El Centro de Educación de Personas Adultas Isabel de Segura ofrece una segunda oportunidad a los alumnos
30 estudiantes del centro han logrado el título de ESO este cursoEstas últimas semanas del mes de junio, con la finalización del curso escolar, se suceden las celebraciones por la graduación de los estudiantes de distintos niveles, algo que siempre es un orgullo. Pero no solo en los institutos se logra finalizar la Educación Secundaria Obligatoria (ESO), en el Centro Público de Educación de Personas Adultas (CPEPA) Isabel de Segura de Teruel este año también lo han logrado 30 alumnos y detrás de cada uno de estos títulos de ESO hay una historia de superación personal.
“Aquí muchos alumnos encuentran una segunda oportunidad para sacar la ESO, que no han logrado por distintas circunstancias, pero además se encuentran a sí mismos y muchos luego continúan con ciclos formativos, bachillerato o incluso universidad”, explica la directora del Isabel de Segura, Encarna Calvo.
La heterogeneidad es una de las principales características del alumnado de Secundaria en este centro con edades que van desde los 18 a los 59 años, diversa procedencia cultural (casi la mitad de los graduados no han nacido en España), así como por su historial académico y profesional y sus situaciones personales.
Convivencia
El orientador del centro, Pascual Giménez, asegura que este factor “lejos de ser un inconveniente, facilita la creación de un entorno enriquecedor donde el respeto a la otra persona se convierte en la norma de convivencia básica”.
Este clima facilita el proceso de enseñanza aprendizaje. “Aquí no hay problemas ni de disciplina, ni de acoso. Los alumnos se encuentran a gusto y el ambiente es distendido, tanto con los profesores como con los compañeros porque además no son grupos muy numerosos”, detalla la directora.
Cuatro son los perfiles principales del estudiante que se prepara la Secundaria en adultos. En primer lugar, están los jóvenes de entre 18 y 25 años que, por razones diversas, no alcanzaron la titulación básica en un instituto convencional. También hay jóvenes de otros países -en su mayoría hispanoamericanos y marroquíes- que finalizaron estudios equivalentes en sus países pero que tienen problemas para su homologación o que prefieren obtener el título en España para continuar luego con otros estudios o para una mejor inserción laboral.
Asimismo, hay jóvenes menores de 25 años que han llegado a España procedentes de países con otro idioma y que una vez que dominan el castellano realizan los cuatro cursos de ESPA (Educación Secundaria para Adultos). Buena parte de ellos están bajo la tutela de asociaciones como Cepaim, la Fundación Federico Ozanam o Cáritas, entre otras.
Finalmente, hay personas de entre 30 y 55 años que compaginan estudio y trabajo o que están en situación temporal de desempleo y buscan mejores oportunidades profesionales. Pascual Giménez destaca que suelen ser “personas muy motivadas y de alto rendimiento académico”.
Por otro lado, está el aula del centro penitenciario donde también se ofertan estas enseñanzas, entre otras.
Motivación
Otra de las peculiaridades de este tipo de centros es que no se trata de una enseñanza obligatoria, que los alumnos toman la decisión de estudiar libremente y por ello tienen un plus de motivación personal que resulta decisiva para su éxito académico. “La gente se siente cómoda y se mete en su proceso de enseñanza-aprendizaje y hacen las cosas porque les apetece hacerlas, no porque les obligan y están muy motivados”, comenta la directora.
La diversidad del alumnado es un reto para el profesorado que debe gestionar diferentes niveles educativos en un mismo grupo. “Cuesta un poquito cambiar el chip respecto a un instituto llamado, entre comillas, normal porque, evidentemente, te encuentras en el aula distintos niveles. En un instituto, los alumnos de tercero vienen todos de segundo pero aquí vienen de segundo, pero también del antiguo graduado escolar, están los que llevan veinte años sin estudiar... pero como los grupos no son muy numerosos y se encuentran muy acogidos entre ellos, se potencian. Los alumnos de más edad adoptan, por así decirlo, a los más jovenzanos y el ambiente que se forma es excelente”, destaca Encarna Calvo.
Como en todos los centros educativos, este curso ha estado marcado por la pandemia con grupos más reducidos y también existía la posibilidad de seguir el curso de forma on line desde casa.
Apoyo de asociaciones
Algunos de estos estudiantes que dejaron hace tiempo los estudios sin finalizarlos llegan al centro de adultos animados desde asociaciones o entidades sociales que les orientan para volver a reencontrarse con el proceso formativo.
Un buen ejemplo de ello es la asociación Ymca Teruel que ha apoyado y respaldado a estudiantes como María Gabarre que acaba de completar el graduado en ESO después de haber realizado cursos de competencias básicas que permiten seguir después cursos del Inaem y de preparar la prueba libre para poder incorporarse directamente al cuarto curso.
“Tenemos un programa de empleo para jóvenes que está financiado por el Gobierno de Aragón y se llama Escuela de segunda oportunidad. A parte de prepararles para las pruebas de libre acceso, en función de los resultados que van obteniendo trabajamos coordinadamente con la escuela de adultos y que finalicen aquí sus estudios”, explica Alba Daloiso, de Ymca.
“Se trata de hacer un trabajo para que se crean que son valiosos, que crean que pueden hacerlo, de motivarlos y trabajar mucho la autoestima, la autoconfianza porque son personas que quizá no han encajado en el sistema educativo reglado”, añade Daloiso.
Este programa ha durado 18 meses y ha dado muy buenos resultados. Tiene un enfoque innovador a través de aprendizaje basado en proyectos y de la gammificación.
“Estoy muy satisfecha del trabajo conseguido porque creo que la semillita de la inquietud de seguir formándose ha sido plantada en la mayoría de ellos”, subraya la profesional de Ymca.