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Dasha Semenova escapa del asedio de Kiev con su hijo y su perro para asentarse en la ciudad de Teruel Dasha Semenova escapa del asedio de Kiev con su hijo y su perro para asentarse en la ciudad de Teruel
El fotógrafo de prensa Oleksandr Khomenko captó a Dasha Semenova en el metro de Kiev huyendo con su perro, de raza labrador, a cuestas junto a su mochila y su hijo que se ha quedado en Polonia

Dasha Semenova escapa del asedio de Kiev con su hijo y su perro para asentarse en la ciudad de Teruel

El Club Voleibol Teruel acoge a esta deportista ucraniana que aparece en una foto que ha dado la vuelta al mundo
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José Luis Rubio

Su foto cargando a su perro en la mochila en Kiev escapando del horror de la guerra dio la vuelta al mundo. Ahora, Dasha Semenova está en Teruel tratando de olvidar, aunque sea por un momento, los horrores de la invasión rusa. Para ello, ha buscado refugio en el deporte y se ha incorporado a los entrenamientos con el equipo juvenil femenino del Club Voleibol Teruel. Así, Dasha Semenova fue la primera en llegar a los Planos el lunes por la tarde para participar en el entrenamiento semanal con el equipo juvenil femenino del CV Teruel. Sus profundos ojos azules contrastaban con el color naranja de la equipación que el equipo le ha proporcionado para poder practicar deporte tras su llegada a Teruel huyendo de la guerra. Dasha dejó a su hijo con su ex marido y con su perro de once años ha cruzado media Europa huyendo del conflicto con toda su vida en una mochila.

Procede del Este de Ucrania,  de Severodonetsk, muy cerca de la frontera rusa. “Mi lengua nativa es el ruso, no el ucraniano aunque yo lo hablo”, explica a propósito de la doble pronunciación de su nombre.

“Tengo 39 años y mi hijo tiene once años. Mi perro también tiene once años y mi tortuga tiene uno”, bromea. Su pareja actual, Alejandro, es turolense y le ha abierto las puertas a una nueva vida.

-¿Ha venido usted con toda su familia a Teruel?
-No, mi hijo está en Polonia, solo mi perro está conmigo en Teruel. Llegué a Teruel el 11 de marzo después de haber escapado de Kiev el 24 de febrero. El 27 de febrero pudimos cruzar la frontera a Polonia por la estación de tren de Medina, que entonces era la única vía para escapar caminando. Pero todo estaba abarrotado de gente.

-¿Cómo fue su salida?
-Decidí en un momento salir de Kiev y apenas me dí 20 minutos para recoger lo que pude. Yo ya tenía una mochila preparada para escapar al bosque porque  en Kiev no tengo coche y no tenía cómo marchar.  Para mí fue fácil coger mis cosas, algo para mi hijo, el perro y la tortuga y salir hasta la estación de metro. Pero había problemas de tráfico en toda la ciudad. El conductor del autobús nos dijo que tardaríamos cinco horas en llegar. A mí me pareció que era tiempo suficiente, pero no lo fue porque al final no pudo llegar a su destino final. Además, me llevó un montón de tiempo entrar con mi perro al metro. Es un labrador de 30 kilos. Lo metí en mi mochila para poder entrar porque no estaba permitido acceder con animales. Estuve a punto de romper a llorar, de entrar en pánico, pero mi mochila era suficientemente grande, de 100 litros.

Entonces un periodista me tomó una fotografía, que después de hizo muy popular en todo el mundo como imagen de que los ucranianos nunca se rinden y nunca abandonan ni a sus soldados ni a sus mascotas. Tenemos alma y somos muy emocionales. ¡Es que no podía abandonar a mi perro!

Estancia veraniega en Teruel

-¿Qué ocurrió después?
-Estuve todo un día viajando en autobús hacia  la frontera y al final tuve que caminar 30 kilómetros para llegar hasta allí. Allí, en medio de una multitud, tuve que esperar cerca de 15 horas quieta, esperando a que pasara algo.

-¿Por qué estuvieron tanto tiempo parados? ¿Estaba cerrada la frontera?
-Había mala organización. Había un grupo de gente muy tosca que empujaba a mujeres y niños, pero al final fueron ellos quienes nos salvaron, porque en el segundo puesto de la frontera ellos decidieron tomar el control  porque los militares ucranianos no conseguían poner orden en la situación. Entonces, cuatro de estos hombres de color pusieron orden, evitando los empujones y las avalanchas.

-¿Y los militares?
-Los militares ucranianos en la frontera eran muy pocos. Era el segundo día de guerra y no tenían experiencia en este tipo de situaciones, que no se esperaban. Fue por eso que la situación se descontroló absolutamente.

-Desde allí logró llegar a Teruel el pasado 11 de marzo y contactó con el Club Voleibol Teruel
-Yo había estado en Teruel el pasado verano y había visto las pistas de vóley playa en el parque y le mandé fotos a mi hermano, que me dijo que tenía algo de dinero para construir una en mi ciudad. Estuvimos haciendo bromas sobre si algún día él vendría a verlas a Teruel y sobre si algún día yo podría practicar voleibol, porque en Kiev hay una moderna instalación con arena caliente en el suelo que se puede alquilar.

Mi pareja, Alejandro, me dijo que en Teruel había un gran equipo de voleibol en el que era posible jugar. Yo he practicado muchos deportes y tenía curiosidad por probar este. Me pareció una buena idea para despejar la mente y estar en contacto con gente y, como yo había jugado alguna vez a vóley en Kiev, aunque solo como entretenimiento, aproveché para probar.
 

Dasha Semenova ya se muestra tranquila y a salvo en Teruel a pesar del dolor que siente por todos los que dejó en su país y por la situación que se está viviendo allí


-¿En la mochila con la que usted escapó de Kiev llevaba algo de ropa deportiva?
-Las zapatillas que llevo me las ha dejado una compañera. ¡La gente es tan agradable y tan educada! Están todos pendientes de si necesito algo. Alejandro escribió al presidente del club, Carlos Ranera, explicándole mi situación y éste le llamó de vuelta en menos de una hora, quedamos y me ofreció empezar el miércoles a entrenar con el equipo. Por supuesto le dije que sí que quería. Ni siquiera me preguntaron mi nivel. Es sorprendente las cosas que me están sucediendo y la gente realmente quiere echar una mano. Y me dieron todo: Carlos (Ranera) me dio el uniforme, toda la ropa de juego y Antonia me facilitó las zapatillas, porque yo solo tenía lo que llevaba puesto. Mi hijo aún tenía algunas cosas, pero yo solo tenía lo que llevaba encima, con alguna cosa que compramos y algo que cogimos en Polonia. El club ha hecho una colecta de ropa y ayuda para Ucrania.

Respuesta de Teruel

-¿Está sorprendida con la respuesta que ha recibido en Teruel?
-Tengo la impresión de que no han llegado demasiados ucranianos a Teruel y esto hace que sea una situación nueva. En Polonia todo el mundo ayudaba, pero la verdad es que llegaba más gente de la que eran capaces de atender. Aquí es una suerte que la gente no se haya acostumbrado a eso. La gente es muy atenta, aunque pienso que si fueran miles de personas las que hubieran llegado aquí no sería igual. Los españoles son gente muy abierta y la comunidad deportiva, como punto de intereses comunes, lo es más.

-¿Cuáles son sus sentimientos ahora en relación con la guerra y Ucrania?
-Estoy tratando de distraerme. Por supuesto estoy sufriendo y trato de no llorar. Trato de ser positiva, pero no puedo evitar pensar que aunque yo estoy aquí, segura y a salvo, en realidad debería estar allí. Por eso trato de hacer tantas cosas como puedo para olvidarme de que yo escapé. Yo tengo un hijo y no habríamos sido útiles estando allí, estando dos semanas sentados en una estación de metro sin hacer nada. Pero en realidad trato de encontrar una excusa para mi misma porque la verdad es que no me siento feliz porque siento que no me merezco estar aquí mientras hay tanta gente allí, en Ucrania, sufriendo. ¿Por que debería yo reir o disfrutar mientras hay gente muriendo o sufriendo, sin agua ni comida o simplemente sin la oportunidad de abandonar la ciudad?

-¿Mantiene el contacto con sus familiares o amigos que aún siguen en Ucrania?
-¡Por supuesto! Kiev se ha vuelto ahora una ciudad muy silenciosa. Está sitiada, creo que es porque el presidente está allí. Está tratando de evitar el lanzamiento de misiles sobre la ciudad. Quiero pensar que no se va a destruir mi barrio, pero cuando veo la web de mi residencia veo el lugar de mi infancia, el lugar donde mi hermano tiene su negocio. Mi hermano se había comprado un coche nuevo y tenía intención de viajar a Odessa. Pero el coche no es lo importante. Lo importante es la vida  y cómo le ha cambiado la vida a la gente, que estaba viviendo su vida, trabajando. Ahora, por la enfermedad de una persona la situación no se puede parar. Por eso yo siento que no puedo ayudar como debería. Los soldados nos dijeron que debíamos abandonar la ciudad porque no nos iban a poder proteger de los rusos. Por supuesto que tenía el deseo de ayudar, pero quizás haberme quedado a ayudar hubiera sido peor porque hubiera podido resultar un estorbo.

Cosas que dejó atrás

-¿Qué noticias tiene de su casa o las cosas que dejó atrás?
-En Kiev no tenía coche, solo tenía un apartamento. De momento no he tenido respuesta de mis vecinos así que no sé qué está ocurriendo porque no hay ninguna cámara ni nada parecido. En realidad no me preocupan mucho  mis
cosas, solo me interesa saber que la gente esté a salvo. Por supuesto que el 24 de febrero, cuando empezamos a escuchar las bombas, nosotros escapamos. Lo hicimos aunque se oían lejos, pero sonaban fuerte: ¡boom, boom!Me preocupan sobre todo los niños que escuchan eso. Me preocupa su futuro. Me preocupa toda la gente a la que no pude ayudar. A veces sólo deseo no haber escapado y estar allí. Por ejemplo, la madrina de mi hijo escapó de Kiev hace solo cuatro días. Ella quería quedarse, pero le preguntamos que qué estaba haciendo allí, sin poder ayudar ni hacer nada y comiendo la comida que podría estar destinada a los soldados o aquellos que de verdad no pueden irse.

-¿Qué metió en su mochila antes de salir?
-Teníamos dos mochilas preparadas. Una era para mi hijo en la que le dije que metiera lo que creyese necesario. Algunas cosas de las que cogió resultaron bastante extrañas. También metimos comida. Antes yo había comprado bastante comida. Ahora pienso que mi casa debe oler fatal porque toda esa comida se habrá echado a perder. Yo cogí algunas galletas y comida seca y mi hijo cogió lo que él quiso.

-¿Qué es lo que cogió el muchacho: ropa, juguetes...?
-Solo ropa y los cables para cargar los móviles. Cogimos solo lo necesario porque yo preví que iba a ser un viaje largo.
 

El Club Voleibol Teruel le ha brindado la oportunidad de seguir jugando al deporte que ha practicado con asiduidad en Ucrania


-¿Y qué cogió usted?
-Yo cogí los documentos más importantes como mi diploma o las escrituras de la casa. Pero eso ya lo teníamos preparado desde dos semanas antes. También cogí una tienda de campaña porque no sabía si habría sitio donde dormir, si la gente ayudaría o no. Al final pudimos dormir en un polideportivo donde desplegamos la esterilla de acampada y los sacos de dormir. También cogí cerillas por si fuera necesario hacer fuego para sobrevivir. Quería estar preparada para todo. Los transportes estaban colapsados y los atascos eran de cerca de 200 kilómetros, así que me mentalicé de un largo viaje hasta la frontera, de un mes o más. Mi aventura fue horrible, pero pensé que aún podía haber sido peor. Yo preveía tener que dormir en la tienda y tener que hacer fuego para cocinar.

-¿Cómo fue el viaje?
-No todo el mundo es tan amoldable como yo. Para muchos de ellos tener que caminar 30 kilómetros fue la experiencia más horrible de su vida. En realidad para mí también fue horrible, pero para muchas de esas personas fue muy duro físicamente. Había mucha gente obesa, muchos niños pequeños a los que sus madres no podían cargar porque ya llevaban una mochila o una maleta. Había muchas maletas abiertas por todas partes de la gente que iba andando con todo lo de su interior desperdigado. Vaqueros o boxers de Armani tirados. Muchas cosas se volvieron poco importantes. En mi equipaje no llevaba nada que no fuera importante. Solo comida y lo necesario para sobrevivir en el caso de que no encontrásemos refugio.

-¿Ha dejado de llorar?
-Todavía lloro cuando veo las noticias. Son noticias horribles. Es imposible no llorar cuando ves a niños  sin sus padres, o mujeres, solas o con hijos, despidiéndose de sus seres queridos en la estación de tren. Es imposible sobreponerse a eso. Y cuando te preguntas por qué, no es posible encontrar una respuesta.

¿Amigos en Rusia?

-¿Tiene amigos en Rusia?
-No tengo muchos amigos en Rusia, pero sí algunos. Ellos no creen que deban liberarnos, a pesar de que la idea de los rusos es liberar ciudades. Es la idea que trasladan a la gente: liberar las ciudades de la invasión ucraniana. No me entra en la cabeza, pero es lo que muchos creen. Ninguno de mis amigos ha contactado conmigo para saber si estoy bien. Estoy dolida con eso. Por ejemplo una amiga de mi hermano que ha estado con nosotros en mi ciudad natal muchas veces y no sé si está siendo indiferente o si está preocupada porque no hemos sabido nada de ella. Prefiero no pensar en la gente de Rusia que no ha contactado conmigo.

-¿Cree posible la convivencia en paz entre rusos y ucranianos?
-Es una pregunta a la que no tengo respuesta. Ahora todo está roto entre nosotros. Antes teníamos mucha relación. Por ejemplo, nosotros hacíamos rutas en Rusia, que tiene una naturaleza sorprendente, pero ahora no lo sé. Creo que no, que no será posible. Pero no lo sé porque no soy política y no puedo hacer un análisis, pero creo que esto ha cambiado drásticamente el mundo. Rusia no será capaz de regresar sus posiciones y abandonar Ucrania. Ahora me preocupa la seguridad de Europa porque cuando vemos los bombardeos a pocos cientos de kilómetros de la frontera con Polonia me preocupa la seguridad de la gente que está allí. La gente está loca y enfadada. Están haciendo bromas de mal gusto y grabando vídeos matando gente o destruyendo coches en la calle... no sé  qué puede ocurrir, pero no deberíamos relajarnos. Yo no lo estoy porque pienso en las armas nucleares o químicas. No estaré tranquila hasta que no termine la guerra.

-¿A qué se dedicaba antes de la guerra?
-Hice la carrera de Derecho pero dejé de trabajar como abogada cuando nació mi hijo. Pocos años después me divorcié e intenté volver a mi profesión, pero no pude porque es una profesión a tiempo completo. Entonces empecé a plantearme a qué me quería dedicar y me volqué en el trabajo con niños. Trabajé de profesora en un centro infantil privado. También hice de niñera en una familia. Mi mejor experiencia fue en una familia con un chico con síndrome de Down al que ayudé a hablar. Al final nos hicimos muy amigos y también se hizo amigo de mi hijo. Ellos también están huyendo y también querían venir a España porque ellos tienen unas necesidades especiales como una guardería especial. Ahora están esperando en Italia, esperando a su padre que es ciclista y tiene amistades por todas partes. Los niños son mi pasión y me si pudiera trabajar en España me gustaría conectar el deporte y los niños, sobre todo con chicos con discapacidad, como síndrome de down o autismo. Quiero ser útil, si no para Ucrania, al menos sí para la gente que lo necesita.

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