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El perro Xabat devuelve a Alberto Villalba la autonomía que le arrebató la explosión de una granada de la guerra El perro Xabat devuelve a Alberto Villalba la autonomía que le arrebató la explosión de una granada de la guerra
Alberto Villalba y su perro Xabat, ayer en el interior de un comercio alimentario del barrio del Ensanche en la capital turolense. Bykofoto/Antonio García

El perro Xabat devuelve a Alberto Villalba la autonomía que le arrebató la explosión de una granada de la guerra

La Fundación Once instruye de forma pionera a un can que se adapta a las necesidades del joven turolense, que perdió la visión y las manos en 2013
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Cruz Aguilar

Alberto Villalba ha estrenado ojos. Se llaman Xabat, tienen forma de labrador negro y le dan una gran autonomía y seguridad para moverse más rápidamente que con el bastón y sin necesidad de ir acompañado. La Fundación Once del perro guía se lo entregó hace unas semanas y está adiestrado especialmente para atender sus necesidades, ya que el joven perdió la vista, las manos y parte de la audición al explotarle una granada de la guerra civil. Se trata del primer can que la Organización Nacional de Ciegos instruye para un usuario de estas características.

El perro llegó justo para su cumpleaños, el 14 de diciembre, y tras una semana de ejercicios para mostrarle las rutas que realiza Alberto Villalba habitualmente, el joven reconoce que ha sido “el mejor regalo” y no se separa de él para nada. Una de sus rutinas es acudir al gimnasio y antes, ayudado por el bastón, tardaba dos horas y media, un tiempo que ahora, con Xabat, se ha reducido a media hora, prácticamente lo mismo que le costaría a cualquier otra persona. Mientras el dueño hace sus ejercicios, el perro le espera en una salita en el gimnasio y algo similar ocurre los días que tiene sesión de fisioterapia, donde también van juntos.

Elisenda Stewart lleva 30 años instruyendo animales para la Fundación Once de Perros Guía, pero es la primera vez que educa a uno para atender unas necesidades tan específicas como las que tiene Alberto Villalba, a quien el hecho de no tener manos le complica mucho la tarea de colocar los arneses al animal y manejarlo luego por la calle. Villalba no tiene tacto a través de la prótesis mecánica que lleva y, al no ver, el uso de la misma es  dificultosa, tanto en su vida cotidiana como para el manejo de un perro guía.

Por eso, “todo está diseñado para él de forma específica”, dice la experta en instrucción canina, “los cierres se han sustituido por velcro y unas empuñaduras que puede manejar con los muñones. Además lleva otro arnés cruzado por si se suelta la prótesis, que no funciona muy bien”, comenta, para añadir que en la preparación de todas las herramientas ha contado con ayuda de diversos profesionales.

Por otro lado, todas las correas giran en redondo, de forma que el perro no se pueda enredar y también la barra que sujeta el arnés ha sido diseñada específicamente para manejarla con la prótesis. A su vez, los elementos de higiene del animal están adaptados al joven, que es quien se ocupa todas las tardes de su aseo: “Es un tiempo que nos viene muy bien para desestresarnos los dos”, relata. Por otro lado, están probando una nueva prótesis de la ONG Ayúdame3D que podría facilitarle el manejo del arnés canino y, en general, su vida cotidiana.

La instructora comenta que sí es más habitual enseñar a perros para personas sordas y ciegas, con diabetes complicadas o incluso a aquellas a las que les falta una pierna, “pero este caso ha sido más complejo”, dice refiriéndose al joven turolense al que le estalló en el año 2013 una granada de la guerra civil que estaba almacenada en casa de una vecina a la que ayudaba .

Alberto Villalba, Xabat y la instructora Elisenda Stewart, en Teruel. Bykofoto 

Elisenda Stewart es la encargada de decidir, a partir de diversas pruebas clínicas y temperamentales, si el perro cumple los requisitos para ser perro guía. Se suele hacer durante el primer año de vida, en el que los animales están con familias que los educan para que estén socializados. A partir del año ya es el momento en el que uno de los once instructores de la Once se hace cargo del trabajo, que se desarrolla durante una hora diaria durante todos los días.

El siguiente paso es elegir a la persona que ayudará ese animal, algo para lo que se analizan informes médicos, sociales, psicológicos y de orientación y movilidad. La instructora estuvo tres meses dedicada a enseñar al perro a manejarse para atender a las necesidades de Alberto. En ese tiempo se idearon los mecanismos de sujeción específicos y se enseñó a guía y dueño a trabajar juntos. Hubo varias sesiones presenciales y también instrucciones vía telemática, además de que el joven practicaba poniendo los arneses diseñados para Xabat a su propia perra, Noa.

Las sesiones de entrenamiento juntos son el paso previo a la entrega del animal y suelen realizarse en Madrid, aunque en el caso de Alberto, al tratarse de un animal preparado de forma específica, buena parte de las mismas se han llevado a cabo en Teruel.

El vínculo entre un guía y la persona con discapacidad visual es muy importante y Stewart asegura que desde luego entre Alberto y Xabat existe desde el primer día.  Mientras la instructora habla el perro está tranquilo y tumbado junto a los pies del joven invidente, a quien sigue todos sus pasos, incluso en casa, donde no lo necesita y Xabat puede moverse libre. “Él tiene claro que yo soy su referente, la persona a la que tiene que ayudar, por eso me sigue”, comenta Villalba.

Ahora es uno más de una familia en la que “la jefa sigue siendo Noa”, relata Bea Sanahuja, que es la pareja de Alberto. La perra lleva ya varios años con ellos, también es de raza labrador y está entrenada, aunque en su caso para participar en campeonatos de agility junto a sus dueños. Los dos animales han congeniado a la perfección, asegura la pareja.

El gimnasio y el agility no son los únicos deportes que hay en la vida de Alberto Villalba, que también hace atletismo acompañado de Javier Villarroya, su guía deportivo voluntario, al que conoció a través de la Once y a quien, asegura, no le quitará el puesto Xabat: “Hay perros guía que también corren con sus dueños, pero en eso estamos juntos Javi y yo”, asegura.

El labrador está entrenado para moverse por Teruel, pero el hecho de que Alberto se conozca la ciudad al milímetro es toda una ventaja. No suele coger transporte público, aunque podría hacerlo porque los perros guías pueden acceder a cualquier espacio público junto a sus dueños, incluidos comercios de todo tipo o a parques donde está prohibido expresamente el acceso de perros.

Xabat significa Salvador en euskera y, aunque a Alberto le llegó con el nombre ya puesto, sin duda sí que está siendo una buena tabla de salvación. Le ayuda a esquivar a la gente en la calle con sus movimientos, incluso aunque haya muchas personas como el otro día, cuando atravesó junto a la instructora la puerta de un colegio en plena salida de niños y “el perro iba esquivando a todo el mundo”, comenta Elisenda Stewart.

También le indica dónde hay escaleras –parándose y subiendo o bajando el primer escalón con sus dos patas– y el lugar en el que tiene que pararse para pasar un paso de cebra. El perro cruza cuando él se lo indica con la orden “Xabat avanza” y no obedece si hay un coche: “Alguna vez le he insistido y no se ha movido porque había coche”, comenta el joven.

Los perros guía pueden acceder a cualquier espacio público, incluidos parques, comercios o bares. Bykofoto/A. G.Leyenda

No me toquen

El animal lleva un arnés muy llamativo en el que avisa: “No me toquen, estoy guiando”, porque, como apunta su dueño, no es conveniente que se despiste, de ahí la indicación de no acercarse, sobre todo con otros perros.

Uno de los momentos favoritos del día para ambos es el paseo que cada tarde se dan por el cerro de Santa Bárbara. Allí el perro corre y disfruta como cualquier otra mascota, aunque siempre sin perder de vista a su dueño.

Elisenda Stewart es instructora de perros guía en la Fundación Once desde hace 30 años ahora hay un centenar de perros adiestrados por ella en activo en las calles españolas. Resalta que se trata de animales que tienen un gran bienestar, puesto que, aunque trabajan durante algunos periodos del día, “el resto son una mascota” que además está acompañada durante toda la jornada: “Son perros felices, para ser guías tienen que serlo”.

Y en el caso de Xabat la felicidad se nota en la paz que transmite. Se trata de un can equilibrado y noble, condiciones que también se exigen al resto de sus compañeros, pero a ellas se añade la paciencia, un requisito muy importante, según comenta la adiestradora. Xabat espera paciente y quieto todo el tiempo que su dueño necesita para ponerle los arneses antes de salir a la calle. “Todos los perros guía son obedientes, pero algunos se impacientan en determinados momentos y eso a Xabat no le ocurre”, comenta su entrenadora.

Informes médicos, sociales, psicológicos y de movilidad antes de asignar a un animal 

En 30 años de profesión a Elisenda Stewart apenas le ha fallado el instinto a la hora de asignar un perro a un dueño. Eso sí, no es tarea fácil. Para empezar porque la Once tiene una lista de espera de unos cuatro años que la pandemia ha elevado a cinco, el tiempo que tardó el joven turolense Alberto Villalba en que le entregaran a su guía. La espera ha merecido la pena porque el can se ajusta a la perfección a sus necesidades y el carácter de ambos sintoniza al milímetro. La elección no se hizo a la ligera, sino que se analizaron informes médicos, sociales, psicológicos y de orientación y movilidad.

También a Xabat se le analizó con lupa y a las condiciones habituales que tienen los perros guías, como la nobleza o el equilibrio, se sumó la paciencia, porque la movilidad reducida en las extremidades de su dueño hace que sea necesario más tiempo para la colocación de correas y arneses. El perro había pasado previamente el examen para convertirse en  guía y luego estudiaron si encajaba con Alberto. “Es algo así como una agencia matrimonial”, dice la instructora, quien añade que la selección fue sin duda acertada porque “lo de Alberto y Xabat fue amor a primera vista”. Al perro hubo que adaptarlo al material específico y también a los sonidos de, por ejemplo, el velcro. Así mismo, le enseñaron a tomar conciencia de la prótesis de Villalba y de los muñones, “para que aprendiera que la forma de contacto iba a ser a través de ellos y no de unas manos”, comenta la instructora.

Los perros guías pueden entrar en cualquier sitio y no deben ser tocados por la gente

Los perros guía mientras están trabajando están totalmente pendientes del entorno que les rodea, desde los coches que pasan a si cae un objeto al suelo. Su misión es proteger y guiar a su dueño y por eso es necesario que la gente no los toque o se acerque a ellos con otros perros que pudieran despistarles. Ellos están habituados a sortear a las personas que se cruzan en su camino, trazando el itinerario más segudo para su dueño.

Por otro lado, se trata de animales que pueden entrar a cualquier sitio acompañando a su dueño, quien lo necesita para moverse también en el transporte público o en los comercios. Los perros guía trabajan durante una media de diez años.

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