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El torreón de la Casa El Torico pudo ser  un mirador para observar las estrellas El torreón de la Casa El Torico pudo ser  un mirador para observar las estrellas
Mirador del edificio de Tejidos El Torico, cuya fachada principal ha sido recientemente restaurada por la Caja Rural

El torreón de la Casa El Torico pudo ser un mirador para observar las estrellas

El divulgador Esteban Donate lo relaciona con los eclipses de principios del siglo XX
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El torreón de la Casa El Torico, el edificio modernista más emblemático de la capital turolense, construida por Pablo Monguió en 1912, pudo plantearse como un mirador desde donde observar las estrellas y los eclipses. Así lo planteó Esteban Donate en la primera de las conferencias ofrecida durante esta Semana Modernista organizada por la Fundación Bodas de Isabel y el Ayuntamiento de Teruel en colaboración con el Círculo de Recreo Turolense.

Integrante de la Agrupación Astronómica de Cuenca y monitor Star Light, Esteban Donate distribuyó la charla en dos partes. En la primera explicó los acontecimientos que ocurrieron en las primeras décadas del siglo XX, que fueron claves para la aparición del proceso modernista que “no llegó por casualidad”. Ya había corrientes, tanto científicas como culturales, que facilitaron la aparición de este movimiento.

“Los arquitectos de la época se subieron a ese tren que llegó a Teruel a primeros de siglo y nos trajeron el modernismo, pero también nos trajeron más cosas”, apuntó.

Donoso se refirió a la Casa El Torico: “El arquitecto tarraconense Pablo Monguió hizo edificios emblemáticos del modernismo, pero este en concreto, la Casa del Torico, tiene ahí una torre, un alminar neomudéjar precioso, que tiene una balconada circular y propuse al auditorio que estaba escuchándome en el Casino que por qué no pensábamos que podría ser un mirador de estrellas”.

El conferenciante, que es tarraconense como Monguió, hiló este planteamiento con un acontecimiento que tuvo lugar en 1905, cuando un eclipse, que tuvo trascendencia mundial, atravesó la línea de oscuridad desde Sagunto, pasando por Teruel, subiendo hacia Zaragoza, y llegó al Mar Cantábrico, y que atrajo a estas tierras astrónomos de fama mundial, “los mejores astrónomos de la época”.
 

El divulgador astronómico Esteban Donate ofreció una charla en el Casino

Donoso explicó que astrónomos del Observatorio Fabra de Barcelona siguieron el eclipse, pero lo más interesante fue que vino una expedición norteamericana del Observatorio LIC de California, que llegó hasta Valencia, cogieron ahí el tren y la base de operaciones la tuvieron en Daroca, tuvieron que atravesar en tren Teruel y luego se quedaron en Alhama de Aragón.

Durante la charla Donate mostró instrumentación de la época como telescopios de 12 metros de largo, para poder capturar el eclipse del Sol. En esa expedición iban conocidos astrónomos como William Wallace Campbell, que era el director del Observatorio de Lick de California y otros muchos que llegaron desde Alemania, desde Suecia o Francia. También estuvo Gregorio Rocasolano, que fue un aragonés ilustre, uno de los fundadores del CSIC.

Este eclipse también tenía que demostrar la teoría general de la relatividad de Einstein, publicada en 1905. “Y una forma de hacerlo era fotografiando el fondo estelar cuando hay un eclipse para saber la posición de las estrellas”, contó Donate: “Esta gente que vino de Estados Unidos tenía también como finalidad demostrar la teoría general de la relatividad y esa teoría se demostró a los pocos años”. Gracias a estos experimentos que hicieron con cámaras fotográficas muy primitivas, consiguieron comparar las estrellas con sol y sin sol para saber su posición y saber si la teoría se cumplía. Consiguieron demostrarlo.

Donoso se refirió también al eclipse de 1912 y al cometa Halley, que pasó dos años antes. “Teruel, en esa época de ebullición artística, arquitectónica, científica también, fue testigo de dos eventos astronómicos de trascendencia mundial”, contó y por eso se atrevió a decir que Pablo Monguió pudo diseñar el balcón corrido circular en el alminar de la casa El Torico como un mirador extraordinario, para el eclipse de sol total de 1912. “Seguramente se subieron a esa torre a admirarlo”, planteó.

Estos miradores redondos aparecen en otros edificios modernistas y Donate puso diferentes ejemplos recordando que además Gaudí les daba a esas torres, un toque mitológico o incluso religioso. “Son torres muy adornadas que se elevaban sobre los tejados del resto de las edificaciones y son muy evocadores porque parece que quieren tocar el cielo”, señaló.

En la época además se construyó un observatorio astronómico en Barcelona, al final de las ramblas y posteriormente el observatorio Fabra, que data de 1904. “El primer observatorio astronómico que se hizo en Barcelona estaba muy cerca del mar y pronto se dieron cuenta que no puede haber una instrumentación tan delicada cerca del mar por la humedad y las nieblas”, apuntó.

Dragones

Donate abordó, en la segunda parte de su conferencia, la relación entre los edificios modernistas y la figura de los dragones. “El dragón es un elemento mitológico que para Aragón y para Cataluña es muy importante, porque el patrón de Aragón, San Jorge, vence a un dragón”, recordó.

El divulgador astronómico puso ejemplos de edificios donde aparece esta figura. “En Barcelona hay más de mil dragones en las fachadas de sus edificios modernistas incluido en la Sagrada Familia o el hospital San Pau”, contó. La obra a la que más insistió fue una reja que está en los pabellones de Gaudí, un recinto de recreo de la familia Güell: “Está colocada en una posición, en que miras el dragón de frente y tienes justamente detrás el norte, que es donde está la constelación del draco, del dragón”, explicó, “una maravilla, que es digno de ir a visitar”, agregó y con enorme simbología mitológica. Ese dragón es ni más ni menos que el dragón del Jardín de las Hespérides. “Tiene una carga mitológica tremenda”, subrayó.

Donate puso otro ejemplo, el de la casa Burés, un edificio que cayó en el olvido cuando la familia, unos industriales catalanes, se arruinó. Esa casa, que ahora se ha restaurado, fue espoliada por dentro, pero “tenía maravillas”.

El zaguán estaba pensado para que bajaran los señores del carruaje y justo en la entrada tiene un oso, abrazando a una luz, que es una farola. “Representa la luz es la estrella polar, la que nos indica el norte geográfico”, comentó y destacó la gran carga de simbolismo que también tiene: “El oso está mirando la puerta, en la calle sabemos que está el pecado, está el mal que nos persigue y cuando entramos dentro hay un oso protector que nos dirige hacia el norte por esa escalinata preciosa que hay y con una cúpula estelada”.

En su conferencia también habló del parque Güell, donde un dragón da la bienvenida a los visitantes y cuya disposición con la sala hipóstila detrás, también tiene una explicación mitológica que demuestra la pasión de Gaudí por la historia y la mitología.