José Antonio Pérez ha sido 35 años director de la UASA de Cruz Roja Teruel
José Antonio Pérez, director de la Unidad de Atención de Adicciones de Cruz Roja en Teruel: “Lo preocupante con la droga es que se ha camuflado y la sociedad no reacciona”
“Para que el nuevo modelo funcione hay que contar con mi equipo, que conoce a los pacientes”
El médico José Antonio Pérez que ha estado al frente de la Unidad de Atención y Seguimiento de Adicciones de Cruz Roja (UASA) en Teruel, se ha jubilado, tras 35 años al frente de este servicio que ahora cierra sus puertas y la asistencia se hará desde el Salud.
-¿Cómo fueron los inicios del centro?
-Esto comienza en el año 89, con los problemas de la heroína a nivel nacional, hay una gran preocupación social, los jóvenes mueren por las calles de sobredosis. Se inyecta mucho dinero para crear centros de atención. Cruz Roja monta el primer centro en el año 76, en Madrid y yo en Teruel me uno al tema de montar aquí un centro. Los comienzos fueron complicados, era muy novedoso. En aquellos momentos, a la Psiquiatría este tema no le gustaba. En las encuestas del CIS, cuando se preguntaba ¿qué es lo que más te preocupa?, las drogas era el número uno. Cosa que hoy ni sale. Se empieza a trabajar con la heroína. Luego se ve la necesidad del programa de metadona. A nivel nacional tenía reuniones de coordinación, veía el calado nacional de la situación y traía aquí a Teruel lo mejor que podía.
-¿Qué supuso el programa de metadona?
-Aquí morían todos los años un par de jóvenes por sobredosis, una problemática social tremenda. Cuando la traje a Teruel, un par de años antes que Zaragoza, el consejero que había en ese momento no era partidario porque había una presión social anti-metadona. Se introdujo y supuso un cese en las muertes por sobredosis. De hecho, tenemos personas todavía en programa, después de 30 años, que siguen con su metadona, como el diabético que toma su insulina.
-¿Cuánta gente ha pasado por el centro?
-En total tenemos 2.529 fichas abiertas. Son de usuarios directos, no está contabilizado todo el trabajo familiar, que es fundamental y básico. Tampoco está contabilizada la tarea preventiva que hicimos con las mesas de prevención, que fue una labor muy bonita, muy interesante.
-Esa prevención ahora estamos muy acostumbrados, pero en el germen estuvo el centro y se llevó al territorio.
-Sí. Vi claramente que tal como llegaban los pacientes al centro, los familiares llegaban y llegan, totalmente desestructurados, desesperados, sin ningún conocimiento de la problemática, sin saber abordarla... todo eran dudas. Pensé que lo mejor era hacer unas mesas de prevención muy prácticas, unos módulos dinámicos, con mucha intervención de ellos y muy coloquial. Poquitas sesiones y llevadas al territorio: Cella, Arcos de las Salinas, Gúdar-Javalambre...
-¿Esa labor se ha mantenido, ahora cada vez hay más programas en el territorio?
-Esa labor fue muy interesante: propuse la barra sin alcohol de la Vaquilla; hice una campaña con vosotros, con DIARIO DE TERUEL, de denuncia de la propaganda de alcohol y tabaco en las marquesinas de los colegios. Aquí en Teruel, vuestra labor es la que da el fundamento a la intervención, porque lo que no se conoce es como si no se hiciera. Fuisteis básicos y fundamentales en todo. De aquella intervención quedó como un aspecto importantísimo aquí en Teruel, el Centro de Prevención Comunitaria, que ha funcionado estupendamente. En las comarcas ha habido distinto grado de implementación. Se llevó adelante todo el proyecto, pero luego ha habido proyectos que se han desarrollado y otros han quedado un poquito más quietos.
-¿Cómo está ahora la situación y cuáles son las sustancias que más intervenciones hay?
-Tenemos el alcohol siempre acompañándonos, es un problema grande, muy problemático y muy escondidito. Luego la heroína, que afortunadamente con los temas de VIH, el sida, los usuarios se echaron un poco para atrás, muchos murieron y con la metadona, se ha quedado un poquito aletargada, afortunadamente, porque era muy destructiva. En este tiempo se ha producido un cambio que a mí me parece realmente preocupante y peligroso: aparece la cocaína. Lo preocupante que veo en esto es que el tema droga se ha camuflado, socialmente en el CIS no aparece como preocupación, pero a pie de campo sí que podemos decir que el problema es muy serio. Esto es como si una infección entra en el cuerpo y no hay anticuerpos. Cuando la heroína se crearon anticuerpos: metadona, múltiples programas, sensación social de peligro... Ahora la cocaína se ha metido, está destrozando familias, economías, parejas, pero queda como muy estética y la sociedad no está reaccionando ante ella adecuadamente.
-Y en cuanto a edad, ¿cada vez se inician antes los consumos?
-Igual que siempre. A los 12, 13, 14 comienzan a consumir; y a los 16, a lo mejor empiezan ya con problemas escolares que suspenden, mal comportamiento. Le echamos la culpa a la adolescencia y es un gravísimo error.
-¿Los pacientes que han ido tratando han salido adelante?
-Hay un porcentaje importante que sí, pero estamos como predicando en el desierto. O sea, que de pronto nos llegan unas fiestas que es un botellón público, que yo la respeto, pero estamos peleando contra algo que de pronto llega una quincena en la que todo vale. Vamos consiguiendo que gente modere su situación, la solucione. Otras personas a lo mejor no lo consiguen, porque tienen más factores favorecedores de seguir con el consumo que de dejarlo. El consumo de sustancias adictivas, no es un tema de solucionar con medicación. Tiene que ser la prevención comunitaria, la asistencia a los adictos e intervenciones legislativas. Tiene que haber normas, pero lógicas y sobre todo, padres formados.
-Con el cambio que va a haber ahora, ¿cree que la atención será la que necesitan estas personas?
-El cambio es forzado por muchos motivos. Primero, porque yo no puedo tener relevo porque evidentemente no hay médicos para pueblos, no hay médicos para prisiones... Además, es una línea teórica histórica del Gobierno de Aragón de integrar estos temas. Es muy importante para que en Teruel funcione bien que la gente de mi equipo, psicóloga, clínica y trabajador social, pasen a la nueva unidad porque son gente arraigada a la zona y con conocimiento del paciente se está ahora viendo. De lo contrario, sería un gran cambio. Luego, si pensamos que este tema va a ser con citas cada dos, tres meses, eso no puede ser, es imposible. Imagino que se adaptarán.
-¿En cuanto al acceso de la población cree que será similar?
-Cada año atendíamos en torno a 200, pero tengamos en cuenta que esos pacientes siempre han sido de autocartera. El circuito habitual tenía que haber sido que desde el Salud detectasen, pero detectan muy poco por falta de conocimiento del tema, y que nos derivasen a nosotros los casos. Eso no ocurría. Un 10%-20% venían por ahí. El 80% venían del boca a boca o por autoconocimiento. Sin embargo,tengamos en cuenta que en una problemática como la nuestra, el boca a boca no funciona lo suficiente. Uno se opera de unas cataratas en un oftalmólogo y dice: a mí me fue fenomenal, vete allí; pero uno deja de beber y no lo va contando en el barrio. Nuestros pacientes eran de autogestión, que nos conocían de una u otra manera y acudían, con lo cual acudía un porcentaje ínfimo para el que realmente hay. Hemos hecho todo lo que hemos podido dentro de un sistema de difusión que no funciona por el tipo perfil de enfermedad y que hay muchísima masa sin ningún tipo de asistencia ni apoyo.
-¿Con qué se queda de estos años?
-Con que hemos hecho lo que hemos podido en el campo de las adicciones. Hemos incorporado cualquier tipo de tratamiento que ha habido a nivel nacional, descartando los que no se veían necesarios. También lo a gusto que se trabajado en Teruel, siendo un tema tan dificultoso y vuestra labor de apoyo ha sido fundamental. Satisfacción plena, y esperando que los nuevos recursos atiendan también el problema. El aterrizaje fue un poquito dificultoso y también hubo alguna zancadilla.
-Fueron pioneros y han sido un centro de referencia.
-Lo hemos tratado. Hemos trabajado bien, pero un poquito demasiado calladitos. Aquí hemos estado en la labor en un centro un tanto discreto que hemos tenido siempre con un cartelito pequeño en la entrada, dos salas de espera para que la gente no coincidiese a ser posible... En fin, una serie de detalles que es un poco lo que hemos pensado que era mejor.
-¿Cómo fueron los inicios del centro?
-Esto comienza en el año 89, con los problemas de la heroína a nivel nacional, hay una gran preocupación social, los jóvenes mueren por las calles de sobredosis. Se inyecta mucho dinero para crear centros de atención. Cruz Roja monta el primer centro en el año 76, en Madrid y yo en Teruel me uno al tema de montar aquí un centro. Los comienzos fueron complicados, era muy novedoso. En aquellos momentos, a la Psiquiatría este tema no le gustaba. En las encuestas del CIS, cuando se preguntaba ¿qué es lo que más te preocupa?, las drogas era el número uno. Cosa que hoy ni sale. Se empieza a trabajar con la heroína. Luego se ve la necesidad del programa de metadona. A nivel nacional tenía reuniones de coordinación, veía el calado nacional de la situación y traía aquí a Teruel lo mejor que podía.
-¿Qué supuso el programa de metadona?
-Aquí morían todos los años un par de jóvenes por sobredosis, una problemática social tremenda. Cuando la traje a Teruel, un par de años antes que Zaragoza, el consejero que había en ese momento no era partidario porque había una presión social anti-metadona. Se introdujo y supuso un cese en las muertes por sobredosis. De hecho, tenemos personas todavía en programa, después de 30 años, que siguen con su metadona, como el diabético que toma su insulina.
-¿Cuánta gente ha pasado por el centro?
-En total tenemos 2.529 fichas abiertas. Son de usuarios directos, no está contabilizado todo el trabajo familiar, que es fundamental y básico. Tampoco está contabilizada la tarea preventiva que hicimos con las mesas de prevención, que fue una labor muy bonita, muy interesante.
-Esa prevención ahora estamos muy acostumbrados, pero en el germen estuvo el centro y se llevó al territorio.
-Sí. Vi claramente que tal como llegaban los pacientes al centro, los familiares llegaban y llegan, totalmente desestructurados, desesperados, sin ningún conocimiento de la problemática, sin saber abordarla... todo eran dudas. Pensé que lo mejor era hacer unas mesas de prevención muy prácticas, unos módulos dinámicos, con mucha intervención de ellos y muy coloquial. Poquitas sesiones y llevadas al territorio: Cella, Arcos de las Salinas, Gúdar-Javalambre...
-¿Esa labor se ha mantenido, ahora cada vez hay más programas en el territorio?
-Esa labor fue muy interesante: propuse la barra sin alcohol de la Vaquilla; hice una campaña con vosotros, con DIARIO DE TERUEL, de denuncia de la propaganda de alcohol y tabaco en las marquesinas de los colegios. Aquí en Teruel, vuestra labor es la que da el fundamento a la intervención, porque lo que no se conoce es como si no se hiciera. Fuisteis básicos y fundamentales en todo. De aquella intervención quedó como un aspecto importantísimo aquí en Teruel, el Centro de Prevención Comunitaria, que ha funcionado estupendamente. En las comarcas ha habido distinto grado de implementación. Se llevó adelante todo el proyecto, pero luego ha habido proyectos que se han desarrollado y otros han quedado un poquito más quietos.
-¿Cómo está ahora la situación y cuáles son las sustancias que más intervenciones hay?
-Tenemos el alcohol siempre acompañándonos, es un problema grande, muy problemático y muy escondidito. Luego la heroína, que afortunadamente con los temas de VIH, el sida, los usuarios se echaron un poco para atrás, muchos murieron y con la metadona, se ha quedado un poquito aletargada, afortunadamente, porque era muy destructiva. En este tiempo se ha producido un cambio que a mí me parece realmente preocupante y peligroso: aparece la cocaína. Lo preocupante que veo en esto es que el tema droga se ha camuflado, socialmente en el CIS no aparece como preocupación, pero a pie de campo sí que podemos decir que el problema es muy serio. Esto es como si una infección entra en el cuerpo y no hay anticuerpos. Cuando la heroína se crearon anticuerpos: metadona, múltiples programas, sensación social de peligro... Ahora la cocaína se ha metido, está destrozando familias, economías, parejas, pero queda como muy estética y la sociedad no está reaccionando ante ella adecuadamente.
-Y en cuanto a edad, ¿cada vez se inician antes los consumos?
-Igual que siempre. A los 12, 13, 14 comienzan a consumir; y a los 16, a lo mejor empiezan ya con problemas escolares que suspenden, mal comportamiento. Le echamos la culpa a la adolescencia y es un gravísimo error.
-¿Los pacientes que han ido tratando han salido adelante?
-Hay un porcentaje importante que sí, pero estamos como predicando en el desierto. O sea, que de pronto nos llegan unas fiestas que es un botellón público, que yo la respeto, pero estamos peleando contra algo que de pronto llega una quincena en la que todo vale. Vamos consiguiendo que gente modere su situación, la solucione. Otras personas a lo mejor no lo consiguen, porque tienen más factores favorecedores de seguir con el consumo que de dejarlo. El consumo de sustancias adictivas, no es un tema de solucionar con medicación. Tiene que ser la prevención comunitaria, la asistencia a los adictos e intervenciones legislativas. Tiene que haber normas, pero lógicas y sobre todo, padres formados.
-Con el cambio que va a haber ahora, ¿cree que la atención será la que necesitan estas personas?
-El cambio es forzado por muchos motivos. Primero, porque yo no puedo tener relevo porque evidentemente no hay médicos para pueblos, no hay médicos para prisiones... Además, es una línea teórica histórica del Gobierno de Aragón de integrar estos temas. Es muy importante para que en Teruel funcione bien que la gente de mi equipo, psicóloga, clínica y trabajador social, pasen a la nueva unidad porque son gente arraigada a la zona y con conocimiento del paciente se está ahora viendo. De lo contrario, sería un gran cambio. Luego, si pensamos que este tema va a ser con citas cada dos, tres meses, eso no puede ser, es imposible. Imagino que se adaptarán.
-¿En cuanto al acceso de la población cree que será similar?
-Cada año atendíamos en torno a 200, pero tengamos en cuenta que esos pacientes siempre han sido de autocartera. El circuito habitual tenía que haber sido que desde el Salud detectasen, pero detectan muy poco por falta de conocimiento del tema, y que nos derivasen a nosotros los casos. Eso no ocurría. Un 10%-20% venían por ahí. El 80% venían del boca a boca o por autoconocimiento. Sin embargo,tengamos en cuenta que en una problemática como la nuestra, el boca a boca no funciona lo suficiente. Uno se opera de unas cataratas en un oftalmólogo y dice: a mí me fue fenomenal, vete allí; pero uno deja de beber y no lo va contando en el barrio. Nuestros pacientes eran de autogestión, que nos conocían de una u otra manera y acudían, con lo cual acudía un porcentaje ínfimo para el que realmente hay. Hemos hecho todo lo que hemos podido dentro de un sistema de difusión que no funciona por el tipo perfil de enfermedad y que hay muchísima masa sin ningún tipo de asistencia ni apoyo.
-¿Con qué se queda de estos años?
-Con que hemos hecho lo que hemos podido en el campo de las adicciones. Hemos incorporado cualquier tipo de tratamiento que ha habido a nivel nacional, descartando los que no se veían necesarios. También lo a gusto que se trabajado en Teruel, siendo un tema tan dificultoso y vuestra labor de apoyo ha sido fundamental. Satisfacción plena, y esperando que los nuevos recursos atiendan también el problema. El aterrizaje fue un poquito dificultoso y también hubo alguna zancadilla.
-Fueron pioneros y han sido un centro de referencia.
-Lo hemos tratado. Hemos trabajado bien, pero un poquito demasiado calladitos. Aquí hemos estado en la labor en un centro un tanto discreto que hemos tenido siempre con un cartelito pequeño en la entrada, dos salas de espera para que la gente no coincidiese a ser posible... En fin, una serie de detalles que es un poco lo que hemos pensado que era mejor.
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