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Historia de Teruel Historia de Teruel

Historia de Teruel

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Si el alma de la ciudad de Teruel se sitúa sobre una columna de siete metros en el centro de la capital, el corazón está a un poco más de un kilómetro al sureste del Torico. En la feria de San Fernando de 1935, Teruel acogía la inauguración de su nueva plaza de toros. Y se hizo a cargo de un turolense inmortal (como inmortal es la tauromaquia). Nicanor Villalta desorejó al toro de Julián Fernández, (esta ganadería sustituyó a la anunciada, Montalvo), escribiendo la primera página de los, hasta ahora, noventa capítulos.

Y es que el coso de la calle Granada, apenas en los albores de su vida, fue testigo, en primera persona, del peor conflicto bélico en la historia de nuestra nación, en una de las peores batallas de aquella guerra que asoló nuestra ciudad.

Nuestra plaza, que ha vivido el dramatismo de la tauromaquia aquella tarde en la que Víctor Barrio trascendió al olimpo de las leyendas taurómacas, también ha vivido tardes de gloria con las principales figuras de cada época. Ha recibido a los suyos, como a Sergio Cerezos, uno de los matadores de toros con más trofeos en las arenas turolenses, o como a Carlos Sánchez, quien se doctoró cobre el albero de nuestra ciudad. O ha cantado, al unísono, el apodo de Guanero en una de las despedidas más maravillosas que se pueden tener, en tu casa y ante tu gente, de la tauromaquia más popular.

Recoge la plaza a casi siete mil almas, como un templo místico, cada domingo de la Vaquilla, en uno de los actos más importantes cada año. Siembra calor, pasión, amor, dolor, torería en sus propias raíces, que son las de la misma ciudad, nuestra plaza de toros, que este año cumple, casi nada, noventa años. Yo, brindo por otros noventa más.