Entra en escena una nueva generación de paleontólogos motivados por Dinópolis
Cuarenta estudiantes universitarios han completado su formación con prácticas en la FundaciónLa Fundación Dinópolis se ha convertido en un referente para los estudiantes universitarios de Biología y Geología que quieren dedicarse a la Paleontología, y han encontrado en este centro de investigación el lugar idóneo para realizar las prácticas con las que tienen que completar sus carreras. Cuarenta estudiantes de siete universidades de toda España han ampliado así su formación en estas instalaciones científicas turolenses desde que hace quince años se ofertara por primera vez esta posibilidad. Se trata además de una nueva generación de paleontólogos que reconocen haber encontrado en Dinópolis su vocación científica desde niños.
Cinco estudiantes de las universidades de Valencia, Zaragoza, y de la Autónoma y la Complutense de Madrid, han vuelto a recalar este verano en la Fundación Dinópolis para participar en este programa que les permite conocer desde dentro la profesión de paleontólogo.
Cuando se inauguró Dinópolis en 2001 estos estudiantes eran prácticamente recién nacidos y formaron parte de las primeras generaciones que visitaron el parque paleontológico con sus padres o con el colegio. La mayoría de los que han realizado las prácticas este verano reconocen que aquellas visitas les marcaron porque les orientó profesionalmente. Hoy recuerdan haber subido la rampa del tiempo geológico a la entrada del museo y haberse quedado embobados viendo trabajar a los paleontólogos, deseando algún día estar al otro lado del cristal trabajando ellos con los fósiles.
Raúl Casinos Gómez, estudiante de Geología de la Universidad de Zaragoza así lo reconoce. Asegura que desde niño estaba fascinado por los fósiles y que haber hecho ahora las prácticas de carrera en la Fundación ha sido convertir un sueño en realidad.
Ha realizado 150 horas de prácticas en el laboratorio trabajando con los fósiles del yacimiento de la mina Santa María de Ariño. Este tipo de trabajos, además de aportar experiencia profesional, les da créditos en su carrera, y lo valoran mucho porque en la Universidad su formación es básicamente teórica. En el laboratorio de la Fundación se han encontrado con la realidad de lo que el día de mañana puede ser su rutina laboral si optan por dedicarse a la paleontología.
En el caso de Raúl lo tiene claro, y es que además se puede decir que lo ha mamado. Recuerda que la primera vez que fue a ver Dinópolis tenía 5 años y que repetía la visita cada año o cada dos. Además, tuvo una experiencia muy bonita porque su abuelo mientras labraba el campo encontró un fósil de dinosaurio en Veguillas de la Sierra. Fue él quien le dijo que lo llevara a la Fundación Dinópolis, donde lo estudiaron y resultó ser una vértebra de Turiasaurus, que actualmente se expone en el centro satélite de Mar Nummus en Albarracín.
El abuelo les habló del nieto y los de la Fundación le regalaron unos libros para que se los diera. Nadie en ese momento imaginaba que años después Raúl compartiría su pasión con esos científicos. En su opinión, Teruel está viviendo una “época dorada” de la paleontología y se siente orgulloso de haberla vivido y visto evolucionar desde niño. Reconoce que ese fue el caldo de cultivo para elegir la carrera de Geología con el ánimo de dedicarse a la paleontología. De sus prácticas valora tanto la experiencia humana con los científicos de Dinópolis como la profesional. “Ha sido una experiencia muy humana y gratificante poder aprender de ellos y conocerlos”, afirma.
Raúl es de Teruel pero otros compañeros suyos de prácticas de este año no, y admiten igualmente que pidieron hacerlas en Dinópolis porque desde niños les ha fascinado este parque paleontológico que ha contribuido a crear sus vocaciones científicas.
Así lo reconoce Álvaro Simarro Marco, del Máster Universitario de Paleontología Aplicada de las universidades de Valencia y Alicante. Asegura que ha aprendido mucho sobre restauración y preparación de fósiles, “hasta tal punto que he cambiado mi trayectoria profesional”. Destaca la dedicación que le ha puesto su tutora, Ana González.
“Para mí ha sido literalmente cumplir un sueño, desde que fui de pequeño siempre quise trabajar ahí”, asegura Álvaro, quien se muestra “muy agradecido con la Fundación por la oportunidad y espero tener la ocasión de volver a trabajar con ellos”.
Algo parecido es lo que siente Adrián Blázquez Riola, que acaba de terminar el cuarto curso de Geología en la Universidad Complutense de Madrid. “La paleontología es muy vocacional y yo desde niño estaba obsesionado con los dinosaurios y quería ser paleontólogo”, afirma.
Cuando vio que podía hacer sus prácticas en Dinópolis no lo dudó, porque de niño había estado visitando el parque y cuando pasó por la rampa del tiempo geológico y vio al otro lado trabajar a los paleontólogos pensó que algún día sería él quien estuviese allí.
A pesar de que hacer las prácticas fuera de casa supone un coste, considera que es la mejor opción que ha podido elegir, ya que además ha sido su primera experiencia en el laboratorio, puesto que antes ya había participado en alguna excavación. “Vine con las expectativas altas y se cumplieron”, afirma Adrián, quien destaca no solo la capacitación profesional que ha adquirido sino la “calidad humana de la gente que hay aquí, que te enseñan cualquier cosa por la que puedas estar interesado”.
Adrián valora además que en Teruel se cierre un círculo en torno a todo el proceso de la paleontología, puesto que se excava en sus yacimientos, se prepara el material y se estudia para publicarlo científicamente, pero también se utiliza para divulgarlo y hacer de los fósiles un recurso de desarrollo para el territorio.
Quien sabe muy bien esto es Luisa Morillas, estudiante de Biología en la Universidad Autónoma de Madrid pero turolense, por lo que ha podido ver el crecimiento y desarrollo de Dinópolis desde niña. En cualquier caso, ella asegura que quiere orientar su carrera hacia el tema de la evolución. Sobre su experiencia en el laboratorio afirma que ha sido clarificadora porque desconocía el proceso de trabajo con los fósiles y ha podido aprender al lado de los mejores profesionales. Además de destacar la calidad humana de los mismos y el ambiente con sus compañeros, valora el alto nivel formativo de la Fundación.
María Ciudad Real, estudiante del grado de Biología de la Universidad de Valencia y que ha estado dos meses haciendo prácticas, resume su experiencia asegurando que poder aprender con los profesionales de la Fundación y con los materiales que excavan “no tiene precio”. Añade que “ha sido una experiencia increíble” conocer a estos profesionales, al igual que cuando estuvo en excavaciones de Salas de los Infantes, porque “te abre las puertas a formarte y a aprender”.