Es como si pasaran olímpicamente, como si la Ley de Memoria Democrática del Gobierno de Aragón y la promulgada por el Gobierno de España no fueran con ellos, no tuvieran que aplicarlas. A los y las componentes del Consistorio turolense saliente, especialmente a los del partido de Gobierno, como se dice de forma vulgar, se la suda aplicar la normativa que recogen ambas leyes que, no olvidemos, son de obligado cumplimiento.
Tampoco desde el Gobierno de España y de Aragón se ha presionado lo suficiente al Ayuntamiento para que se aplicaran las exigencias que disponen ambas leyes fueran efectivas como se ha hecho en el caso de Calatayud, por ejemplo. La tibieza, el sí pero no, han sido las normas generales cuando su actuación debería haber sido mucho más enérgica e intensa.
Salvo alguna actuación aislada como en el asunto de la cruz de Villalba Baja, barrio de Teruel, prácticamente no se ha hecho nada y por el casco urbano de la ciudad campan nombres de calles, monumentos, símbolos… vinculados al régimen franquista. Pensamos en este sentido que Teruel es seguramente la capital de provincia de España en la que perviven más restos franquistas de la Dictadura después de décadas de Transición democrática.
Ya no poner la placa a la entrada del inmueble consistorial con el nombre de los tres alcaldes de la II República, dos de ellos fusilados por las tropas franquistas tal como se aprobó en pleno y que puso en ascuas al equipo de Gobierno municipal, sino que se mantienen las placas con el símbolo del partido que desde el principio apoyó el golpe de Estado contra el régimen democrático de la II República.
Falange Española
Nos referimos, claro está a Falange Española (FE), un partido antidemocrático. En estas placas, metálicas la mayoría y situadas en el frontis de las puertas de acceso a los inmuebles, además de una leyenda sobre la construcción de las viviendas, están representados el yugo y las flechas que son los símbolos de este partido fascista totalitario que seguía los postulados de Mussolini y que colaboró con el régimen franquista. Las puedes encontrar por numerosas fachadas de bloques de viviendas de la ciudad.
En una muestra dentro de un paseo rutinario por el entramado urbano hemos hallado numerosas placas, seguramente decenas, que van desde pisos de la calle Albarracín en el Ensanche hasta el final de Ollerías del Calvario o desde unas viviendas en la cuesta de la subida al Seminario hasta el Barrio de San Julián e incluso hay una en piedra en la Avenida Aragón que presenta un gran tamaño con una leyenda y el símbolo falangista. En algunas ciudades como Zaragoza se están retirando del viario aplicando las leyes de memoria democrática.
Otros elementos, en este caso monumentales, levantados por el Franquismo habría que revisarlos y comprobar si se adecúan o no a las leyes de memoria democrática y ver qué se hace con ellos. No se trata se tirarlos sin más a la primera, sino ver si tuvieron vinculación directa con el régimen franquista y decidir el destino de cada uno de forma individual. Que conste que no somos partidarios de lo que actualmente se conoce como resignificación.
n este apartado entrarían la metálica cruz de los caídos levantada en la Plaza Pérez Prado (Seminario) en los años 40 de la posguerra siguiendo el espíritu del nacional-catolicismo que impregnaba al régimen franquista; también el monumento situado al lado de la cárcel dedicado a Ángel B. Sanz, hombre del régimen franquista, dirigente falangista y director general de prisiones en la década de los 40; o la escultura dedicada al obispo Polanco en la Plaza de Cristo Rey por su apoyo decidido al bando franquista nada más iniciada la guerra.
Dentro de esta parte, citaremos la actuación consecuente y de acuerdo con la ley del departamento de Obras Públicas (OP) de Teruel en el monumento dedicado a César Luaces, ingeniero de Obras Públicas, que se encuentra en el jardín de la sede ubicada nada más pasar el viaducto nuevo. OP retiró la imagen (una especie de “moneda” en relieve) con el rostro del homenajeado, el nombre y la fecha que se encontraban sobre una especie de pilar-atril de más de un metro de altura, aunque se podría “limpiar” más dicho elemento.
Maquinaria
Lo que la gente no sabe es que Luaces puso al servicio del comandante Aguado, el líder de la sublevación militar en Teruel, toda la maquinaria e infraestructuras del departamento de OP desde los primeros momentos del golpe de Estado. Es más, acompañó con las armas al militar golpista y ambos encontraron la muerte juntos en la llamada primera batalla de Sarrión el 13 de agosto de 1936.
Finalmente nos referiremos a la toponimia urbana que necesitaría un repaso y adecuarse a las leyes de Memoria Democrática. Sabemos que desde el Gobierno de Aragón se ha pedido la retirada del nombre de la avenida Francisco Ruiz Jarabo, ministro franquista de Justicia entre 1973 y 1975, pero también habría que cambiar el nombre de la Ronda Dámaso Torán Lario, diputado provincial designado por los militares sublevados en 1936 y miembro de una Comisión de tipo C para la depuración de maestros y maestras o recuperar la Plaza de la Libertad retirando el nombre de Anselmo Polanco, un obispo con poco arraigo en la ciudad a donde llegó el 8 de octubre de 1935 pero el nacional-catolicismo del Franquismo, por méritos, lo encumbró a los altares y a las calles de Teruel.
Aún hay más, pero confiemos en que, tras las elecciones municipales del 28 de mayo, el nuevo Consistorio de Teruel tome en consideración estas y otras propuestas más y se ponga manos a la obra para que las leyes de Memoria Democrática se cumplan en la ciudad.