El Rambo de Requena robó desde febrero media docena de vehículos y ocupó varias viviendas entre Valencia y Teruel
Fue detenido el lunes en AndorraEl Rambo de Requena es un superviviente, un okupa que roba para comer en casas deshabitadas pero que cuando se ve acorralado no duda en recurrir a la violencia e intimidación. Antes de herir el lunes de gravedad con una escopeta a un agente de la Guardia Civil en Muniesa y convertirse en algo más que un delincuente común, Pedro Lozano encañonó a otro agente y disparó con cartuchos de fogueo a un bodeguero en el interior de Valencia en febrero y mayo, y retuvo contra su voluntad a dos personas, una de ellas Salomón Amador, al que intimidó para intentar salir de Andorra antes de ser reducido y arrestado.
Previamente, en 2018 ya amenazó con un cuchillo en Borriol (Castellón) a un Policía Local. Además, Lozano ha robado desde finales de febrero al menos cuatro vehículos en la provincia de Valencia y dos en la de Teruel, y ha entrado en multitud de masías, casas de campo y otras viviendas deshabitadas en aldeas aprovechando el estado de alarma, aunque lleva con este modo de vida desde verano de 2019. Solo cuando los propietarios comenzaron a acudir a segundas residencias con la flexibilización del confinamiento empezó a dar señales de vida.
El Rambo de Requena –un apodo le puso Javier Martínez, periodista del diario valenciano Las Provincias y que aceptó la Guardia Civil y la sociedad para referirse a él antes de conocer su verdadera identidad como Pedro Lozano, un vecino del Puerto de Sagunto de 28 años– comenzó su cadena delictiva en Requena y sus aldeas a finales de febrero. Allí sustrajo tres vehículos en pocas horas. Según información contrastada con la Guardia Civil que publica el medio valenciano, los propietarios echaron de menos una furgoneta Citroën C5, un Ford Tourneo e incluso una grúa. Además, al verse sorprendido por un matrimonio en el chalé de su propiedad, emprendió la huida tras encañonar con su escopeta a un guardia civil.
No obstante, el detenido no se caracteriza por su habilidad al volante, por lo que en ese periplo sufrió dos accidentes en la carretera. A principios de marzo llegó a arrebatar un manojo de espárragos a un hombre tras obligarle a acercarle con su vehículo hasta un camino de Siete Aguas.
Pese a que la Guardia Civil de Llíria le buscaba, no se volvió a saber de sus actos hasta finales de mayo, cuando varios vecinos de la aldea de Ahillas (Chelva, también Valencia) detectaron que alguien había estado en sus viviendas durante la fase 1 de la desescalada.
Bizcochos y cama limpia
De hecho, durante el transcurso de una salida de Rambo el dueño de una de ellas vio que estaba la ventana forzada y denunció el robo. Ni corto ni perezoso, Lozano ocupó otra casa en la que encontraron unas huellas que le delataron: eran idénticas a las que dejó en verano de 2019 en unas casas de Vall d’Uixó (Castellón). Desde entonces hasta ahora, la Guardia Civil piensa que ha estado ocupando sin cesar en el interior de Castellón y Valencia en una subsistencia total.
En la última casa en la que estuvo se encontraron indicios de que había dormido en ropa de cama limpia y que incluso se había cocinado bizcochos, como cuenta Martínez en otra de sus crónicas en Las Provincias. También encontraron una jarrita de cristal llena de perdigones, la prueba de que los extraía de los cartuchos con la supuesta intención de no causar lesiones letales a las personas a las que intimidaba.
Ante la presencia de la Guardia Civil por la zona, Lozano decidió escapar, para lo que necesitaba otro vehículo. Sobre las 18:15 horas del 25 de mayo entró en la bodega Terra d’Art, de Juanjo Martínez, que estaba enseñando los viñedos y las instalaciones a unos clientes. Descubrieron a Lozano montando en el Land Rover Discovery y, cuando el enólogo le pidió explicaciones, el malhechor sacó su escopeta y le disparó a la cara a bocajarro. Eran cartuchos de fogueo, por lo que el segundo tiro que recibió tampoco tuvo consecuencias
El vehículo fue encontrado al poco rato, accidentado, a tres kilómetros de la bodega en el término municipal de La Yesa, a menos de diez kilómetros del casco urbano del municipio turolense de Abejuela.
La búsqueda se intensifica
Fue entonces cuando se desplegó un amplio operativo para localizar a este sujeto en la comarca valenciana de Los Serranos que se dejó notar tanto en Abejuela como en Arcos de las Salinas y en Torrijas, con apoyo de agentes del puesto de Mora de Rubielos y de un helicóptero, dos drones, perros adiestrados e incluso el Grupo de Acción Rápida (GAR) de la Guardia Civil.
El operativo no se interrumpió y se reforzó con cada aviso. Con la identificación de Lozano y la difusión de su fotografía se recibieron varias llamadas ciudadanas al 062 de sospechosos que podían ser el delincuente, una persona de entre 35 y 40 años y de una estatura de entre 1,70 y 1,80 metros de complexión delgada. Los más sonados fueron en San Blas y Andorra, aunque en ambos casos se descartó que pudiera tratarse de él. Ahora, cuando se sabe que tiene barba poblada y lleva el pelo más largo, se puede comprender el por qué de las falsas alarmas.
Estaba en la provincia
El Rambo de Requena volvió a dar señales de vida el pasado lunes, cuando robó un Suzuki Vitara de color blanco en El Castellar. Este hecho, unido a que estuvo durmiendo en una vivienda vacía de este municipio de la comarca Gúdar-Javalambre durante al menos una noche –hasta que llegaron sus propietarios– activó todas las alarmas.
Una pareja de guardias civiles le dieron el alto en Muniesa. No solo no se identificó, sino que abrió fuego con su escopeta e hirió en el abdomen y un brazo a uno de ellos. En esta ocasión la munición era real, no de salvas festivas. El fugitivo huyó a pie y robó una C-15 en Muniesa con la que llegó a Andorra y que abandonó en medio de la población.
Salomón Amador intentó reducirle con su vehículo, pero no lo logró y se le acabó subiendo. Sin amenazarle, le convenció para que le sacara de la localidad y le quitó una fiambrera con comida. Poco después fue cercado por la Guardia Civil, primero en los huertos frente a la estación de autobuses y después en la zona del vertedero, donde hubo que dispararle en una pierna para su posterior detención.