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El retablo de Yoly,  ya restaurado, vuelve a la iglesia de San Pedro El retablo de Yoly,  ya restaurado, vuelve a la iglesia de San Pedro
Instalación de una de las piezas del retablo. Fundación Santa María de Albarracín

El retablo de Yoly,  ya restaurado, vuelve a la iglesia de San Pedro

La Fundación Santa María de Albarracín concluye la renovación de la obra dedicada a San Cosme y San Damián
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El retablo de San Cosme y San Damián ha vuelto a ser instalado en la iglesia de San Pedro tras ser restaurado por la Fundación Santa María de Albarracín.

La última fase de la minuciosa  intervención en este importante retablo  de San Cosme y San Damián  (siglo XVI), ha sido la compleja reinstalación del retablo en su lugar de origen, una vez restaurado en el centro. El perfecto acomodo de cada una de sus unidades desmontadas en su día para la intervención, ajustando y equilibrando los niveles de apoyo solapados, ha sido una minuciosa tarea, que han ejecutado los profesionales en los últimos tres días, para su total y definitiva instalación. Para esta tarea se han empleado a fondo cinco de los profesionales de la fundación, frente a las tres restauradoras que en algo más de tres meses han ejecutado la restauración total del bien, informa la Fundación en una nota de prensa.

La necesaria intervención no sólo queda justificada por la importancia de la pieza, sino también por el más que evidente deterioro que manifestaba. Desde luego era un foco de carcomas, que le había afectado seriamente, además de desprendimientos de policromías y desajustes de su estructura. Ahora bien, una vez iniciado el proceso de restauración, otro de los aspectos que en mayor medida ha complicado la ejecución, han sido los numerosos repintes que poseía, ocultando la minuciosidad decorativa de las vestimentas por ejemplo, a veces ocultas con repintes de tonos distintos al original.

Los rostros y los cabellos de las tallas principales  habían sido transformadas, de manera que debajo del negro dominante, aparecieron brillantes oros rubios en San Cosme  concretamente.  También la mazonería, había sido recubierta parcialmente con tonos diferentes al original.  Desmontaje, desinsección y limpieza, recuperación de policromías originales, fijación y reintegración parcial de color y volumen, así como el acabado final y su reinstalación, han sido los trabajos más importantes que en síntesis se han abordado, por un presupuesto de algo más de treinta mil euros, financiados por la Fundación Amantes de Teruel, tutora de este monumento.

El último de los trabajos encargados al Centro de Restauración de la Fundación ha sido la restauración de esta importante obra, del  siglo XVI,  perteneciente a la iglesia de San Pedro de Teruel. Se trata de una de las grandes joyas de esta iglesia, ubicado en la segunda  capilla de la epístola, constituyendo uno de los legados  renacentistas de mayor interés de la iglesia, junto a su retablo mayor, ambos atribuidos a Gabriel Yoly, escultor de gran trascendencia artística de dejó un magnífico legado en la capital turolense.

Frente a las grandes proporciones del retablo mayor, también restaurado en su día por el centro de Albarracín, el concluido ahora es de pequeñas proporciones (unos dos metros de ancho  por tres de altura), y se presenta extraordinariamente policromado. El retablo mayor de San pedro está igualmente tallado en madera de pino, aunque contrariamente aparece sin policromar. Destaca por la gran calidad de las tallas que relatan  algunos episodios de la vida de los santos de su advocación principal, junto con un magnífico descendimiento central en el banco; a un lado y otro de los Santos Cosme y Damián, que ocupan lógicamente la hornacina original, se localizan las tallas de San Lucas y la Magdalena, en ambas calles laterales, queda presidido por un extraordinario calvario  con cristo crucificado, enmarcado en una trabajada hornacina redonda. La mazonería es igualmente espectacular, con columnas y entablamentos ricamente decorados entre fondos con tonos blancos, rojizos y azules, siempre bajo el el dorado dominante de recubrimiento generalizado.  Tanto el altar, como el infrabanco de apoyo, son piezas posteriores, muy intervenidas, y de menor calidad.