quedado horas y horas de trabajo y de atención a los turolenses que por generaciones han pasado por este establecimiento, situado en la calle Mariano Muñoz Nogués de la capital turolense, también conocida como calle de la Pescadería.
“Esta casa la compró mi abuelo Pedro Gómez en 1939”, cuenta Carlos Mateo Gómez, que junto a su hermana María José ha atendido el negocio en la última etapa.
A Frutas Mateo Gómez se conoce popularmente como La Topetona, un apodo que “procede de nuestra bisabuela, por lo que tiene más de cien años, porque tenían otro establecimiento a principios del siglo XX, en la calle de la Democracia, lo que ahora es la calle Nueva”.
La tienda que ahora acaba de cerrar sus puertas ha estado atendiendo a los turolenses desde 1940. Carlos se incorporó en los años 80 tras finalizar el servicio militar y, ahora que baja la persiana por jubilación quiere agradecer, junto a su hermana, “a los miles de clientes que han pasado por aquí y con un recuerdo cariñoso y entrañable a los que ya no están con nosotros”.
Por este establecimiento tan céntrico de la capital turolense han pasado los vecinos del barrio pero también personas que trabajan en la zona. Para darles un buen servicio y hacer frente a la llegada a Teruel de grandes superficies comerciales tuvieron que especializarse y lo hicieron en fruta. Apostaron por traer un producto de mucha calidad y por adaptarse a la demanda de los clientes.
“En vez de competir en precio lo hicimos en calidad”, cuenta Carlos, trayendo a Teruel variedades que no había en otro sitio en un momento en que no había tanta cantidad de artículos en el sector de la alimentación como pasa hoy en día. “Antes no había una gama tan amplia de productos, como hay en los últimos años”, apunta.
“Ahora hay un montón de variedades de lechuga, de tomates o de manzanas pero antes, hace unos 20 o 25 años, no era así, cuando estaba nuestra madre solo había tomate de Canarias y lo que daban los huertos y la fruta de temporada”, agrega. Ahí vieron una oportunidad y si los turolenses querían algo especial había que ir a La Topetona a buscarlo y “si no lo teníamos nos los encargaban”.
“Nuestra clientela ha sido muy fiel, venía y nos podían pedir por ejemplo una caja de ruibarbo y se lo traímos”, apunta Carlos.
Y ÂÂahora que está tan de moda el reparto a domicilio, recuerdan que desde este establecimiento repartían la mercancía por las casas. Ya lo hacía el abuelo con un carro pequeño de dos ruedas, que estaba incluso matriculado. “Tenía el número 27 en la matrícula que daba el Ayuntamiento”, recuerda María José. Era un carro de mano pero el abuelo también tuvo uno con uno a caballo para ir a los pueblos próximos a comprar huevos o manzanas entre otros productos y traerlos hasta Teruel para venderlos.
Pasaron los tiempos y entonces fue Carlos el que se trasladaba al mercado de Valencia para comprar el producto y traerlo fresco a los turolenses desde las estanterías y mostradores de la céntrica tienda turolense, donde además la disposición de las frutas, verduras y hortalizas en el establecimiento llamaban la atención de los que pasaban por esta calle.
Con motivo del cese del negocio por jubilación, sus vecinos de los comercios colindantes y de viviendas próximas quisieron hacerles un homenaje el mismo día 30 de diciembre y brindaron por su futuro en esta nueva etapa de su vida.
Con el cierre de La Topetona se queda atrás un ejemplo para el comercio de proximidad de atención personalizada al cliente durante más de ocho décadas.
Un zumo de naranja que le gustó al príncipe Felipe
La ubicación de la frutería La Topetona, en la calle Muñoz Nogués de Teruel, entre la plaza del Torico y la plaza de la Catedral, a un paso del ayuntamiento, ha hecho que por su puerta hayan pasado políticos y personalidades que de visita a la ciudad hacían recorridos andando por el Centro Histórico. “Hemos conocido al rey Felipe VI cuando era príncipe todavía, es una persona muy cercana”, cuenta María José Mateo que recuerda que cuando el ahora rey fue a la Escuela de Hostelería le hicieron un zumo con naranjas que habían comprado en la tienda “y nos dijeron que le gustó porque quiso repetir”.
Más de un político de campaña por la ciudad ha querido entrar a estrechar la mano de estos tenderos que han sido testigos de cómo la ciudad ha ido evolucionando. Ahora sus clientes les echarán de menos y mirarán con nostalgia a la persiana bajada.