Según diversas fuentes, la fábrica de la baraja española instalada en Vitoria (Álava) del industrial de origen francés Heraclio Fournier utilizaba papel fabricado en el Matarraña para sus naipes y, al parecer, el pintor de Fuendetodos (Zaragoza) Francisco de Goya empleaba papel procedente de las fábricas de Beceite para la realización de algunos de sus grabados. Estos dos hitos nos pueden dar idea de la importancia que tuvieron en su día las fábricas del Bajo Aragón para la producción de papel.
Hace unas semanas escribíamos sobre la actividad industrial en la comarca de Gúdar-Maestrazgo y nos deteníamos en el estudio de los orígenes de las fábricas de papel, luego reconvertidas en textiles, de dos localidades turolenses como eran Olba y Villarluengo. Hoy, lamentablemente, de aquel florecimiento fabril que fijaba población en el territorio, no queda más que el recuerdo y algunos inmuebles en ruinas.
Algo parecido ocurrió en otros dos municipios, Valderrobres y Beceite, en este caso pertenecientes a la comarca del Matarraña turolense, que en otros momentos tuvieron instalaciones industriales relacionadas con la producción del papel pero que hoy intentan "revivirlas" dándoles otra utilidad, generalmente de índole cultural o turística dadas las características tan atractivas del territorio.
Para aclarar términos y el funcionamiento, diremos que las antiguas fábricas de papel eran edificios de considerables dimensiones, generalmente de varias plantas, que se construían muy cerca corrientes de agua de ríos desde los que, si era preciso, se construían azudes o acequias. En el sótano se realizaba el proceso de batido y golpeo de los trapos dentro de unas grandes pilas de piedra con unas grandes martillos o mazos accionados por ruedas hidráulicas verticales movidas por el agua. Previamente los trapos habían sido troceados e introducidos para su fermentación en tinas con agua llamados pudrideros. Esta era la zona del edificio en la que se "molían" las telas y otros materiales, de ahí el nombre de "molino de papel". Posteriormente, se formaba la llamada pasta de papel que se prensaba y se ponía a secar en los pisos superiores de las fábricas que solían tener abundante número de ventanas para que existiera una buena ventilación. Con dicha materia prima se elaboraban las hojas de papel.
El arqueólogo J.A.Benavente ("Patrimonio hidráulico del Bajo Aragón turolense", Prames, 2009) explica las causas de instalación de estas fábricas en la comarca del Matarraña: "Por la abundancia y riqueza de carbonatos de calcio de las aguas de la cabecera del río Matarraña, y por la facilidad para construir azudes para derivarla, tuvo lugar en esta zona del Bajo Aragón la mayor concentración de fábricas de papel de España, desde el siglo XVIII hasta mediados del XIX. La localidad de Beceite y sus alrededores albergaron desde finales de 1700 una importante industria papelera donde se procesaban trapos para elaborar el llamado papel de hilo". Pese a estas fechas, la tradición artesanal, más que industrial, es muy antigua porque la existencia de los primeros molinos de papel podría remontarse hasta el siglo XV.
A mediados del siglo XIX, fecha en la que se redacta el Diccionario de Pascual Madoz, se apuntaba que en Beceite, "el pueblo del papel", y alrededores había instaladas nueve fábricas pero su número irá decreciendo con el paso del tiempo aunque perdurará la actividad industrial en décadas posteriores. En esta época las resmas (una resma equivalía a 500 hojas) se transportaban convenientemente embaladas a través de los caminos mediante el tiro de caballerías conducidas por arrieros que aprovechaban el viaje de regreso para el acarreo y acopio de materias primas necesarias para la fabricación del papel como eran las telas. Estas resmas eran llevadas a los principales centros consumidores como eran las ciudades de Madrid, Barcelona, Zaragoza... y Vitoria, claro.
Además de los de Beceite ( "Cremada", "Pont Nou" "Batán", "Tosca"...), entre los molinos de papel de toda la zona, hay que destacar los denominado "Gaudó" y especialmente el "Molí Bonic" o "Molí Pintat", ambos de Valderrobres, conocido este último como la Fábrica Bonica junto al río Pena, afluente del Matarraña, que actualmente se encuentra en ruinas y cuya originalidad reside en que presenta unas fachadas decoradas con pinturas sobre estuco, con unos motivos artísticos que recuerdan al arte renacentista y que le dan un aire de pinturas pompeyanas. Estas características nos hablan de su singularidad porque no existe en Europa un molino con esta decoración artística y en peligro de desaparición, tal como denunciaba la organización Europa Nostra que la había incluido en su lista roja.
Tras el final de la actividad industrial de estas fábricas a mediados del siglo XX, un par de ellas se reconvirtieron en granjas de pollos mediante la correspondiente adaptación y realización obras; otra se transformó en un alojamiento mediante la construcción de apartamentos; otra funcionaba como cafetería... y finalmente, la de Noguera, la última que cerró las puertas en los años 70 del siglo pasado, se acondicionó como centro cultural por la malograda pintora de origen catalán Gema Noguera que falleció en 2008 en Beceite.
Lo cierto es que a la larga, estos inmuebles tienden a ser reconstruidos y remodelados sus interiores como hoteles o centros turísticos dado el potencial de la zona no solo paisajístico, que también, sino por la existencia de unos pueblos con cascos urbanos extraordinarios como La Fresneda, Ráfales, Monroyo, Calaceite, Fórnoles, Valderrobres... que hay que incluir entre los más "bonitos" de España.