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Y el toreo aragonés se reivindicó en Valencia en el arranque de las Fallas Y el toreo aragonés se reivindicó en Valencia en el arranque de las Fallas
El Mene torea con la mano izquierda en Valencia. Antonio Sevi

Y el toreo aragonés se reivindicó en Valencia en el arranque de las Fallas

Palacio y El Mene sumaron sendos triunfos en la apertura de la temporada
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Si la feria jienense de San Lucas abrocha la temporada allá por octubre, de forma prácticamente paralela al ciclo pilarista zaragozano, Valencia y su feria josefina descorchan el nuevo calendario taurino. En ambas épocas, la inestabilidad meteorológica suele ser tan patente como las ganas de ver y sentir sobre la árida y fría piedra del tendido, a veces húmeda, una tarde de toros, lo que, en esta ocasión, a la postre, fue un claro condicionante. Con todo, el coso de Monleón registró el sábado 8, primer día del serial, algo menos de la mitad del aforo cubierto en tarde nublada que terminó en lluvia fina.

Y si la pasada temporada se cerró con el toreo aragonés en liza, con triunfos de resonancia de Aarón Palacio y El Mene, camino de la consagración como figuras del toreo, en este caso, ambos la iniciaron de igual forma.

Buen momento de Palacio

Palacio volvió a erigirse como un torero en ciernes de máximo interés. Y ello porque su concepto del toreo es distinto. Sigue los cánones, desde luego, pero no es una reproducción de otros, no tiene parecido, su personalidad taurina es tan auténtica como irrepetible y su capacidad para estar en la cara de los novillos indiscutible, hasta el punto que ha sido capaz de revolucionar el escalafón novilleril en una época en la que el toreo -la tauromaquia, en definitiva-, requiere de savia nueva capaz de ilusionar al aficionado y eso es, precisamente, lo que hace cada tarde. Su regularidad y su conexión con el público, por tanto, innegable. Y se vio precisamente en la novillada picada que abrió la feria valenciana, en la que además de bregar con su lote, debió lidiar con el viento, como sucedió en el recibo a su segundo que inició con dos largas cambiadas, a las que siguieron varias verónicas. Variado anduvo con el capote; desde el recibo al primero de rodillas por faroles, al que le siguió un recital de acompasadas verónicas, el galleo por chicuelinas para ponerlo en suerte, o el quite que ejecutó por ajustadas tafalleras también a éste. Con la muleta, dio tiempo y sitio al que abrió plaza tras cada serie, optando por iniciar la faena por ayudados por alto ante su falta de fuerzas que, en definitiva, caracterizó una desigual novillada de Talavante. La construyó en los mismos medios ejecutando el toreo en redondo. Imprimió templanza en su labor, lo que permitió que el toreo resultara acompasado. El novillo, por el contrario, optó por agarrarse al piso en la parte final. El novillero de Biota, ante la condición del animal, apostó por los terrenos comprometidos, exprimiéndolo por el pitón izquierdo, lo que le permitió obtener naturales de gran trazo. Se premió con una oreja. También anduvo resolutivo en su segundo, en una faena que inició de hinojos, ante una res que acusó la falta de raza. Apostó por el toreo de cercanías; única forma de extraer los muletazos, consiguiendo obtener pasajes lúcidos. El fallo a espadas le impidió salir en hombros.

Pero también Marcó Pérez y Torrijos demostraron ganas durante la tarde. Más toreado el primero, dejó pasajes de interés. Con mayor limpieza resultó la ejecutada al segundo, que empezó por estatuarios. Anduvo solvente con él, una res que desarrolló nobleza y permitió componer el toreo, especialmente con la mano diestra. Debió tirar de técnica en el quinto, ante su falta de bravura, lo que implicó que los muletazos fueran de uno en uno. Por su parte, el valenciano que cerraba la terna pechó con un primero con dificultades que no le permitió sentirse cómodo; más entonada fue la faena al último, que brindó a El Soro, como Pérez hizo en el quinto, de forma que aun a pesar de su indefinición de salida, consiguió embaucarlo en la muleta. Obtuvo premio. Destacó con los palos Mariano Ruiz de la cuadrilla de Palacio.
 

Aarón Palacio por tafalleras. Antonio Sevi

El Mene destacó el jueves

Y el jueves, y como previa a las corridas de toros, con un cuarto del aforo cubierto, y con la presencia indeseada de la lluvia en el quinto y sexto acto, El Mene trenzó el paseíllo acompañado de Zulueta y Simón Andreu. Y por su buen hacer en sus faenas fue recompensado con una oreja de cada ejemplar, tras sendos espadazos, lo que le permitió salir en hombros. Su primera faena la inició con muletazos por alto a pies juntos para, tras ello, ejecutar la primera tanda de toreo en redondo, componiendo la figura y definiendo de inicio su estilo de torear. De mejor condición por el pitón izquierdo, hiló varios naturales templados con despaciosidad y largura que transmitieron al tendido. De concepto serio, templado y vertical, se caracterizó en suma por el clasicismo, sin ambages ni estridencias en la ejecución de los muletazos. También la faena a su segundo se caracterizó por el toreo al natural. Se gustó por este pitón, el de mejor condición, como igualmente hizo en dos series de derechazos que fueron el epílogo a su actuación. En ambos casos anduvo seguro, caracterizándose por la pureza y la naturalidad. Por lo demás, Zulueta mostró disposición ante el inválido segundo y demostró detalles de buen toreo bajo el agua en el quinto, sin llegar a redondear, y Andreu se vio dispuesto pero el estado del ruedo condicionó su labor en el sexto.

Oscenses en las clases prácticas

La representación aragonesa en esta feria se extendió al ciclo de clases prácticas, que contó con dos oscenses. El lunes Ángel Alarcón, al que le correspondió una res falta de fuerzas, resultando su actuación entonada con la mano zurda, con la que consiguió obtener buenos naturales. El fallo a espadas lo dejó en ovación. Y el martes Asier Abadiano cerró la gélida tarde, mostrando voluntad. Con la muleta apuntó detalles, aún a pesar de su bisoñez, pero sin rematar ante un novillo con genio y embestida descompuesta. Le fue concedida una oreja.