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Cuando los dinosaurios dejan de ser  los grandes devoradores y los fósiles acaban impregnados de sabor Cuando los dinosaurios dejan de ser  los grandes devoradores y los fósiles acaban impregnados de sabor
Luis Alcalá y Jorge Sanz en 2012 cuando se presentaron las galletas de icnitas de dinosaurio ‘Pasos de Gigante’

Cuando los dinosaurios dejan de ser los grandes devoradores y los fósiles acaban impregnados de sabor

La Fundación Dinópolis ha impulsado iniciativas para que la paleontología dé sabor a la gastronomía y su riqueza viaje y se conozca por el mundo
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Con la Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel-Dinópolis dinamizando no solo el turismo sino diferentes sectores de la sociedad turolense ha sido posible incluso saborear los fósiles e impregnar de sabor la gastronomía de la provincia, además de hacer viajar este recurso por el mundo a través de algo que tiene tantos aficionados como es la filatelia. En estos veinticinco años que cumple esta institución científica, los dientes del gigante Turiasaurus riodevensis se han convertido en chocolatinas, la riqueza que posee la provincia en icnitas (huellas) de dinosaurio en sabrosas galletas de mantequilla, y el imaginario de su paleontología en general en sugerentes tapas para saborear en la barra de un bar.

Impregnar a la sociedad turolense de uno de sus recursos patrimoniales más valiosos, así como el más antiguo, ha sido un reto que ha dejado huella como la dejaron aquellos gigantes que se extinguieron hace 66 millones de años, pero que hoy siguen vivos en el imaginario de Teruel.

Visitar Teruel y llevarse entre los recuerdos unos sabrosísimos chocolates de Muñoz que son réplicas exactas de los fósiles originales del dinosaurio más grande descubierto en Europa, que se empezó a excavar en 2003 en la localidad turolense de Riodeva y cuya publicación científica se hizo en 2006 en la prestigiosa revista Science, es una de las posibilidades que tiene la provincia, un territorio paleontológico por excelencia que invita a desarrollar este tipo de iniciativas.

Bien es cierto que se ha echado en falta un mayor impulso por parte de la iniciativa privada para  llevar a cabo proyectos de este tipo y que la paleontología estuviese más presente en el sector turístico y en la gastronomía, pero los esfuerzos por parte de la Fundación Dinópolis no han cesado en todos estos años y fruto de ello han sido los dientes de chocolate de Turiasaurus de Muñoz o las galletas Pasos de Gigante comercializadas durante un tiempo por Sanz.

Hay que reconocer en estas iniciativas el especial interés que tuvo para sacarlas adelante el que fuera director gerente de la Fundación Dinópolis, Luis Alcalá, cuando hace una década impulsó que Teruel fuese una ciudad de cultura científica dentro del proyecto europeo Places, algo de lo que tiró del carro con auténtica pasión y empeño para intentar hacer ver a las instituciones turolenses el potencial de la ciencia como un recurso endógeno de desarrollo, más allá de la atracción turística que de por sí constituye el parque paleontológico de Dinópolis .

Fue así como nacieron a finales de 2012 los Pasos de Gigante, un producto ideado por Horno Sanz e inspirado por la Fundación Dinópolis. Se trataba de una galleta en forma de pisada de dinosaurio, pero lo novedoso es que las mismas eran réplicas de las icnitas que se han encontrado en la provincia en yacimientos tan importantes como los de El Castellar.

Al abrir la caja, además de llenarse del aroma de estas pastas de té, se recibía toda una lección sobre qué eran las icnitas, y mientras uno las disfrutaba podía  conocer a través de un folleto explicativo dónde se habían encontrado estas huellas y sus distintas características.

Devorar


La presentación de esta original idea se hizo en el Museo Paleontológico de Dinópolis junto a la réplica de los rastros dejados en El Castellar por un gigantesco dinosaurio carnívoro que en su tiempo no pudo devorar galletas pero sí a otro gigante, a Turiasaurus.

Allí, Luis Alcalá, acompañado  del gerente de Horno Sanz, Jorge Sanz, colocaron una de las galletas sobre la réplica de unas pisadas y la forma encajaba a la perfección, salvo porque el tamaño era distinto, por supuesto. Llevarse a la boca una réplica de Iberosauripus grandis de El Castellar, denominación del icnotipo con el que se definieron estas huellas gigantes a nivel mundial desde la Fundación Dinópolis, era todo un placer.

La presentación estaba tan cuidada que en el folleto que acompañaba la cajita se daban explicaciones de todo lo que había que saber sobre estas galletas/huellas que representaban los cuatro grupos principales que pueden encontrarse en los afloramientos de icnitas: saurópodas, terópodas, ornitópodas y las dejadas por los estegosáuridos. Estas últimas reproducían fielmente otro icnotipo descrito en El Castellar, Deltapodus, al representar tanto la huella del pie como de la mano.
 
Elaboración artesanal de las galletas con forma de pisadas de dinosaurio


Además, algunas eran inconfundibles como la de Aguilar del Alfambra, donde hay una huella pisada por otra, algo que reproducían fielmente estas pastas de té de Horno Sanz. Saborearlas era un placer porque cada una de ellas tenía sabores distintos que evocaban a los diferentes lugares donde se encontraban los yacimientos de estas icnitas.

Así, se le dio un toque salado a las pastas que recreaban huellas de dinosaurios en Galve, las galletas de las pisadas de Cedrillas tenían semillas de amapola, y las de El Castellar fueron elaboradas con hinojo y tomillo. Cuando se presentó este producto, Jorge Sanz comentó que era como “saborear el territorio” y que los turolenses no eran conscientes de la riqueza de su patrimonio paleontológico que, además, reconoció que era el “más antiguo que tenemos en esta tierra” y que no tenía igual en otros sitios.

Prácticamente a la par que las galletas con las huellas de los dinosaurios, la Pastelería Muñoz sacó otro producto consistente en dientes de Turiasaurus de chocolate. Al igual que con Horno Sanz, se firmaron convenios con la Fundación Dinópolis para que una pequeña parte de los beneficios fuesen destinados a sus trabajos de investigación y conservación del patrimonio paleontológico turolense.

Si los Pasos de Gigante impactaron por la iniciativa, los dientes de chocolate de Turiasaurus impresionaron. En este caso, la institución científica lo que hizo fue ceder los moldes para hacer réplicas de estos dientes. En lugar de rellenarlos de resinas, se llenan de chocolate fino y el resultado es un delicioso bombón, que como en el caso de las galletas, se presenta en una caja especial con un folleto explicativo sobre los dientes de este gran saurópodo y su importancia en la historia de la evolución de la vida en la Tierra y, en particular, en el registro dinosauriológico de la provincia.

Réplicas exactas


Lo sorprendente de este caso, es que quien disfruta de esta delicia se lleva a la copia una réplica tal cual de estos dientes, únicos en el mundo porque han servido además para identificar una nueva familia de dinosaurios saurópodos (gigantes cuadrúpedos de cuello y cola largos), los turiasaurios. Su forma no puede ser más representativa de aquello en lo que se ha convertido Teruel, la ciudad del amor, puesto que tienen una forma de corazón. No es intencionado, sino que son así los fósiles de este dinosaurio.
 
Chencho Muñoz con los dientes de chocolate de ‘Turiasaurus’


Chencho Muñoz, gerente de la Pastelería Muñoz, reconoció cuando lanzaron estos chocolates que al principio les resultó algo extraño, porque no dejaban de ser dientes. Comentó que Luis Alcalá les insistió mucho en la idea y que al hacerla se dieron cuenta de que era muy divertida y que impresionaba sobre todo a los niños.

Al año siguiente la apuesta por ese maridaje tan peculiar entre paleontología y gastronomía fue a más y los fósiles y dinosaurios se convirtieron en los protagonistas del concurso de tapas para la Feria del Jamón del 2013. Fue el año de las tapasaurias, es decir, tapas que de una u otra forma evocaban el mundo de la paleontología, siempre con el Jamón de Teruel como referencia.

No era la primera vez que la Fundación Dinópolis estaba presente en eventos relacionados con el Jamón de Teruel, ya que en 2005 con motivo del III Congreso Mundial del Jamón celebrado en la capital turolense, la institución científica se involucró con una vitrina en la sede del evento en la que se exhibió el cráneo fosilizado de Microstonyx, el antepasado del cerdo turolense. En realidad un jabalí gigante cuyos restos han aparecido en varios yacimientos de la provincia.

En ese ánimo por impregnar de paleontología a la sociedad turolense, en la Feria del Jamón de 2013 una de las rutas del concurso de tapas se llamó Tapasauria, con 36 establecimientos participantes. Las tapas evocaban el mundo de la paleontología en general, y los fósiles y los dinosaurios en particular, con nombres y formas que aludían a esta riqueza con denominaciones como Gamba Jurásica, Chipiranosaurio rex o Proa del Rincón, en referencia al dinosaurio ornitópodo descubierto por esas fechas en el yacimiento de la Mina Santa María de Ariño.

Ese mismo dinosaurio protagonizaría unos años después un sello de Correos con su reconstrucción, que además se hizo en 3D, y que formó parte de una colección de estampitas dedicadas a los gigantes del Mesozoico con ilustraciones de algunos de los ejemplares más representativos descubiertos en España. Entre ellos no podía faltar por supuesto Turiasaurus riodenvensis, un dinosaurio icónico para Teruel que próximamente recibirá a los visitantes que viajen a la ciudad, dentro del proyecto que tiene el Ayuntamiento de colocar una gran escultura de este animal en la rotonda de entrada por La Fuenfresca. Así, los dinosaurios gracias a la Fundación han pasado a formar parte de la vida de los turolenses y de quienes nos visitan.

Pernil gigante


De los dinosaurios turolenses no se han hecho jamones porque lo que aparecen en los yacimientos son fósiles de piedra, pero el paleontólogo José Luis Sanz, que fue quien definió científicamente Aragosaurus en 1987, se imaginó perniles de estos colosos cuando en 2012 publicó el libro divulgativo Pequeña historia de los dinosaurios. Aquel ensayo para niños y adolescentes es una joya gracias a la imaginación de este paleontólogo y del ilustrador Luis Doyague. Casi al final del libro, Sanz y Doyague imaginaron lo que habría sido hacer Jamón de Teruel con las descomunales patas de Turiasaurus y lo plasmaron en imágenes con un dibujo bien divertido. En él, dos cocineros con la ayuda de una sierra gigante cortan filetes de ese suculento jamón jurásico que se identifica como Jamón de Teruel.