Fósiles excepcionales descubiertos en Teruel informan del viaje mar adentro de los crinoideos en busca de entornos más seguros
El estudio realizado por investigadores del grupo Aragosaurus demuestra que, a diferencia de los actuales, los crinoideos del Mesozoico vivían todavía en aguas poco profundasUn estudio publicado en la prestigiosa revista Geology, basado en fósiles excepcionalmente conservados encontrados en Teruel, aporta nuevos datos sobre la vida en las aguas marinas que bañaban la provincia durante el Mesozoico, hace aproximadamente 145 millones de años. El estudio de fósiles de crinoideos, parientes de las estrellas de mar que viven en su mayoría en el fondo marino, ha permitido saber que colonizaron de forma efímera la Bahía de Oliete, en un momento de mayor comunicación con las zonas de mar abierto, donde tuvieron que lidiar con depredadores, tal y como muestra la presencia de cicatrices en algunos de los esqueletos recuperados.
Los crinoideos son uno de los grupos más estudiados en relación con la “revolución biológica” en los mares del Mesozoico, evento caracterizado por un incremento en el número de depredadores en las aguas poco profundas y la migración de muchos grupos de invertebrados a zonas profundas, donde encontraron refugio en un entorno más seguro.
Pero ¿cuándo viajaron los crinoideos a las zonas profundas para refugiarse? El trabajo de investigación realizado por la Universidad de Zaragoza-IUCA, el Instituto Geológico y Minero de España-CSIC y la Universidad de Michigan en USA, demuestra que los crinoideos aún vivían en zonas poco profundas durante el Cretácico. Un yacimiento de este periodo del Parque Cultural del Río Martin, localizado entre Alacón y Oliete, ha proporcionado fósiles excepcionalmente conservados de crinoideos junto a otros de estrellas de mar y otros invertebrados.
“Gracias al estudio multidisciplinar de isótopos, sedimentología y fósiles hemos podido demostrar que estos animales todavía vivían en las zonas poco profundas de la Bahía de Oliete durante el Cretácico”, destaca Álvaro García-Penas, primer autor del trabajo. Y es que esta zona del norte de Teruel estaba bañada por aguas marinas cálidas, en un entorno similar a la bahía actual de Florida, donde la profundidad es de unos escasos metros y las oscilaciones de la salinidad pueden ser significativas.
“Yacimientos como este son únicos a nivel mundial, en él han quedado los fósiles prácticamente intactos, congelados en el tiempo tal y como murieron, lo que nos da mucha información de cómo y donde vivían”, apunta Samuel Zamora, investigador IGME-CSIC y codirector de la investigación. El yacimiento, de conservación excepcional, muestra el último instante en la vida de estos animales, que quedaron sepultados en vida por una gran tempestad que los arrancó del fondo marino y enterró sus esqueletos, a veces casi intactos, junto al sedimento removido por el oleaje.
Marcos Aurell, codirector del trabajo y catedrático de la Universidad de Zaragoza, enfatiza en la relevancia de encontrar yacimientos como estos en la provincia de Teruel y la capacidad del grupo de investigación Aragosaurus: Recursos Geológicos y Paleoambientes para abordar estos trabajos de manera multidisciplinar.
Este trabajo se enmarca en la Tesis Doctoral de Álvaro García-Penas, que trata de reconstruir la evolución en el tiempo de la antigua bahía de Oliete, un entrante de mar de la gran cuenca marina que ocupó el Maestrazgo durante el Cretácico. Este yacimiento, que sigue en proceso de investigación, va a permitir además describir estos fósiles con más detalle. Todos los trabajos se enmarcan en la investigación de dos proyectos financiados por el Gobierno de Aragón y el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.
La vida hace 145 millones de años
A mediados del periodo Cretácico, hace aproximadamente 145 millones de años, existía una gran diversidad de vida en tierra firme y en los mares. En España hay yacimientos con restos fósiles del Cretácico por toda la geografía, que han ayudado a conocer mejor a los pobladores de este periodo geológico del final de la era Mesozoica. En esta era, los mares rebosaban de vida y las cadenas tróficas estaban bien definidas, con depredadores importantes como los tiburones o los reptiles marinos en el ápice de la pirámide alimenticia. Fue en este momento concreto cuando se ha definido la “Revolución Marina del Mesozoico”. Este evento, que abarcó todo el Mesozoico, involucró un incremento en el número de depredadores en las aguas poco profundas y la migración de muchos grupos de invertebrados a zonas profundas, donde encontraron refugio en un entorno más seguro.
Uno de los grupos que más se ha estudiado en relación con esta revolución biológica en los mares del Mesozoico son los crinoideos. Su esqueleto es de calcita y está formado por miles de partes articuladas. Tras su muerte, ese esqueleto se desarticula rápidamente, y sus pequeños restos quedan aislados y repartidos por el fondo marino. Los crinoideos actuales que viven fijos al fondo marino se encuentran en zonas profundas a partir de los 100 metros, aunque sobre todo empiezan a ser abundantes a más de 300 metros. En estas condiciones no hay luz, apenas hay corrientes, y los depredadores escasean. Sin embargo, los crinoideos del Mesozoico vivían en aguas poco profundas, y se cree que su migración a los fondos oceánicos estuvo relacionada con el incremento en la depredación.
Un estudio publicado en la prestigiosa revista GEOLOGY, basado en fósiles excepcionalmente conservados encontrados en Teruel, aporta nuevos datos sobre la vida en las aguas marinas que bañaban la provincia durante el Mesozoico, hace aproximadamente 145 millones de años. El estudio de fósiles de crinoideos, parientes de las estrellas de mar que viven en su mayoría en el fondo marino, ha permitido saber que colonizaron de forma efímera la Bahía de Oliete, en un momento de mayor comunicación con las zonas de mar abierto, donde tuvieron que lidiar con depredadores, tal y como muestra la presencia de cicatrices en algunos de los esqueletos recuperados.
Los crinoideos son uno de los grupos más estudiados en relación con la “revolución biológica” en los mares del Mesozoico, evento caracterizado por un incremento en el número de depredadores en las aguas poco profundas y la migración de muchos grupos de invertebrados a zonas profundas, donde encontraron refugio en un entorno más seguro.
Pero ¿cuándo viajaron los crinoideos a las zonas profundas para refugiarse? El trabajo de investigación realizado por la Universidad de Zaragoza-IUCA, el Instituto Geológico y Minero de España-CSIC y la Universidad de Michigan en USA, demuestra que los crinoideos aún vivían en zonas poco profundas durante el Cretácico. Un yacimiento de este periodo del Parque Cultural del Río Martin, localizado entre Alacón y Oliete, ha proporcionado fósiles excepcionalmente conservados de crinoideos junto a otros de estrellas de mar y otros invertebrados.
“Gracias al estudio multidisciplinar de isótopos, sedimentología y fósiles hemos podido demostrar que estos animales todavía vivían en las zonas poco profundas de la Bahía de Oliete durante el Cretácico”, destaca Álvaro García-Penas, primer autor del trabajo. Y es que esta zona del norte de Teruel estaba bañada por aguas marinas cálidas, en un entorno similar a la bahía actual de Florida, donde la profundidad es de unos escasos metros y las oscilaciones de la salinidad pueden ser significativas.
“Yacimientos como este son únicos a nivel mundial, en él han quedado los fósiles prácticamente intactos, congelados en el tiempo tal y como murieron, lo que nos da mucha información de cómo y donde vivían”, apunta Samuel Zamora, investigador IGME-CSIC y codirector de la investigación. El yacimiento, de conservación excepcional, muestra el último instante en la vida de estos animales, que quedaron sepultados en vida por una gran tempestad que los arrancó del fondo marino y enterró sus esqueletos, a veces casi intactos, junto al sedimento removido por el oleaje.
Marcos Aurell, codirector del trabajo y catedrático de la Universidad de Zaragoza, enfatiza en la relevancia de encontrar yacimientos como estos en la provincia de Teruel y la capacidad del grupo de investigación Aragosaurus: Recursos Geológicos y Paleoambientes para abordar estos trabajos de manera multidisciplinar.
Este trabajo se enmarca en la Tesis Doctoral de Álvaro García-Penas, que trata de reconstruir la evolución en el tiempo de la antigua bahía de Oliete, un entrante de mar de la gran cuenca marina que ocupó el Maestrazgo durante el Cretácico. Este yacimiento, que sigue en proceso de investigación, va a permitir además describir estos fósiles con más detalle. Todos los trabajos se enmarcan en la investigación de dos proyectos financiados por el Gobierno de Aragón y el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.
La vida hace 145 millones de años
A mediados del periodo Cretácico, hace aproximadamente 145 millones de años, existía una gran diversidad de vida en tierra firme y en los mares. En España hay yacimientos con restos fósiles del Cretácico por toda la geografía, que han ayudado a conocer mejor a los pobladores de este periodo geológico del final de la era Mesozoica. En esta era, los mares rebosaban de vida y las cadenas tróficas estaban bien definidas, con depredadores importantes como los tiburones o los reptiles marinos en el ápice de la pirámide alimenticia. Fue en este momento concreto cuando se ha definido la “Revolución Marina del Mesozoico”. Este evento, que abarcó todo el Mesozoico, involucró un incremento en el número de depredadores en las aguas poco profundas y la migración de muchos grupos de invertebrados a zonas profundas, donde encontraron refugio en un entorno más seguro.
Uno de los grupos que más se ha estudiado en relación con esta revolución biológica en los mares del Mesozoico son los crinoideos. Su esqueleto es de calcita y está formado por miles de partes articuladas. Tras su muerte, ese esqueleto se desarticula rápidamente, y sus pequeños restos quedan aislados y repartidos por el fondo marino. Los crinoideos actuales que viven fijos al fondo marino se encuentran en zonas profundas a partir de los 100 metros, aunque sobre todo empiezan a ser abundantes a más de 300 metros. En estas condiciones no hay luz, apenas hay corrientes, y los depredadores escasean. Sin embargo, los crinoideos del Mesozoico vivían en aguas poco profundas, y se cree que su migración a los fondos oceánicos estuvo relacionada con el incremento en la depredación.