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Juan Marco Deler, director de Cáritas de Teruel y Albarracín: “Hemos intentado dar servicios como  nos gustaría que nos dieran a nosotros” Juan Marco Deler, director de Cáritas de Teruel y Albarracín: “Hemos intentado dar servicios como  nos gustaría que nos dieran a nosotros”
Juan Marco, junto a uno de los grandes corazones que se expusieron con motivo del 60 aniversario

Juan Marco Deler, director de Cáritas de Teruel y Albarracín: “Hemos intentado dar servicios como nos gustaría que nos dieran a nosotros”

Tras 13 años deja la dirección de la entidad dando las gracias a trabajadores y voluntarios
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Juan Marco Deler deja la dirección de Cáritas Diocesana de Teruel y Albarracín después de 13 años y hace balance de su gestión y de cómo ve la situación de la sociedad actual.

-¿Qué Cáritas se encontró cuando cogió en 2011 la dirección?

-Recuerdo que me lo propusieron el día de los Inocentes de 2010, el 28 de diciembre. Me llamó don Carlos Escribano, el obispo de entonces, y me dijo que me proponía como tal. Y yo le dije dos cosas: le puedo prometer que trabajar voy a trabajar, pero le tengo que decir que no sé dónde me meto. Yo entonces era voluntario, daba unas charlas de orientación laboral pero nada más. El había entrado como obispo en septiembre y ni él me conocía a mí, ni yo a él. Pero me lo propuso y acepté porque soy católico y cristiano. Además fue una etapa de mi vida bastante dura, y hoy tengo que dar gracias de todo lo que me ha pasado. Ayer leí una frase de un jesuita que dice que todos vamos a Ítaca, pero Ítaca no existe, lo que existe es el camino. Y yo he tenido ahí un camino de 13 años que me ha crecido enormemente,  he trabajado mucho, y se sufre a veces también, porque ves a gente que sufre y no somos de piedra, pero me ha enriquecido mucho y estoy muy agradecido a don Carlos que me propusiera para eso. Hoy solo puedo decir: muchas gracias. No puedo decir otra cosa.

-¿Y qué Cáritas deja?

- He estado 13 años en una Caritas en crisis. La primera medida que tomé fue una reducción salarial del 6%. Entrar a un organismo a hacer eso como lo primero que tienes que hacer, porque las cuentas no salen por la crisis financiera, fue duro pero tenía cuatro conceptos claros. Uno era que Cáritas siempre tiene que tener para poder cerrar la puerta sin deber nada a nadie y para tener eso hubo que tomar medidas duras. No tuve ninguna oposición de los trabajadores. Se trabajó bien, se dieron varias opciones de reducir en dinero y en horario y a partir de ahí a trabajar, a trabajar y a priorizar. Así paso a paso todos los años. Hemos hecho cosas muy fuertes, cosas que son las más importantes, de las que nadie se entera y que es lo más importante que hace Cáritas.

-¿Qué cosas destacaría?

-Tengo en mí fijado la renovación del tejado del colegio San Nicolás: 2.240 metros cuadrados, para el que nadie nos dio ni un euro de apoyo. Y Cáritas lo asumió, porque las goteras nos caían en la entrada, o nos íbamos o se arreglaban. Al final es un edificio de la iglesia, le buscamos una salida y salió bien. Luego, otra cosa que me ha marcado mucho también ha sido el centro de Alcorisa. En Caritas parece que todo sea Teruel ciudad, pues no, hemos salido. Ese centro está funcionando muy bien, como funciona el de Teruel, en pequeño porque no es lo mismo, pero eso es muy importante. Pero lo más importante es lo que no se puede a veces ni comentar, ni decir, pero es lo que vives.

-¿Qué vivencia le ha marcado?

-Recuerdo hace tres o cuatro años salíamos Loles Esteban y yo de Cáritas, el viernes de Vaquilla, a las dos de la tarde, a tomar una cerveza con los trabajadores, abrimos la puerta y teníamos a siete personas que estaban en la calle sin papeles y sin nada. Los tuvimos que meter en el apartamento. La sonrisa de aquellos chicos al verse en un sitio donde estar, eso es impagable. Y eso es lo grande de Cáritas. Lo demás, que haces una obra, pues mejor. Que no la haces, se podrá hacer  otro año. No pasa nada, pero hemos intentado dar servicios como nos gustaría que nos los dieran a nosotros. Ese es el objetivo, no hay más que trabajo y agradecimiento a los trabajadores y a muchos voluntarios.

- Y cuando dicen ¿por qué no me ayudan más?,¿qué piensa?

-Pues es que hay la gente que hoy lo está pasando mal. Y con salarios como los que hay, hay gente que no puede ayudar, si bastante tiene, con sobrevivir. Y luego, vivimos en una sociedad que vive ajena a esa situación. Ahora a la gente le gusta viajar. Todos queremos ir fuera. Pasa la Navidad y estás pensando en el viaje de Semana Santa, acaba la Semana Santa y estás pensando en el verano. Y sobre el viaje más importante que tenemos que es el que vivimos, no pensamos nada. No sería tan difícil si no hubiese tanto egoísmo.

-También hay que ver la parte positiva. Se ha incrementado, por ejemplo, el número de voluntarios.

-Sí, y también entre los jóvenes. A veces nos dicen que la gente joven no participa, pero no puede estar todas las tardes haciendo voluntariado. Lo que tiene que hacer es ir al colegio, estudiar o trabajar. Pero cuando tú los llamas, acuden. Y nosotros llevamos muchos años trabajando y pasando por colegios. Y esa labor sale y se ve. Cuando nosotros hemos dicho “hay que acompañar a abuelos”, ahí están. Ha dado resultado.

-¿Cómo recuerda la pandemia?

-Cuando los historiadores entren, se hará un estudio de lo que fue la pandemia, porque no se ha asimilado. Ha habido muchos que han sufrido mucho, pero si mientras pasa en casa del vecino y no me pasa a mí la cosa no es lo mismo y se está en eso. No se puede estar aplaudiendo todas las tardes a los médicos y que ahora que se les esté pegando en los hospitales o insultando. No puede ser que se han jugado la vida y trabajen en ciertas condiciones como las que están trabajando. Y que no haya habido un esfuerzo en recursos porque esto puede volver a ocurrir. ¿Hemos mejorado los sistemas sanitarios y hay una conciencia de mejor uso del sistema sanitario?. ¿Qué se ha hecho? Parece que es un mal sueño que ha pasado. Algún día se estudiará y dará mucho de sí ese estudio de la pandemia.

-Hay tres ejes sobre los que ha trabajado y que le preocupan: el empleo, la vivienda y la situación de pobreza que siempre recae sobre los mismos.

-Hay gente que no levanta cabeza. Llevo 13 años y un joven de 28 años, que entonces le pilló la crisis, hoy tiene 40 y sigue en crisis pero peor. Porque si le pillaron la vivienda, le quitaron todo. Si logró volver a empezar a trabajar, trabajó un poco y a los cuatro días llegó otra crisis, despiden a los últimos que han entrado y lo vuelven a echar. Si te dan una paliza la soportas, si te dan dos ya es difícil y si te dan más te acostumbras a estar mal y pasas olímpicamente de la vida. Yo veo mucha gente que no vota porque los hemos defraudado, los unos y los otros. No participan en la vida social porque no confían en nadie. Hay mucha gente que dice: ¿qué pecado ha cometido este pueblo o esta familia para que siempre estén en crisis?. Cuando no es por la vivienda, es por la alimentación, cuando no por los precios, o porque el banco no te da un préstamo, ¿Dónde está la esperanza ahí? ¿Quién genera esperanza en esas casas? Es muy difícil.

-¿Y la solución?

-La solución pasa por lo que pasa en la vida. Debemos reflexionar más sobre por qué esto no funciona. Y luego poner cada uno un poco. Con un poco que pusiéramos la mayoría, esto no lo conoceríamos. Hay una frase de la madre Teresa que dice que si los cristianos fueran más cristianos esto no lo conocería ni Dios. Pues lo mismo pasaría en esta sociedad, que se llama solidaria. Si fuésemos la mayoría más solidarios, y no solo en dinero, este mundo sería mucho más feliz. Tampoco hace falta tanto para ser feliz, pero hace falta un mínimo.

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