El CSA A Ixena mira al futuro con ganas de seguir luchando por una sociedad mejor
Este centro cumplió su segundo aniversario en mayo y ya cuenta con más de 50 sociosPara poder disfrutar de las acividades culturales que organiza el CSA A Ixena en Teruel, así como para hacerse socia o socio, solo se necesita seguir dos normas de convivencia muy simples: el respeto a las personas, los animales y el medio ambiente y la no discriminación ni exclusión por razones étnicas, de sexo, de ideología, etc.
Este centro social autogestionado abrió sus puertas en la capital turolense hace poco más de dos años con el objetivo principal de “ofrecer un ocio alternativo a lo que se hace en Teruel, en el que se puedan desarrollar actividades culturales con cierta visión crítica que ayuden a construir una sociedad mejor”, explica Yolanda Nuño. Ella fue una de las fundadoras de este espacio, junto con otra veintena de personas que decidieron crear una asamblea y constituirse como un CSA.
“Nos fijamos en ejemplos de otros centros sociales como el Luis Buñuel en Zaragoza y la verdad es que fue sencillo empezar a dar vida al local porque existe una red ya construida con espacios como este dentro y fuera de Aragón. Pronto hubo gente que se puso en contacto con nosotros para venir y realizar actividades”, explica la fundadora de A Ixena.
Ahora, este espacio cuenta con más de 50 socios que creen firmemente que otro modelo de gestión colectiva es posible. “Un medio desde el que generar prácticas alternativas a las relaciones de opresión y las estructuras verticales de nuestro contexto habitual, trabajando desde la autogestión, la horizontalidad, el apoyo mutuo y con una mirada crítica y combativa”, se definen a sí mismos. “De hecho A Ixena significa trabajo en cadena en aragonés”, añade Yolanda Nuño.
Para el buen funcionamiento del centro, los socios se reunen normalmente una vez cada dos semanas en asamblea y allí debaten asuntos relacionados con la gestión y organización del mismo. “Se planifican fechas de actividades, se hacen evaluaciones de los actos organizados, todo eso se pone en común. El centro exige mucho trabajo, no se puede dejar el local sin actividad durante un mes y al ser un colectivo de carácter asambleario, el papel del grupo humano es fundamental para salir adelante”, asevera Nuño.
Cultura sin barreras
Aunque ciertas actividades de las que realiza el centro quedan reservadas para los socios, la mayoría están abiertas al público y se realizan con mayor frecuencia durante los meses de septiembre a junio. “Cuando una persona representante de algún colectivo o alguien que participa en la asociación proponen actividades, se discuten en la asamblea y unos u otros se encargan de llevarlas a cabo”, explica Nuño.
En el centro, se desarrollan actividades de todo tipo: presentaciones de libros, conferencias sobre temas como memoria histórica o derechos laborales, proyección de documentales, obras teatrales, etc. “Una vez incluso vino un chico a contarnos cómo había sido su experiencia de dar la vuelta al mundo den bicicleta. Como ves estamos abiertos a todo tipo de cultura”, apunta Nuño. Todas estas acciones son gratuitas para el público y las personas que las realizan lo hace sin animo de lucro y de manera altruista. “Nos sustentamos con las cuotas que pagan los socios, por eso, aunque muchas veces las actividades son abiertas, animamos a que la gente que pueda permitírselo y quiera, se asocie y haga una aportación económica”, señala.
Las cuotas son accesibles para todo el público e incluso existen varias opciones. “Está la posibilidad de pagar cada tres meses 40 euros o la misma cuota trimestral de 25, para las personas que tienen una situación más precaria. Lo que queremos dejar claro es que lo económico no es ningún obstáculo para participar en el centro social. Queremos que se aproxime cuanta más gente mejor, pero lo que sí buscamos es que haya una participación activa”.
Incluso las personas que no tienen recursos para pagar una cuota son bienvenidas en este centro, “así lo recogen los estatutos”. El dinero de los socios se destina principalmente al mantenimiento del local o la compra de productos de comercio justo, sobre todo de refrescos y otras bebidas, para consumo in situ.
Con dos años a las espaldas, A Ixena ya puede mirar al futuro con cierta perspectiva. Los socios aseguran que la intención es continuar con este proyecto muchos años más ya que, según señalan, “A Ixena está muy vivo y con ganas de seguir creciendo”.
Porque si algo tiene Teruel, es que es capaz de unir a personas de todas las edades “desde los 18 a los cincuenta y pico” y de todas las procedencias, “tenemos a gente de Madrid, de Murcia y de pueblos de Teruel”, para llevar a cabo un proyecto como este..