La emblemática fachada modernista de la Caja Rural de Teruel se restaurará con criterios de mínima intervención
Los trabajos comenzarán este mismo mes o a comienzos de octubre y el plazo de ejecución es de tres mesesLa emblemática fachada modernista de la Casa del Torico, actual sede de la Caja Rural de Teruel, será restaurada con criterios de intervención mínima. Mantendrá la tonalidad actual, pero serán recuperadas las piezas perdidas o gravemente deterioradas, tanto cerámicas como de carpintería. El objetivo es dotar al monumento de sus acabados originales, sin modificar su composición, colores o materiales.
Los trabajos se iniciarán a finales de este mismo mes o a comienzos de octubre y se prolongarán durante un plazo de tres meses, de forma que estén totalmente terminados para la celebración de Las Bodas de Isabel, ya que es en uno de sus balcones donde tiene lugar la esperada escena del beso.
El edificio fue diseñado por el arquitecto catalán Pablo Monguió y se levantó en el año 1912. Constituye uno de los mejores ejemplos del modernismo en la capital turolense y se levantó para albergar un comercio textil, Tejidos El Torico. La Caja Rural de Teruel adquirió el inmueble en el año 1979 con el fin de ubicar en él su sede principal, que fue inaugurada en junio del año 1982, tras un complejo proceso de remodelación del interior del edificio en el que, además, se recuperaron los volúmenes exteriores, modificados en una reforma realizada en los años 60. Desde ese 1982 sólo se ha llevado a cabo un mantenimiento pictórico en la fachada del edificio en el año 2003. Ahora, tras algo más de cuatro décadas, es necesario atender a los desperfectos ocasionados por el paso del tiempo en uno de los monumentos más fotografiados de la capital.
La restauración que se iniciará que en las próximas semanas se centrará en todos los elementos de la fachada principal, manteniendo la mayor parte de los originales y sustituyendo únicamente aquellas piezas de cerámica y de madera que están totalmente destruidas o que pueden afectar a la estructura, especificó el arquitecto que dirige el proceso, José Ángel Gil.
El principal problema que se ha detectado en la fachada ideada por Monguió es la presencia de humedades derivada de la acción directa del agua precipitada, que se concentra en algunas zonas de conflicto y ejerce su acción sobre los materiales. Así, llega a erosionar algunos de ellos y contribuye al arrastre de suciedad y posterior acumulación en determinadas zonas, generando la proliferación de agentes biológicos que deterioran el bien.
Profusión decorativa
Precisamente es, según se recoge en la memoria técnica, esa profusión decorativa, con multitud de elementos y materiales, lo que propicia la existencia de resaltes que “son focos de conflicto por interacción de materiales, acumulación de agua, suciedad y agentes químicos y biológicos de deterioro”, especifica el informe técnico.
Esa complejidad, unida al valor histórico y artístico del edificio exige un mantenimiento y revisión periódicos de la fachada. Su orientación oeste y ligeramente girada al norte propicia que esté poco expuesta al sol durante las estaciones de primavera, otoño invierno pero muy expuesta durante el verano. Gil hizo hincapié además en la gran oscilación térmica que hay en la ciudad, muy perjudicial para los materiales.
La restauración, de la que se ocupará Miriam Tomás, con gran experiencia en la recuperación de edificios, requerirán la instalación de un andamio para acceder a toda la fachada. El arquitecto especificó que primero se atenderá a las zonas para las que sea necesario el andamiaje y, una vez desmontado, los técnicos se ocuparán de aquellos espacios de fácil acceso. Entre ellos están las balconadas, muy expuestas a las inclemencias meteorológicas y donde habrá que recuperar las piezas cerámicas del pavimento puesto que están resquebrajadas en muchos de sus tramos.
Para realizar una aproximación más detallada a la evolución del proceso patológico de la fachada se ha realizado un estudio histórico artístico así como un análisis de estratigrafía de morteros y pigmentos. Según se recoge en ese informe estratigráfico, los materiales originales que revisten la fachada son principalmente morteros de cal con adiciones de yeso.
Aunque a simple vista el aspecto de la fachada es bueno en general, salvo algunas grietas que sí se aprecian desde la propia plaza del Torico, un análisis detallado “revela el comprometido estado en el que se encuentra en varios de los puntos”, según figura en la memoria, donde habla de desprendimientos, disgregación y abultamientos en sus capas, así como agrietamientos y craquelados en la superficie. El arquitecto indica que una vez se coloque el andamio se localizarán nuevos focos de deterioro.
La humedad es la causante de la debilitación de la base de los elementos cerámicos, que es apreciable a simple vista en el alero del cupulín que remata el edificio. “Esta causa en solitario o combinada con el comportamiento diferencial entre la base de ladrillo y su capa de esmalte vitrificado han conducido al desprendimiento que puede observarse”, recoge la memoria.
La cerámica valenciana, que es la original del edificio construido en 1912, está presente en varios de los elementos decorativos de la fachada, como las vueltas abovedadas en el voladizo, las bandas decorativas y el pavimento de los balcones. Muchas de las piezas son esmaltadas con motivos decorativos policromados de alto valor estético, aunque se encuentran muy deterioradas al haber perdido su capa de esmalte. Algunas de ellas están en fase de disgregación e incluso pulverización y las del pavimento tienen múltiples fracturas, además de desprendimientos del mortero de agarre con el soporte.
El proceso será levantar las piezas originales de los suelos de los balcones y de las bovedillas, evitando que se dañen y etiquetándolas y clasificándolas una a una para su posterior colocación. Se limpiarán sin dañar la superficie y aquellas que estén perdidas o muy dañadas serán sustituidas por otra nuevas de cerámica vidriada con el mismo diseño y acabado original, recreadas manualmente por artesanos especialistas, según confirmó el responsable del proyecto.
La carpintería no es la original del edificio, se colocó en el año 1980, cuando se remodeló el edificio para albergar la Caja Rural de Teruel. Sin embargo, el arquitecto responsable de la obra señaló que se va a mantener en la medida de lo posible. Se trata de madera pintada en colores y tonos parecidos al cuerpo general de la fachada. Presenta agrietamientos y craquelados en numerosos puntos y también pérdidas de volumen de la madera por desecación de la misma.
La forja se encuentra en buen estado de conservación, salvo por la pérdida de pintura en algunas zonas superficiales, por lo que la restauración de estas piezas se centrará en espacios puntuales, planteó José Ángel Gil. Sí hay algunas zonas en las que estos elementos metálicos presentan puntos de corrosión y oxidación.
Las obras, paso a paso
El primer paso para la restauración de la fachada será la colocación del andamio para poder acceder a toda ella y a partir de ahí se comenzará con una limpieza de la misma. Se hará en seco y con un cepillo suave, de forma que se elimine la suciedad más superficial para poder valorar mejor los daños que presenta de cara a que la propuesta sea lo más acertada posible.
Las zonas de revoco con deficiencias en la adherencia del material en las capas internas se abordarán retirando los materiales sueltos y limpiando las superficies. Se aplicarán fungicidas si es necesario para, posteriormente, reconstruir el revestimiento con mortero de cal. Será éste el material que se aplicará en las grietas superficiales mientras que en las más profundas se realizará un cosido mediante varillas de fibra de vidrio. También será con mortero de cal de altas prestaciones y con pigmentos que igualen las zonas ya existentes, el utilizado para la reconstrucción volumétrica de las molduras donde haya pérdidas.
Los trabajos se centrarán en la fachada principal y la iluminación de la misma no será modificada, sino que se dejará tal cual está a la espera del desarrollo de un proyecto para la renovación de las luminarias monumentales de toda la plaza del Torico.
Se denomina Casa del Torico porque en su origen tenía un gran toro en el balcón principal en clara alusión al nombre del comercio para el que se construyó, Tejidos El Torico. El elemento fue retirado en una remodelación realizada en los años 50, cuando también se eliminaron unas guirnaldas que había en la balconada y se colocó un altillo sobre el piso superior. Ese cuerpo superior, que se construyó para almacén, fue suprimido en la restauración del edificio que hizo Alejandro Cañada en los años 80.
El tono pictórico se mantendrá en el edificio modernista
La pintura que cubrirá la fachada tras la restauración tendrá la misma tonalidad que la que hay actualmente y que es la que figura en la memoria colectiva de los turolenses, según especificó el arquitecto que está al frente del proceso de restauración, el alcañizano José Ángel Gil.
Para conocer el color original de la fachada tal y como la diseñó Pablo Monguió, el arquitecto Alejandro Cañada, que fue el que se ocupó en la década de los 80 del pasado siglo de la restauración integral del edificio y su adaptación como sede de la Caja Rural, realizó arqueología muraria rascando las diferentes capas pictóricas hasta llegar al color original, que fue el que se utilizó tras la restauración de ese momento.
Ahora se ha llevado a cabo un estudio de las capas de mortero y pictóricas, de las que se han localizado tres diferentes que responden a las diversas intervenciones llevadas a cabo con anterioridad. La más antigua presenta un color amarillento y una mayor permeabilidad. Las capas exteriores ofrecen el color azulado actual y son más impermeables que la más antigua. Los técnicos destacan que la colonización biológica entre varias de las capas es manifiesta.
Tratamiento hidrófugo
La pintura utilizada cuando concluyan los trabajos será al silicato, de altas prestaciones y especialmente indicada para la restauración. Además, una vez finalizados los trabajos y en función del resultado se valorará la aplicación de un tratamiento hidrófugo transparente, que podría realizarse en toda la fachada o solamente en los puestos más expuestos a la acumulación del agua precipitada.