Hemeroteca: Diez municipios de Gúdar fueron los pioneros en Aragón en estrenar la fórmula de los servicios comarcales de deporte
La puesta en marcha de estos servicios hace treinta años propició el contacto entre los jóvenesHabía que pasar de la pared de la iglesia o del Ayuntamiento como espacio para jugar a pelota a mano a llenar el frontón, las pistas deportivas y la piscina. Hace treinta años se jugaba en las calles y a deportes tradicionales, pero los niños de los pueblos poco sabían de atletismo, de nadar o incluso de esquiar. Los servicios comarcales de deportes nacieron para cambiar eso, para dar a conocer la práctica deportiva en los pueblos, a todas las edades pero especialmente a los más jóvenes, y para facilitar las relaciones entre niños, escasos ya en muchas escuelas, que poca relación tenían con los del pueblo vecino. Hace tres décadas hubo un pionero, el servicio puesto en marcha en la Sierra de Gúdar, “embrión” de lo que serían luego las comarcas.
De aquellos inicios recuerda Benito Ros, treinta años después, que no fueron fáciles, como todos los comienzos, y que hubo que hacer bastante pedagogía para acercar el deporte a la gente, o la gente al deporte. La iniciativa partió de Alfredo Boné, director general de Deportes del Gobierno de Aragón, explica Ros, que le llamó para que se pusiera en marcha en esta sierra y empezara así un proyecto piloto que el responsable de la DGA quería impulsar en todas las comarcas.
“No había actividad deportiva en los pueblos, no había afición al deporte y tampoco había muchas infraestructuras deportivas” explica, y la mayor parte de las que hoy se disfrutan comenzaron a construirse entonces. “Los alcaldes vieron que era un servicio que podían dar, gratuito, y además les podía facilitar acceder a las subvenciones de la DGA para construir estos equipamientos” así que los responsables políticos de cada pueblo vieron con buenos ojos la iniciativa.
Ros, alcalde entonces de Alcalá de la Selva y también diputado en las Cortes de Aragón, recuerda que este servicio fue el primero en ponerse en marcha al menos en la provincia, y fue “un embrión del proceso de comarcalización” que luego también impulsaría entre otros el propio Boné, explica.
Así lo leíamos en una información publicada en este periódico el 26 de agosto de 1988, en la que se destacaba Diez municipios de la sierra de Gúdar estrenarán el primer servicio comarcal de deportes de la provincia, que comenzaría a funcionar el 16 de septiembre de aquel año. En la provincia de Teruel le seguirían, decía la información, los del Bajo Martín, con sede en Híjar; Bajo Aragón, con sede en Alcañiz; y el de la zona del Matarraña, en Valderrobres.
Entre los objetivos de aquel comienzo destaca , claro, dinamizar el deporte entre los vecinos de los diez pueblos pero sobre todo, destaca Ros, promover el intercambio entre los jóvenes de todos los pueblos, que se materializó formando equipos de fútbol y organizando carreras, para luego extenderse a servicios a la gente más mayor, sobre todo mujeres. “Hasta entonces había poca relación entre los chavales de los pueblos pero con las competiciones comenzaron a establecerse relaciones; los padres llevaban a los hijos a jugar o competir a otro pueblo los fines de semana y luego pusimos un autobús” explica.
Colaboración
Hasta entonces, los municipios de la sierra apenas colaboraban de manera mancomunada, únicamente con el servicio de autobús, señala Ros, y con la experiencia del servicio comarcal de deportes, que luego se ampliaría a otros pueblos, “la gente comenzó a ver la ventaja de unirse para tener servicios”.
De entre todas las actividades deportivas que se promovieron aquellos años, Benito Ros destaca la de la práctica del esquí, en la estación de Valdelinares en plena sierra. “Venían valencianos a esquiar pero la gente de la comarca no”, y es que no entendían que la gente quisiera subir en invierno con el frío a los cantos más gélidos: “Al Monegro solo se subía en primavera a por leña” recuerda Benito, de palabras de su propio padre. Pero con el servicio comarcal comenzaron a realizarse los cursos de esquí para los jóvenes, y muchos de los que empezaron entonces hoy trabajan o han trabajado vinculados a esta práctica deportiva, y están en el origen también de los clubes de esquí. Y eso que en aquellos tiempos, esquiaban con un pantalón de chándal, probablemente de Alcón de Mosqueruela, y un pantalón de plástico por encima, con suerte. “Fue un motor muy fuerte para la práctica del esquí. Costó que la gente se animara pero ahora van todos los escolares”, apunta Ros.
Organización
El servicio se ubicó desde el principio en Alcalá de la Selva, que era el ayuntamiento que corría con el gasto de la oficina, y los pueblos que se beneficiaban colaboraban en el pago del sueldo de la responsable del servicio y los monitores que con el tiempo hubo que ir contratando para atender a todos los pueblos. Aquella primera responsable del servicio fue Teresa Villarroya, una joven entusiasta que estuvo once años al frente con un paréntesis de dos años. Llegaba de dar clases extraescolares en colegios de Teruel y tras hacer un curso del Inaem sobre deporte surgió la oportunidad de hacerse cargo del servicio.
“No había cultura deportiva en los pueblos” corrobora Villarroya, ni entre los jóvenes ni entre las personas mayores, y como ejemplo recuerda a unas mujeres de uno de los pueblos que visitaba para dar clases de gimnasia de mantenimiento, que acudían “con el pantalón del pijama debajo de la falda”. Era una actividad para todos los públicos, aunque es verdad que los niños y adolescentes fueron los que más se beneficiaron, y también las mujeres se animaron después.
En aquellos tiempos se plantaron muchas semillas que han germinado, y la muestra son algunas competiciones que todavía continúan hoy, como las maratones de Mora de Rubielos y Rubielos de Mora, o el amor por el balonmano de Mora de Rubielos, e incluso la recuperación de la vía verde Ojos Negros-Sagunto para el senderismo, apunta Villarroya.
De la peor parte recuerda que había “mucho trabajo de oficina, muchos informes”, y la relación con los alcaldes que no siempre era fácil. Por eso tuvo que hacer un parón, pero luego volvió y el servicio fue creciendo con más monitores y cogiendo fuerza hasta que, ya con la consolidación de la comarca, se integró en esta entidad.
“Comparas la mentalidad de ahora que la gente va a los gimnasios y paga lo que haga falta y choca con lo que vivíamos antes. Entonces había que convencer a la gente para que hiciera deporte” apunta.
Y de la mentalidad de aquellos años Benito Ros sí que destaca la ilusión de los alcaldes, “que dábamos la vara de verdad por el pueblo”, y por ello se construyeron muchos de los equipamientos que actualmente se disfrutan. “Es un ejemplo de ambición para mejorar el territorio, y ahora que se habla tanto de despoblación, es una muestra de cómo reequilibrar el territorio y de lo que es capaz el entusiasmo por tu propia tierra”.