El yacimiento de Puente Minero se reabre en busca de restos de un gran depredador que pobló la provincia
La Fundación Dinópolis y el Museo Nacional de Ciencias Naturales trabajan para localizar al ‘Paramachaerodus’, un animal que vivió aquí hace 8 millones de añosEntre los depredadores más fascinantes que han poblado la provincia de Teruel están los dientes de sable, unos félidos que se caracterizaban por sus largos caninos aserrados capaces de acabar con sus presas en muy poco tiempo. Eran más letales que los grandes felinos actuales y entre los géneros extintos que vivieron en la cuenca de Teruel está Paramachaerodus orientalis, un félido cuyo porte y tamaño estaría a caballo entre un leopardo y un jaguar. Paleontólogos de la Fundación Dinópolis y del Museo Nacional de Ciencias Naturales han reabierto el yacimiento paleontológico de Puente Minero, uno de los yacimientos emblemáticos del Turoliense Inferior, para lanzarse a la caza de nuevos fósiles de estos magníficos animales que vivieron hace 8 millones de años.
Llegar al yacimiento de Puente Minero no es fácil. Desde el lugar se tienen vistas del nuevo hospital de Teruel y de la autovía gracias a que está enclavado en lo alto de un monte, con el handicap de que pegan con fuerza el viento y el sol. Es un afloramiento donde hace más de tres décadas se encontraron dos caninos de Paramachaerodus, que publicó el paleontólogo Luis Alcalá. Desde entonces no se había vuelto a excavar, a pesar de que era una idea que le rondaba en la cabeza desde principios de siglo al paleontólogo Manuel Salesa, del Museo Nacional de Ciencias Naturales, un gran conocedor de los yacimientos de mamíferos de la cuenca de Teruel que lleva años excavando en ellos.
Por fin, este año ha surgido la oportunidad de hacerlo y durante dos semanas paleontólogos del Museo Nacional de Ciencias Naturales y de Dinópolis han podido excavar en él. Con una máquina han retirado la tierra que cubría el nivel fosilífero y han podido empezar a buscar fósiles en superficie.
El objetivo, explica Salesa, era comprobar que los niveles fosilíferos de esa capa oscura contenían más huesos, estudiar la fauna representada y buscar esos félidos del Turoliense a los que ha dedicado su carrera científica este paleontólogo. Se muestra convencido de que van a aparecer más fósiles de esos depredadores, lo que supondría un importante hallazgo porque el registro mundial es escasísimo y solo se conocen prácticamente restos del cráneo.
Manuel Salesa hizo su tesis doctoral a finales del siglo pasado sobre Promegantereon, otro félido del Mioceno, y al estudiarlo descubrió que era como el antepasado de Paramachaerodus. Este último, a diferencia del anterior, tenía los caninos aserrados en lugar de lisos, y fue entonces cuando supo que Teruel era uno de los pocos lugares donde había aparecido registro fósil de estos animales.
En el registro mundial se conocen solo un par de mandíbulas en Londres, un cráneo que está en el Museo de Viena, y piezas aisladas encontradas en yacimientos en algunos yacimientos, pero en los que no se ha profundizado.
“Es un animal prácticamente desconocido y aquí en Puente Minero tengo la esperanza de que salgan fósiles postcraneales”, afirma Salesa, puesto que de este félido prácticamente solo se conoce su cráneo. Encontrar más partes de su cuerpo permitiría profundizar en cómo era este dientes de sable.
Por el escaso material que se conoce a nivel mundial se sabe que Paramachaerodus podría tener un tamaño intermedio entre un leopardo y un jaguar, y que se diferencia de Promegantereon “porque las fosas nasales son más anchas”. Eso indicaría, según Salesa, que este animal era “un gran corredor y necesitaba un gran ingreso de energía como los guepardos, que tienen fosas nasales muy anchas”.
El problema es que al no haberse encontrado partes del esqueleto postcraneal, “no sabemos nada de cómo era el cuerpo de este animal”. De ahí el interés que había por regresar al yacimiento de Puente Minero para intentar encontrar otras partes de su esqueleto al haber aparecido allí dos caninos.
La excavación se prolongará al menos durante dos años más tras haberse abierto el yacimiento ahora. Este año no ha habido suerte, aunque la intención era abrir el yacimiento al nivel fosilífero y comprobar que aparecían restos de animales como así ha sucedido. En total se han encontrado 212 fósiles de diferentes especies, desde un hueso inmenso que parece de un proboscídeo y que podría corresponder a Tetralophodon (como el mastodonte que está representado en el parque de la Sabana del Turoliense en El Pobo), a Hipparion (caballos), alguna placa de tortuga interesante, o un fragmento de asta de ciervo.
La sorpresa llegó en el antepenúltimo día de la excavación cuando Salesa se encontró con un cráneo, bastante fragmentado, de Plioviverrops, una hiena de pequeño tamaño, como una civeta grande de las actuales. Además del cráneo machacado, puesto que lo que ha quedado son todo fragmentos no superiores a los cinco milímetros aunque con abundante dentición, aparecieron un calcáneo, tres falanges y dos cabezas femorales.
Estas hienas pequeñas estaban ya identificadas en el yacimiento, pero los fósiles encontrados van a permitir afinar en la especie de la que se trata. Además, abren la esperanza a que en próximas campañas puedan aparecer otros carnívoros para lanzarse a la caza de esos jaguares que merodeaban por Teruel hace unos 8 millones de años.
Hallazgos que están presentes en el Museo de Dinópolis
El paleontólogo de la Fundación Dinópolis, Eduardo Espílez, codirector de la excavación, recuerda que los mamíferos del yacimiento de Puente Minero, conocido desde hace décadas, están muy bien representados en la Sala de los Mamíferos del Museo Paleontológico de Dinópolis.
Se exponen de tal manera, además, que permiten al visitante apreciar la evolución de estos animales tan ricamente representados en la fosa de la cuenca de Teruel a través de diferentes periodos geológicos, desde el Vallesiense Superior hasta el Plioceno, entre 9 y 4,5 millones de años.
Tras haber excavado en años anteriores diferentes yacimientos de todos estos periodos, quedaba pendiente el Turoliense Inferior, del que existen pocos afloramientos.
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