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La formación MIR en Teruel es muy cercana  y los residentes se sienten “parte de la plantilla” La formación MIR en Teruel es muy cercana  y los residentes se sienten “parte de la plantilla”
De izqda. a dcha., Juan Miguel Guerola (R4), Santiago Valdearcos (jefe de la Unidad Docente de Familia) y Karina García (R1) en el centro de salud Ensanche

La formación MIR en Teruel es muy cercana y los residentes se sienten “parte de la plantilla”

El número reducido de estudiantes facilita la realización de más actividad práctica
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La formación especializada de sanitarios no es sólo cosa de los grandes hospitales. Teruel tiene una amplia trayectoria en formación de Médicos Internos Residentes (MIR). Los facultativos que se deciden por estas plazas valoran especialmente que desde el inicio del proceso pueden practicar y no son un número entre muchos compañeros, sino un miembro más en los equipos.

En Teruel hay unidad docente de Medicina de Familia y Comunitaria con cinco plazas por nivel, es decir, 20 MIR. En el Hospital Obispo Polanco también hay residentes de Cirugía General, Medicina Interna y Traumatología. Asimismo, existe unidad docente multiprofesional de Salud Mental (que forma a psiquiatras, psicólogos y enfermeros especialistas en salud Mental) y de Geriatría (que prepara a geriatras y enfermeros especialistas en este área).

La plazas de Medicina Familiar y Comunitaria son las que más cuesta cubrir en toda España y muchas veces es más complicado en los sitios pequeños. Las cinco de Teruel para este año se cubrieron en la convocatoria extraordinaria, a finales de abril.

El jefe de la Unidad Docente de Medicina de Familia en Teruel, Santiago Valdearcos, comenta que lo primero que hay que plantearse es el motivo que hay detrás de que los graduados en Medicina no quieran hacer esta especialidad. “Esto viene ya de la Universidad, no se centra nada en la medicina de familia, en algunas universidades hay una asignatura, pero no es obligatorio hacer prácticas en atención primaria, entonces, la gente no lo conoce”, argumenta.

Valdearcos asegura que cuando los estudiantes de Medicina van a los centros de salud, luego cogen Familia.

Este es el caso de Juan Miguel Guerola, residente de último año (R4), que había hecho prácticas extracurriculares en atención primaria.

“Me gusta Familia porque es una especialidad muy amplia, puedes ubicarte en muchos sitios distintos, en un centro de salud, en las urgencias, en las ambulancias, en unidades de atención a conductas adictivas o en planificación familiar”, destalla.

Francisco Carrillo (R1) acaba de iniciar su residencia en Cirugía General en el Hospital Obispo Polanco de Teruel

Juan Miguel Guerola es de Valencia y la cercanía le llevó a elegir Teruel, que ya conocía porque tiene familia en pueblos de la provincia. Destaca el trato “más personal” que recibe desde la Unidad Docente que el que puede haber en un sitio más grande. “La gente te conoce y te intentan ayudar”, señala. Sin embargo, este R4 reconoce que echa de menos que el número de residentes fuera mayor para “poder hacer más grupo”.

Para el facultativo valenciano, una de las cosas más interesantes de su formación fue la rotación en la zona rural. “Aquí vas a pueblecitos de 50 habitantes, mientras que mis compañeros en Valencia están en localidades casi tan grandes como Teruel. Aquí conoces la medicina rural de verdad”, asegura y resalta que se aprende a gestionar pocos recursos para atender a los pacientes y “la cercanía de las personas”, donde todo el mundo conoce al médico. Y no descarta quedarse en Teruel a trabajar porque le gusta la ciudad.

Santiago Valdearcos reconoce que hay más dificultades para cubrir plazas en sitios pequeños. Considera que uno de los principales motivos es que la gente quiere quedarse en su lugar de residencia y que las facultades de Medicina están en ciudades grandes como Madrid, Zaragoza o Valencia. Por eso, las plazas de Teruel las eligen personas de lugares próximos y también médicos extracomunitarios que, puesto que vienen de fuera, no tienen el problema de buscar una ciudad concreta.

Este año se ha incorporado al programa formativo en Teruel la mexicana Karina García que asegura que eligió esta plaza porque tenía “muy buenas referencias de la zona y en general de Aragón” y destaca que Teruel le parece “un lugar muy bonito”, donde se siente “muy cómoda”.

Aunque acaba de empezar, Karina García comenta que ya está viendo cosas muy variadas. “Me gusta que tenemos la oportunidad de llevar a la práctica lo que hemos aprendido en la facultad”, indica la joven que defiende la importancia de la atención primaria que califica como “el pilar de toda” la asistencia sanitaria, donde se puede dar “la longitudinalidad, que supone seguir al paciente a lo largo de su vida”.

“Vemos desde pequeñitos hasta pacientes ya mayores, todos con sus vivencias totalmente diferentes. Creo que se puede aprender mucho de esos extremos de la vida. Hay mucho que aprender de la gente, ellos son nuestros principales libros, es donde aprendemos más y eso es lo bueno”, argumenta Karina García.

Santiago Valdearcos explica que la formación que se da es “bastante variada” porque en la “Medicina de Familia hay que formarse prácticamente en todos los ámbitos” para lo que se va rotando por diferentes servicios del hospital y también hay un periodo de hasta seis meses en el centro de salud y tres meses en un centro rural, todo ello a través de un plan de formación individualizado.

Para las cinco plazas de MIR son necesarios diez tutores. El jefe de la Unidad Docente indica que quieren ampliar el número de residentes hasta siete y también transformar la unidad en multiprofesional para poder formar también a enfermeras de esta especialidad.

Valdearcos comenta que ser tutor supone un esfuerzo, pero que es una labor que a los profesionales les gusta hacer. “Da la satisfacción de poder enseñar lo que se supone que sabes y te mantiene más operativo, tienes que esforzarte para dar esa formación”, argumenta.

En el Obispo Polanco hay otras especialidades que forman MIR como Cirugía General y de digestivo. El almeriense Francisco Carrillo es uno de los jóvenes médicos que ha comenzado su especialización este año. “Tenía claro que quería una especialidad quirúrgica y por mi nota ésta era una de las plazas que quedaba y la elegí”, detalla el R1.

Este residente está muy satisfecho con su elección porque, a pesar del poco tiempo que lleva en el hospital, le dejan hacer “un montón de cosas” y valora también que sus compañeros más veteranos le están ayudando mucho.

Asimismo, en el caso de Celina Ilie, de Alicante, la decisión por Teruel para hacer el MIR estuvo motivada por la especialidad que deseaba hacer, Medicina Interna, por lo que no dudó en marcharse lejos de su localidad natal.

La atención personalizada, es sin duda una de las fortalezas de la formación MIR en Teruel. La cirujana Laura Comín es una de las tutoras y defiende que la gente “sale bien formada” del Obispo Polanco.

La especialista en Medicina Interna Celina Ilie se formó en Teruel y se ha quedado a trabajar aquí

“Son menos residentes que en los grandes hospitales por lo que pueden hacer mucho más”, insiste Comín. Precisamente, en la especialidad de Cirugía esta oportunidad es fundamental. “En Medicina Interna se puede explorar un paciente 50 veces, pero no puedes operar un paciente dos veces, por eso es tan importante que desde el principio puedan implicarse en el trabajo”, argumenta la cirujana turolense.

Asimismo, Laura Comín detalla que en el Obispo Polanco se hacen técnicas avanzadas como en cualquier hospital.

Para Comín, tener residentes es fundamental para que posteriormente puedan quedarse los especialistas en la plantilla. “Puede ser personas de lejos, pero están en Teruel un tiempo, a veces encuentran pareja o simplemente se sienten a gusto aquí y cuando terminan pueden quedarse, es más fácil que alguien que ha terminado la residencia en otro sitio venga”, indica.

Laura Comín dice que es tutora porque le gusta la docencia y que le hace estar al día. Argumenta que contar con residentes en el hospital es algo “muy positivo” ya que aportan “frescura” y “trabajo” y añade que son “gente muy implicada”.

Comín comenta que si en el nuevo hospital se instalará la cirugía robótica, podría ser un buen incentivo para hacer la especialidad en Teruel, porque una vez más, al ser pocos médicos en formación podrán utilizarlo más.

“Desde el principio quería un hospital pequeño y he decidido quedarme aquí”

Del centro de la ciudad de Alicante a Villastar, un cambio radical para conseguir una formación integral y la calidad de vida de un pueblo. Esa fue la apuesta que hizo Celina Ilie hace algo más de cuatro años que asegura que le ha hecho muy feliz. La joven doctora alicantina eligió la especialidad de Medicina Interna y un hospital pequeño, el Obispo Polanco de Teruel. La experiencia ha sido tan positiva que, tras finalizar su residencia, se ha quedado a trabajar en la capital turolense, ahora en el 061.

“Siempre quise hacer Medicina Interna y quise un hospital pequeño. Una vez que hice el examen del MIR y me tocó elegir destino me decidí por Teruel”, explica Celina Ilie que detalla que los grandes hospitales están superespecializados, mientras que en los pequeños se puede ver toda la variedad que tiene esta especialidad y que es precisamente lo que a ella le interesa.

“Me vine desde Alicante con mi pareja y ni primer hijo que era muy pequeño y el perro, lo dejamos todo allí. Fue un cambio tremendo pero fue una buena decisión y no hemos podido ser más felices”, comenta la joven sanitaria que ya se ha comprado casa en Villastar.

A nivel personal, Celina Ilie destaca la calidad de vida que tiene ahora por la tranquilidad de un pueblo como Villastar desde el que en apenas diez minutos llega a su lugar de trabajo, frente a una hora de trayecto que tenía en la ciudad de Alicante y cree que es un sitio perfecto para sus hijos, que ahora ya son dos.

Sobre la formación que ha recibido, la especialista se muestra tajante: “Creo que el Obispo Polanco es de los hospitales que mejor te forma”.

En este sentido, recuerda que cuando realizó las rotaciones en Alicante y el Miguel Servet de Zaragoza comprobó que se desenvolvía “muchísimo mejor que algunos residentes de allí” ya que había tenido la oportunidad de hacer cosas que en otros centros no hay, como llevar el área de ictus o guardias en Cardiología.

“El de Teruel es un hospital muy familiar, estás muy arropado y muy bien acompañado”, destaca la joven alicantina que compara las rotaciones por los diferentes servicios donde era la única residente, frente a la situación que se da en grandes hospitales con varios MIR de diferentes años.

“En un centro como Teruel, al final eres parte de la plantilla, ser pocos te hacer integrarte, ser parte del equipo e implicarte más”, asegura.

Celina acabó la residencia en mayo y ahora trabaja en el 061, otro reto profesional que afronta con ilusión. “En el hospital estás más arropado, siempre tienes algún compañero en el que apoyarte y el 061 estás más suelto y te da poca opción de anticipación, te tienes que ir adaptación y son situaciones que te obligan a decidir muy rápido”, explica.

La joven especialista destaca la importancia del plan de fidelización porque da incentivos y contratos de larga duración. “Ojalá se mantengan y se amplíen estas medidas porque para los que somos de fuera te ayudan a dar el paso y quedarte”, afirma.