El público respalda con su presencia la vuelta de las vaquillas infantiles tras tres años sin poderse celebrar

La vuelta de las vaquillas ensogadas infantiles a Teruel fue ayer un rotundo éxito. Después de dos años en los que no hubo Vaquilla y otro más, el año pasado, en el que por normativa, no podían participar menores en los festejos taurinos y este acto se sustituyó por la salida de carretones, ayer el público respondió volcándose con esta tradición y fueron numerosas las familias  que lo respaldaron con su presencia en este acto popular.

Antes de las 11 de la mañana, hora prevista para el inicio, ya había padres y madres, abuelos y abuelas esperando a que se abrieran las puertas de los corrales de la Nevera en la esquina de la plaza Domingo Gascón con la ronda Damaso Torán buscando la sombra porque a esa hora ya se alcanzaban los 28 grados. Entre los que esperaban estaba Andrea, una niña de 7 años, que acudió con su padre. “Tengo mucho miedo”, aseguraba y su padre le dijo para tranquilizarla que lo verían desde lejos y solo correrían en dirección contraria.

Algunos padres iban sin apenas dormir pero, para cumplir con la tradición, llevaron a sus hijos a las vaquillas infantiles como habían hecho con ellos cuando eran pequeños. “Es lo que toca”, decía Manuel. Había también nervios entre los más pequeños que esperaban que sonara el primer cohete y caras de sueño entre los jóvenes que no se habían acostado todavía. A las 11,05 sonó el primer cohete y después vendrían dos más. Entonces comenzaron las primeras carreras por el Tozal y hasta la plaza del Torico. El festejo se prolongó hasta más allá de las 12 y llegaron a salir cinco vaquillas, dos de ellas coincidieron en la plaza del Torico, algo inédito en este festejo aunque sí que se hace en otras localidades.

Nueva normativa

Por megafonía fueron anunciando cada vez que llegaba el animal a la plaza la nueva normativa que afecta a este tipo de festejos taurinos en las que participan menores y que se aprobó por el Gobierno de Aragón el pasado mes de mayo.

En la confluencia entre la calle San Juan y  la plaza del Torico estaba Vicente, que  llevó ayer por primera vez a su hija María, de 15 meses, a ver las vaquillas infantiles. “A mí me gusta mucho y me gustaría que ella siguiera la tradición, por eso he pensado en traerla para que los vea y a ver si sale torera”, dijo aunque reconoció que si no les gusta “no pasa nada”.

Las vaquillas, de la ganadería de Adell Píquer fueron conducidas por seis jóvenes, tres chicos y tres chicas. Alba Calvo se estrenaba llevando la soga, una afición que le viene de su padre Valentín, un veterano integrante de la soga y baga, y que ayer acompañó a los jóvenes sogueros.

“Es una experiencia brutal, con mucha adrenalina y muy bonita”, comentó la joven y explicó que se habían distribuido en dos grupos y que había estado pendiente de que las becerras no hicieran daño a ningún niño. Las reses elegidas ayer destacaron porque corrían mucho. “Ahora me he quedado con ganas de correr más toros”, comentó.

Entre los corredores iba Alejandro con tres amigos que corrieron los cuatro toros. “Hemos subido y bajado las cuatro veces a la plaza del Torico y cuando subíamos y hemos visto otro más también  lo hemos corrido”, contó mientras descansaba tras el último toro. “Me gusta mucho correr las vaquillas”, aseguró este chaval de 15 años.

Las carreras de los más jóvenes fueron posibles tras el cambio de normativa aprobada hace unas semanas por el Gobierno de Aragón, según la cual los menores de 14 años que participen en el festejo taurino tienen que ir acompañados de sus padres o quien tenga la patria potestad para que puedan participar del festejo siempre y cuando las becerras tengan menos de 18 meses.

Entre 14 y 16 años pueden participar en los festejos cuando los animales no sobrepasan esa edad. En la normativa anterior solo podían participar mayores de 16 años.