Hace unos años Enrique Montero Hernández publicó un artículo en torno a la republicanización de ciertas organizaciones profesionales en España coincidiendo con la caída de la Monarquía el 14 de abril de 1931 dentro de un libro coral (El republicanismo en España) que editó Alianza Universidad (Madrid 1994) y en el que pasaba revista a aquellos sectores profesionales que habían apoyado con mayor ímpetu la proclamación de la II República.
Uno de esos era, sin lugar a dudas, el de la enseñanza, de ahí que se hablase a menudo de los maestros como las “luces de la República”. Los docentes de colegios e institutos habían acogido con ilusión y esperanza la nueva política que se iba a poner en marcha en España ante sus ancestrales y pésimas condiciones laborales. El nuevo régimen de abril de 1931 satisfizo en general sus expectativas con una mejora global de la educación en España en todos los aspectos.
Pero, a veces, se olvida el papel de la llamada clase médica de España, de un sector muy amplio de los médicos que apostaron por la República asumiendo con gusto las reformas que se proponían en pro de la mejora de las condiciones sanitarias del país, pese a tratarse de un grupo social de tradición conservadora y elitista. Tal fue así que en alguna provincia como Granada la proclamación de la República fue calificada como una “revolución de médicos”. Esta adhesión destacada de la clase médica al régimen republicano, incluso en Teruel tal como veremos, no se entendería seguramente sin tener en consideración las malas condiciones salariales y sociales que padecieron los galenos durante la Dictadura primorriverista, especialmente en el medio rural donde su contratación y sus condiciones laborales dependían en gran medida del criterio no siempre acertado del alcalde de turno.
Tras las elecciones municipales de abril de 1931, el 28 de junio se celebraron las Constituyentes con la finalidad de que los diputados electos redactaran una nueva Constitución acorde con el nuevo régimen. En alguna publicación profesional de esos años se hablaba de que en estos comicios consiguieron su escaño entre 41 y 52 médicos (entre el 8´7 y el 11% de 472 diputados), cantidad considerable si la comparamos con otras profesiones exceptuando la de abogados que fue la más extendida entre los diputados.
En el caso de la provincia de Teruel la situación fue muy parecida a lo ocurrido a nivel nacional, incluso podemos hablar de que ocurrió algo similar a lo de Granada. Fijemos nuestra atención, por ejemplo, en la Agrupación al Servicio de la República (ASR), el partido que había fundado Ortega y Gasset en Madrid. En Teruel se constituyó el Comité provincial el 23 de marzo de 1931 siendo su promotor y primer presidente Vicente Iranzo Enguita, natural de Cella y médico que había ejercido como presidente de dos organizaciones de ámbito provincial como eran el Colegio de Médicos y de la Unión Sanitaria, una organización que agrupaba a los practicantes, farmacéuticos, médicos... Pero no solo eso, ese Comité estaba integrado por Zoilo Nevot (médico), Marcelo Uriel (médico), Damián Lobo (industrial), Pedro Gimeno (médico), José Bayona (procurador), Fernando López (médico), Gregorio Vilatela (abogado), Luís Feced (abogado), Rafael Balaguer (profesor de la Escuela Normal). Esto es, de esta Junta, la mitad de sus componentes (cinco) eran médicos.
De este grupo se separaría el oftalmólogo Pedro Gimeno para encabezar otro partido: Derecha Liberal Republicana que seguía los postulados de los líderes ex monárquicos y conversos al republicanismo Miguel Maura y Niceto Alcalá-Zamora.
El 14 de abril de 1931 por la tarde, como en otras capitales de España, desde el balcón del Ayuntamiento de Teruel se proclamaba la II República y lo hacía el nuevo alcalde José Borrajo Esquiu, máximo dirigente del Partido Republicano Radical, el de Lerroux, que había ejercido la medicina en Cella, en Puerto de Sagunto con la Compañía Minera de Sierra Menera, y en esos momentos era el médico de la Beneficencia de Teruel.
Esa misma tarde, a las ocho, “ante la urgencia que reclama la adopción de medios que aconseja el momento actual”, se constituyó el llamado Comité Republicano Revolucionario que asumía el poder provincial y local en nombre del Gobierno de la nación y estaba integrado por 29 “notables” de los que 24 eran de ideario republicano de diferentes sensibilidades y 5 socialistas de la UGT y del PSOE. Pues bien, si examinamos la profesión de sus componentes, 8 eran médicos. Entre las decisiones que tomaron en dicha reunión destacamos la confirmación del médico Borrajo como alcalde de Teruel y hacerse cargo del Gobierno civil de la provincia “requiriendo al efecto al Excmo. Gobernador civil para que verifique su entrega y una vez verificada, que se haga cargo del mismo D. Vicente Iranzo, médico”.
Por tanto, dos instituciones republicanas, la Alcaldía de Teruel y el Gobierno civil de la provincia, iban a ser ocupadas por dos médicos, pero no solo eso, el dentista Manuel Villén, vinculado a Ojos Negros, iba a ser el promotor de otro partido republicano que denominaba la “Casa de la República” pero que no cuajó y en octubre de 1932 el médico José Pardo Gayoso, inspector provincial de sanidad, iba a ser el fundador en Teruel de Acción Republicana que luego pasaría a integrarse en Izquierda Republicana, el partido de Manuel Azaña.
Como vemos, una buena parte de los implicados en el proceso revolucionario que supuso la implantación del régimen republicano en Teruel y parte de los primeros cargos importantes, pertenecían al cuerpo de los médicos que se habían pronunciado a favor de la II República encuadrándose posteriormente dentro de opciones liberales o conservadores.