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La casa modernista de la Madrileña volverá a su color original tras su próxima restauración La casa modernista de la Madrileña volverá a su color original tras su próxima restauración
La Casa de la Madrileña, en la plaza del Torico, en la semana de este sábado. Bykofoto/Antonio García

La casa modernista de la Madrileña volverá a su color original tras su próxima restauración

Los propietarios acometen una intervención que pretende recuperar una tonalidad más azulada
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La casa modernista de la Madrileña, en la céntrica plaza del Torico de Teruel, recuperará una tonalidad azulada similar a la que la vestía hace más de un siglo, cuando se construyó. Los propietarios del inmueble van a acometer obras de restauración y mantenimiento en el emblemático edificio, foco de atención prioritario para los visitantes que llegan a la ciudad.

El inmueble que en 1912 diseñó el arquitecto Pablo Monguió, artífice del modernismo en la capital turolense, ha experimentado el paso del tiempo en su fachada y, aunque en ella se ha intervenido en anteriores ocasiones, los rigores de la climatología turolense y otros factores han dejado mella en la fachada con grietas y descorchones y con la pérdida de color hasta degradarse a la tonalidad entre blanquecina y azulada que tiene en la actualidad.

Acometer la recuperación de un inmueble que está considerado Bien de Interés Cultural no es tarea fácil. El proyecto tiene que recibir el visto bueno de la Comisión Provincial de Patrimonio Cultural, que ya lo tiene, y acudir a una empresa que esté especializada en este tipo de restauraciones, además de afrontar los inconvenientes de su céntrico emplazamiento para instalar andamios y la maquinaria necesaria.

Los andamios comenzarán a instalarse la próxima semana y una vez montado los técnicos podrán ver “cara a cara” la fachada del edificio. El arquitecto responsable del proyecto, Amador Guillén, ya se ha encargado de la recuperación de otros inmuebles modernistas como la sede de la Comarca Comunidad de Teruel, y afronta este nuevo trabajo con el reto de redescubrir el color que se plasmó en origen.

“El trabajo que se pretende realizar es una restauración y mantenimiento de la fachada”, explica. Se pretende solucionar las grietas que han aparecido con el tiempo y el deterioro de las pinturas plásticas que se utilizaron en las últimas intervenciones. Otros daños que ha sufrido es la aparición de hongos en los elementos de madera y los que producen las palomas.

Los edificios requieren de un mantenimiento que al tratarse, como en este caso, de un bien protegido se tiene que llevar a cabo con más detalle todavía, con una supervisión técnica y la presentación a Patrimonio de las actuaciones a realizar. La propiedad dispone ya de la licencia de obras para unos trabajos de intervención en los que se va a incidir en el color.

El desmontaje de una farola que estaba sujeta a esta fachada modernista permitió descubrir el tono original. Para dar con el que más se pueda parecer lo que se ha hecho es extraer unos pequeños testigos de la fachada para analizar los materiales que lo constituyen mediante espectrografía y buscar el tratamiento de la fachada más adecuado. Este análisis permitirá conocer la evolución de las capas del revestimiento a lo largo del tiempo.

La investigación del color se hace también en las carpinterías, en las molduras o en la forja, es decir, en todos los elementos que tienen revestimiento pictórico con el objetivo de “analizar su composición y sus colores iniciales y rescatar los tonos”.

En la última intervención que se llevó a cabo en esta fachada, a finales de los años 90, se utilizaron pinturas acrílicas y el mayor problema que ha tenido es el deterioro del color debido al soleamiento. “La acción del sol ha hecho que se pierda y se haya ido a tonos blanquecinos”, comenta Guillén.

Lo que los técnicos han decidido es hacer un patrón de tonos de la fachada para que, una vez cosidas y reparadas las grietas y saneadas las humedades, se pueda restablecer la tonalidad de su origen con pigmentos similares.

El estado de la fachada no es preocupante pero necesita de estas labores de mantenimiento. Las inclemencias del tiempo, con las grandes oscilaciones térmicas que se dan en Teruel, y la acción del hielo y deshielo afecta a los edificios históricos como esta casa modernista.

Durante la actuación que comenzará en unos días también se acometerá la reparación de la cubierta, que se llevará a cabo tanto en el tejado como en el lucernario de la escalera interior, que está deteriorado.

En cuanto a la forja, uno de los elementos más destacados de este edificio modernista obra del herrero Matías Abad, el arquitecto responsable del proyecto de restauración destaca que no tiene problemas de oxidación, lo que facilitará su restauración. Igualmente, se intervendrá en las mallorquinas, unos elementos de los que destaca su funcionalidad, ya que más allá de un elemento estético permite regular la entrada de la luz y el aire mediante un mecanismo interior.

Para las guirnaldas y otros elementos ornamentales que trufan la fachada se optará por unos tonos piedra y también se buscará la mejor solución para los almohadillados. Guillén apunta que cuando se instalen los andamios podrán “mirar de tú a tú” la fachada. Se tratará así de volver a los orígenes de este edificio para restaurarlo y que sea disfrutado por los turolenses y visitantes de la actualidad.

Otras restauraciones

La recuperación de este edificio coge el testigo al que este pasado año se llevó a cabo en la misma plaza, ya que se renovó la fachada modernista de la Casa El Torico, sede de la Caja Rural de Teruel. Este emblemático edificio data también del año 1912 y junto a la Madrileña son los dos ejemplos de la impronta que el arquitecto tarraconense dejó en la plaza Carlos Castel.

A la hora de pintarla se optó por un color azulado similar la que había en los últimos años, aunque menos violáceo, para favorecer que envejezca mejor.

Procedimiento

Desde el año 2007 la Casa de la Madrileña está considerado Bien de Interés Cultural por el Gobierno de Aragón. Esta protección supone una serie de obligaciones para los propietarios que deben conservarlo con una inversión mayor a la que necesitarían en otro tipo de edificios pero sin embargo no reciben ninguna ayuda o subvención para ello. Así lo indica José Manuel Pérez, presidente de la Comunidad de Propietarios, que lamenta que no se tenga en cuanta que este edificio es “un regalo” para la ciudad, como se ve con los cientos de turistas que lo contemplan desde la plaza a lo largo del año, y sin embargo la administración no lo tenga en cuanta ni con ayudas para restaurar ni con reducción del IBI como se hace en otras ciudades. Una situación similar se vivió recientemente con la restauración de la fachada de Tejidos El Torico: la Caja Rural de Teruel, actual propietaria, asumió todos los gastos de recuperación.

A la falta de ayudas hay que sumar la dificultad para encontrar empresas especializadas en la restauración, comenta Pérez que como anécdota explica que en la anterior restauración de la fachada en los años 90 se descartó el color azulete porque se pensó que destacaría mucho. Ahora se pretende ser fiel con el proyecto inicial aprovechando la muestra aparecida debajo del soporte de una farola y las actuales técnicas que permiten aproximarse a las que se emplearon en su construcción.

Singularidades de un emblemático edificio

Son varios los elementos que destacan en la fachada modernista de la Casa de la Madrileña que la hacen única entre los diferentes edificios de este estilo arquitectónico que jalonan el Centro Histórico de Teruel. El historiador Gonzalo Borrás la calificó de “obra menor aunque primorosa”. Su anchura de fachada es tan solo de 4,5 metros, por lo que, como destacan Antonio Pérez Sánchez y Jesús Martínez Verón, en su obra El modernismo en la Ciudad de Teruel la composición simétrica acentúa el eje vertical.

Pero sin duda le que más resalta es la figura de un insecto que aparece reflejado en el balcón central de la fachada, que podría ser una mariposa o una abeja o una avispa macho. El historiador Carlos Milla, que ha estudiado la figura del herrero Matías Abad, destaca que el artista introdujo los insectos en su obra. Su representación como abeja podría hacer referencia, según este experto, a los propietarios del edificio en sus inicios, la Familia Garzarán, “como alegoría del trabajo y la laboriosidad”. Esta familia continúa siendo propietaria de una parte del edificio, que alberga siete apartamentos y oficinas. Cuatro de estas dependencias dan a la fachada exterior de la plaza del Torico. Si el balcón central sobresale por el gran insecto de forja, tanto el del primero como el del tercer piso son simétricos y tienen como elemento central una rosa con doce pétalos, una composición vegetal que se puede ver en otros edificios diseñados por Pablo Monguió y con el maestro de la forja Matías Abad como ejecutor de la obra.

El nombre de la Madrileña viene de un negocio de ultramarinos que hubo en los bajos de la Casa. Milla también plantea que la abeja pueda hacer referencia a la venta de velas de cera que se hacía en el comercio de la Madrileña.