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José María Roldán, presidente de la Asociación Española de Banca: José María Roldán, presidente de la Asociación Española de Banca:
José María Roldán, nacido en Teruel en 1964, es director de la Asociación Española de la Banca

José María Roldán, presidente de la Asociación Española de Banca: " Nuestra inquietud es no dejar a nadie atrás en la transformación digital"

El ejecutivo turolense explica que el sector busca soluciones para que los mayores no queden fuera de la reconversión del sector
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José María Roldán (Teruel, 1964) es presidente desde abril de 2014 de la Asociación Española de Banca (AEB), uno de los sectores más cambiantes y afectados por las tecnologías de la información y la comunicación, la crisis financiera o la pandemia. El turolense tenía previsto ofrecer una charla este viernes, en el Casino de Teruel, sobre el impacto de la revolución digital sobre los servicios financieros y la relación de la banca con sus clientes, que tuvo que aplazarse hasta nueva fecha por motivos personales.

Sin embargo en una entrevista Roldán asegura, entre otras cosas, que la eliminación de sucursales bancarias es un proceso de no retorno y que parte del empleo perdido se recuperará con profesionales de disciplinas científicas y tecnológicas. Seguir dando servicio a las zonas rurales a pesar de la desaparición de cajeros y sedes físicas, junto a la lucha contra el ciberdelito, son dos de las principales preocupaciones en la agenda de la AEB según su presidente.

-La banca electrónica ya está plenamente implantada... ¿corren riesgo las personas mayores o quienes tengan menos cultura digital de quedarse fuera?

-Nuestra principal inquietud es no dejar nadie atrás en la transformación digital que está llevando la banca y, efectivamente, corremos el riesgo de que una parte de la población, pequeña pero importante, quede desenganchada de estos cambios y no pueda acceder a los servicios bancarios en plenas condiciones. Por ello estamos trabajando en toda clase de soluciones para que esto no suceda o para paliarlo en la medida de lo posible. Soluciones como la educación financiera dirigida a las personas mayores de las zonas rurales a través, por ejemplo, del programa de la Asociación Española de Banca (AEB)  Experclick, o de las distintas formas de hacer llegar el efectivo a esos pueblos que se han quedado sin oficina bancaria. En fin, estamos preocupados y poniendo de nuestra parte un interés genuino en resolver esta situación, pero el futuro de la banca es online, ya lo es de hecho, y ese proceso resulta imparable. Es lo que nos piden la mayor parte de nuestros clientes, que quieren estos servicios digitales, porque son más rápidos, de fácil acceso y más económicos. No hay marcha atrás, al contrario, con la pandemia todo esto se ha acelerado y hemos recorrido en un año lo que se habría hecho en cuatro o cinco en circunstancias normales.

Además, la pandemia complica la situación: las colas son generalizadas para todo tipo de gestiones privadas y públicas, por las limitaciones de aforo. Y para muchas soluciones, como la educación digital de mayores a través de Expertclick, la pandemia ha supuesto la paralización de estos proyectos, que requieren formación presencial. En fin, hay que esperar a que pase la pandemia para que estas soluciones sean realmente operativas.

-Una consecuencia negativa del avance de la banca electrónica es la eliminación de sucursales y de empleados en el sector... ¿Eso es algo coyuntural?

-Como le decía, este es un proceso de no retorno. Caminamos hacia otro tipo de banca que exige menos sucursales. Tal vez, este proceso de cierre podría haber sido más progresivo, pero la crisis de las cajas de ahorros hizo que estas cerraran cientos de oficinas, precisamente en zonas rurales, que eran su tradicional área de influencia. Después vino una situación de tipos de interés bajos, incluso negativos, que presionó de manera brutal la rentabilidad del sector y convirtió a las sucursales, como centros de captación de depósitos, de ahorro, en instrumentos casi inservibles. Y finalmente vino la pandemia, que impulsó la transformación digital, con aplicaciones en nuestros teléfonos que nos permiten operar veinticuatro horas al día, siete días a la semana, y que hacen redundante a la oficina. En fin, creo que la digitalización de la actividad bancaria no tiene vuelta atrás porque así lo desean nuestros clientes.

En cuanto a los empleados, creo que se va a recuperar una parte del empleo perdido. Los bancos buscan matemáticos, físicos, informáticos y personas con formación de grado medio en distintas tecnologías, pero esa demanda no es fácil de satisfacer. Tenemos que enfocar la formación de las nuevas generaciones hacia esos ámbitos.

Pueblos de Teruel

-Para los pueblos de Teruel es muy negativa la reducción del número de cajeros automáticos. ¿Cómo se paliará la dificultad para acceder a dinero en efectivo en esas zonas?

-Los bancos están empeñados en encontrar soluciones al problema del efectivo en las poblaciones que se han quedado sin sucursal y sin cajero automático. Se están aplicando ya distintas soluciones, tales como acuerdos con los comercios locales, con los ayuntamientos o con Correos, o bien a través de agentes o de oficinas móviles. Tenemos que seguir profundizando en este tipo de acuerdos, pero de lo que no me cabe duda es de que hay que buscar soluciones para las personas que lo tienen más difícil, bien por la edad o por la población en la que viven. Y esto hay que hacerlo entre todos. No sólo los bancos. Es importantísimo que haya un buen acceso a internet desde cualquier rincón de España y que otros servicios, no sólo los bancarios, como salud, educación, transporte… se refuercen en la España vaciada, cuyas carencias yo, como turolense, conozco bien y siento como propias.

Dicho lo cual, el futuro está en los pagos digitales, accesibles de manera sencilla mediante aplicaciones como Bizum. Incluso el propio dinero, según nos adelantan los bancos centrales, va a ser más digital que físico, con un euro digital que vendrá en los próximos años.

-La banca digital ha abierto la posibilidad de invertir en bolsa con más comodidad y rapidez a todo el mundo, simplemente con tener un teléfono móvil. ¿Tenemos los españoles suficiente cultura financiera para esto? ¿Puede generar un problema similar al que provoca la adicción al juego online?

-La cultura financiera, no sólo entre los mayores, es otra de nuestras grandes preocupaciones. A raíz de la crisis financiera de 2008 se manifestaron numerosos conflictos entre clientes y bancos, unas veces por falta de claridad en los contratos, otras por una mala interpretación de estos. Esas situaciones no interesan a nadie. Son malas para los clientes, para las entidades, cuya imagen sufre mucho, y para la sociedad en general. Si falla la confianza y la seguridad se resquebraja la base misma de la relación comercial y económica. Los bancos tienen que hacer su parte y lo están haciendo, pero necesitan también clientes bien formados para entender este mundo financiero y digital cada vez más complejo. Y aquí también hay mucho trabajo que hacer, pues el 46% de la población española reconoce que sus conocimientos financieros son bajos o muy bajos.

Conscientes de esto, la AEB comenzó hace ocho años el proyecto Tus finanzas, tu futuro, gracias al cual 40.700 alumnos de secundaria de colegios de toda España se han beneficiado de sus sesiones de formación financiera, impartidas en todo este tiempo por más de 3.000 voluntarios empleados de banca. A esta contribución, se suman las iniciativas de nuestros bancos, del Banco de España y de la CNMV, pero quizás sería necesaria una mayor implicación de las autoridades educativas.

Criptoactivos y nuevas tecnologías

En el terreno de las nuevas tecnologías, me preocupa especialmente la relación de la juventud con el fenómeno de los criptoactivos y ciberdivisas, con aproximaciones a estos nuevos fenómenos próximas al gaming, incluso al juego. Ahí se necesita un plan de choque de las autoridades para evitar la desinformación financiera. La CNMV ya ha dado los primeros pasos, algo que se antoja esencial.

-Hablemos sobre esos criptoactivos. En función de con quién hablemos se nos presentan como la moneda del futuro hasta una potencial estafa cuyo gancho es el enriquecimiento fácil y rápido, pasando por una actividad muy perniciosa con el medioambiente por su alto coste en energía. ¿Hasta qué punto estarán en nuestro día a día las criptomonedas? ¿Recomienda operar en este tipo de mercados?

-Está claro que de una u otra forma el dinero digital ha venido para quedarse y que esto a los bancos les afecta directamente porque la materia prima con la que trabajan es precisamente el dinero. Tenemos las llamadas safecoins, monedas digitales emitidas con respaldo de activos financieros tangibles y líquidos, y también están las CBDC o divisa digital oficial emitida por un banco central. Con estas no hay problemas, pero sí con los criptoassets, criptomonedas puras como el bitcoin que tienen asociados muchos aspectos negativos: la falta de transparencia en la formación de su precio, la alta especulación en torno a ellas, los problemas medioambientales que generan y su opacidad fiscal, lo que puede destruir el camino andado en la lucha contra el lavado de dinero procedente del crimen organizado y de otras actividades ilegales. Como ve, es difícil recomendar nada de momento, pero espero que se vaya introduciendo reglas y alguna claridad en todo esto. Y al potencial inversor minorista, una palabra: prudencia. De hecho, dos: extremada prudencia.

-¿Y en cuanto a los mercados? ¿Puede suponer un problema para los mercados financieros el que haya multitud de pequeños inversores operando sin la formación adecuada?

-Sin duda, es un problema, aunque ese fenómeno no se da en España con la intensidad que existe en países como Estados Unidos. La CNMV siempre está preocupada por los pequeños inversores y, por el lado de los bancos, hay un intento serio con la MIFID de proteger al pequeño ahorrador en el ámbito europeo. Pero creo que la MIFID tiene un importante margen de mejora. Es una ley cuya extensión y complejidad la hace de difícil, si no de imposible, aplicación. Así que estamos en ello, pero de momento creo que los pequeños inversores en sus relaciones con los bancos están bien protegidos.

Ciberdelitos

-También preocupa la protección contra los ciberdelitos con el aumento de casos de phishing o farming, en los que el usuario es engañado para que él mismo, sin querer, facilite las claves bancarias a los delincuentes. Este problema afecta especialmente a la población rural, de avanzada edad, pero dada su sofisticación nadie...  ¿Cómo se puede paliar este problema?

-Vuelve a dar en la diana de nuestras principales preocupaciones. Desde luego la ciberseguridad lo es. Y como usted bien dice, los ciberdelitos van en aumento y esta tendencia se intensificará en el futuro, en eso no nos podemos llamar a engaño. Se trata de una carrera contra reloj, por ser más rápidos que los ciberdelincuentes y estar bien preparados ante los ataques que puedan venir, cada vez más sofisticados. Por parte de los bancos, se está trabajando mucho en este terreno en dos vertientes, una con ingentes inversiones en tecnología y personal especializado, y otra en la cooperación de las entidades bancarias, primero entre sí, de manera muy estrecha y que está funcionando muy bien, y luego con las autoridades nacionales y extranjeras. Pero necesitamos algo más: la implicación consciente de los usuarios. La primera barrera contra este tipo de delitos la tiene que poner el usuario y en este aspecto hay mucho trabajo que hacer, trabajo de formación y toma de conciencia. La AEB acaba de hacer un programa divulgativo sobre medidas de seguridad que ha tenido un gran éxito, pero hay que insistir e insistir. Todos nos jugamos mucho en esto.

Trayectoria profesional

José María Roldán, nacido en Teruel en 1964, es presidente de la Asociación Española de Banca (AEB) desde abril de 2014, después de 13 años como Director General de Regulación y Estabilidad Financiera del Banco de España y miembro de su Consejo Ejecutivo. De mayo de 2015 a junio de 2019 fue, además, Vicepresidente de la Federación Bancaria Europea (EBF).

Durante su permanencia en el cargo de director general ormó parte del Comité de Supervisión Bancaria de Basilea (BCBS), y presidió el Standards Implementation Group (SIG) y el Joint Forum durante esta etapa.

Fundó y fue el primer presidente del Comité Europeo de Supervisores Bancarios CEBS), precursor de la Autoridad Bancaria Europea (EBA); antes ocupó la presidencia del Grupo de Acción Financiera Internacional contra el Blanqueo de Capitales (GAFI) y el ya desaparecido Comité Consultivo Bancario (BAC) de la UE.

En 1989 comenzó su carrera profesional en el Banco de España como Economista del Servicio de Estudio, y en 1994 ingresó en el Instituto Monetario Europeo, (precursor del actual Banco Central Europeo), en Frankfurt.

Entre 1998 y 2000 fue miembro del Consejo de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).

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