El servicio de autobús urbano de Teruel se modernizó con el inicio del siglo XXI tras un complicado proceso
En los próximos meses el equipo de gobierno abrirá un debate con asociaciones y colectivos sobre su futuroLa concesión del actual servicio del transporte público urbano de Teruel finaliza el próximo año y el equipo de gobierno municipal se ha puesto manos a la obra para redactar el pliego de condiciones que regirá el contrato para los próximos años. Para ello, se reunirá en los próximos meses con diferentes asociaciones y colectivos. Entre los retos más importantes, la conexión con el futuro hospital del Planizar o la posible electrificación de los vehículos.
Este será el tercer contrato que sale a licitación desde 2002. El actual comenzó el 20 de julio de 2015 con un plazo de concesión de diez años. Se planteó entonces “con más frecuencias y más prestaciones para que los turolenses se animen a coger el bus”. Así se avanzó unos días antes de su entrada en funcionamiento. Posteriormente, hubo que hacer ajustes en las líneas y en los últimos años se ha incorporado un nuevo servicio a demanda para los barrios rurales. El billete sencillo ha ido incrementando en precio, pero el de los abonos se ha reducido en los últimos años con ayuda estatal.
La concesión del servicio del autobús urbano ha sido siempre un proceso largo y complicado y un reto para las diferentes corporaciones municipales. El actual contrato comenzó a tramitarse en 2012 y no se puso en funcionamiento hasta 2015. Se hizo con una subvención anual por parte del Ayuntamiento para cubrir el déficit del servicio menor a la que se había estado abonando a la anterior concesionaria, que prestó el servicio durante trece años, desde el 15 de julio de 2002.
Hace 22 años, el primer día de entrada en funcionamiento de los nuevos autobuses urbanos, que remplazaron al popular pesetero, causó una gran impresión entre los turolenses pero hubo que familiarizarse con unos nuevos horarios y trayectos. También la ciudad se tuvo que adaptar a los nuevos vehículos de grandes dimensiones que se pusieron en funcionamiento. Vehículos mal aparcados y barreras arquitectónicas complicaban el tránsito de los flamantes buses. En aquel entonces se establecieron cinco líneas que se cubrían con ocho vehículos adquiridos por la empresa concesionaria.
El nuevo servicio de autobús urbano de la ciudad de Teruel supuso cerrar un largo capítulo de tramitación hasta que se vieron por la calles de la ciudad. En 1995 el Ayuntamiento se mostró dispuesto a subvencionar las líneas deficitarias del autobús urbano para poder mejorar los horarios y trayectos. En ese mes de diciembre el precio subió a 50 de las antiguas pesetas.
Entonces se encargó un informe para estudiar distintas posibilidades de explotación del servicio para que los trayectos y horarios pudieran adaptarse a las necesidades del momento. El servicio se prestaba mediante un convenio con una empresa de transporte urbano que para poder mantener las líneas, que eran deficitarias, había tenido que pedir diversas subvenciones a las arcas municipales.
En 1996, el Ayuntamiento de Teruel se planteaba diversas alternativas como reducir el número de líneas y ampliar el recorrido de las que se quedaran. Se encargó un anteproyecto, que posteriormente se revisó, y se plantearon entonces tres líneas y una subvención por parte del Ayuntamiento. El tiempo iba pasando y en 1999 se llegó a plantear un servicio de autobús nocturno los viernes y sábados y llegar a los barrios rurales con dos líneas. Ya entonces se propuso trasladar la parada principal que estaba en la plaza del Torico a la de Domingo Gascón.
Mientras se decidía cómo iba a ser el transporte público del futuro, en el presente las cosas no iban muy bien. La empresa dio un ultimátum al Ayuntamiento para prestar el servicio porque había que rescindible del gasto generado por las averías de parte de la flota. Fueron años complicados de tiras y aflojas con la empresa, cuyos conductores además se enfrentaban al “caos circulatorio” en una ciudad a la que todavía no había llegado la peatonalización al Centro Histórico, los vehículos se dejaban mal aparcados y los viajeros del transporte público se veían obligados a bajar en la calzada, como los propios conductores denunciaban en septiembre del año 2000.
Cinco meses después Ayuntamiento y empresa acercaron posturas para garantizar la continuidad del autobús urbano en Teruel hasta que se diera con una solución definitiva.
Finalmente, desde el consistorio se apostó por una nueva concesión administrativa mediante concurso, pero sobre la mesa también se propuso la creación de una empresa municipal de transportes o la creación de una sociedad mixta.
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